Opinión

Barajar y dar de nuevo

La derrota de Evo Morales en el referéndum para reformar la constitución y postularse para un nuevo mandato generó una gran cantidad de debates y opiniones vinculadas a la continuidad del proceso político boliviano.

evo

Por Augusto Taglioni

Los detractores, entusiasmados por el avance de una nueva derecha en la región, observan en la victoria del NO la fecha de vencimiento del gobierno, mientras que los que apoyan al presidente muestran su preocupación y ya piensan en sucesores.

Intentaremos abordar los dos ejes centrales que sobrevolaron la discusión previa y aún sigue siendo parte del debate no solo de Bolivia sino de la región entera: La re-elección indefinida y la continuidad de los procesos progresistas en Sudamérica.

La reelección sin condiciones ha sido el argumento por el que se han calificado a países como Bolivia, Venezuela y Ecuador de antidemocráticos e inconstitucionales. Lo primero que hay que decir es que esta posibilidad reeleccionaria forma parte de una discusión mucho más larga que incluye el paso al Constitucionalismo Popular como etapa superadora del Constitucionalismo Social que conocimos en el siglo XX y que se expresa en las cartas magnas que incorporaron derechos sociales como la mexicana en 1917 o la famosa constitución de 1949 en Argentina que luego se redujo al artículo 14 bis. El Constitucionalismo Popular busca “democratizar la democracia” a través de una mayor participación de los electores, la ciudadanía, el pueblo o como quieran denominarlo en las cuestiones de Estado. Es decir, no solo acuden a las elecciones cada dos años sino que tienen la posibilidad de revocar mandatarios o aceptar o rechazar iniciativas del poder ejecutivo. Venezuela y Bolivia utilizaron la herramienta del referéndum revocatorio en 2004 y 2008 respectivamente. Asimismo, el ya fallecido Hugo Chavez perdió una consulta popular que proponía una reforma constitucional que incluía, entre otras cosas, la reelección.

La reelección indefinida no debería ser un problema para la democracia cuando es la ciudadanía la que decida hacia dónde van los procesos en el marco de un sistema democrático que empodera al pueblo para alcanzar determinados beneficios

Metiéndonos en el segundo punto de conflicto, ¿Es la reelección indefinida una garantía para la continuidad de los procesos? No debería ser de esa manera. El Movimiento al Socialismo de Bolivia se encuentra con el mismo problema que muchos de los partidos políticos progresistas en la región que se encuentran debilitados o directamente han perdido la elección en manos de expresiones más conservadoras. Indefectiblemente esto nos lleva a preguntarnos ¿Por qué pierden gobiernos que contaron con un amplio apoyo popular? No se trata de una discusión desde el punto de vista del derecho sino más bien el problema pasa por un problema de construcción política.

Suele decirse que los resultados electorales adversos se dan por conspiraciones y campañas sucias dirigidas por Estados Unidos. Es cierto que los diferentes gobiernos estadounidenses hicieron todo lo que tuvieron a su alcance para destituir procesos que les eran incómodos a sus intereses. Las herramientas fueron desde golpes de Estado en el caso de Venezuela (2002) y Honduras (2009) hasta la promoción y financiamiento de grupos opositores en otras partes de nuestro continente. Particularmente con Evo Morales, Estados Unidos tiene un enfrentamiento desde la época en que Hugo Banzer Suárez intento erradicar todas las plantaciones de coca por pedido de Estados Unidos con el argumento de combatir el narcotráfico, el recordado Plan “Coca Cero”. A su vez, desde la Casa Blanca se digitó el veto para Que Evo no pudiera asumir una banca de diputado nacional que había logrado con un apoyo del 70 por ciento de los votos. También es cierto que los ejecutores de la violencia vivida en los días previos a la realización del referéndum y la campaña difamatoria que incluye a la expareja del presidente boliviano Gabriela Zapata Montaño, gerente de la empresa china CAMC Engineering Co vinculada con casos de tráficos de influencia tienen su amplificación con sectores de poder cercanos a la Casa Blanca. Todo esto es cierto y cumple un papel importante pero no se puede decir que el retroceso de los gobiernos progresistas sea únicamente por esta razón. El financiamiento de opositores y los intentos desestabilizadores estuvieron presentes durante toda esta década de integración regional y no ha impedido que los diferentes liderazgos se refuercen año tras años. El problema parece ser más amplio.

Es necesario analizar otro plano de la situación que es la que depende de cada uno de los gobiernos que hoy se encuentran en una situación desfavorable. El razonamiento es lógico, frente a tantas demandas satisfechas urge la necesidad de incorporar mayores demandas. Tal vez, uno de los errores de estos gobiernos ha sido recordarles a sus representados lo mal que la pasaban antes de su llegada. Si bien es absolutamente cierto, pasada una década de inclusión de millones de ciudadanos es necesario que estos gobiernos proyecten políticas de futuro para seguir incorporando las necesidades que aún no están resueltas.

Volviendo a Bolivia, hay que rescatar que ha sido el país con más crecimiento sostenido e inflación más baja de la región, ha logrado alfabetizar al conjunto de su población y probablemente erradique la pobreza en 2025. Es posible que muchos que votaron por el NO, terminen votando al gobierno en las elecciones del 2019, sería un error trasladar esta consulta en proyección de votos para las elecciones futuras. Lo que sí es una realidad es que el MAS deberá tener un fuerte debate interno.

Hablamos de la construcción política como uno de los problemas y aquí nos centraremos. La dependencia del liderazgo unipersonal para la continuidad de los procesos se ha transformado en un escollo. Los antecedentes no son alentadores, derrota en Argentina y crisis en Brasil y Venezuela, países que han designado sucesores. En Ecuador Rafael Correa termina su mandato y no tiene posibilidad de ser re-electo y el tiempo corre.

Es claro que todos estos países necesitan una fuerte discusión interna para que las personas no sean la única garantía de proyectos acompañados por millones de personas. Este contexto, si lo comparamos con otros años, puede ser la posibilidad para que los Movimientos Populares que lograron romper la hegemonía del poder y pusieron la integración regional como prioridad política y económica debatan hacia adentro nuevos mecanismos de selección de autoridades y, porque no, un nuevo sistema político regional. ¿Democracia Parlamentaria Suramericana? Suena ambicioso pero no habría que descartarlo. América Latina se ha refundado después del estallido neoliberal y consolidó una estructura latinoamericana que será difícil de desarticular, por eso es necesario pensar programáticamente proyectos que sigan ese camino de independencia y unidad.

La reelección indefinida de los procesos populares no es el problema de fondo, la discusión es más profunda y gira en torno al tipo democracia que hay que construir, el fortalecimiento de los mecanismos de participación popular y la solidificación política de proyectos que lograron sacar del infierno a millones de personas. En definitiva, se trata de diagramar el segundo tomo de un proceso regional que logró el período de mayor integración de la historia.