Barrios por la Memoria y la Justicia, e H.I.J.O.S  colocaran una nueva baldosa como otro acto de memoria para seguir señalando en los barrios la ausencia y la presencia de los 30 mil compañeros detenidos-desaparecidos.

En esta oportunidad será en homenaje a Alberto Pastor.

“La ausencia forzada y masiva fue el método que usaron los genocidas para desaparecer a los compañeros y compañeras. La presencia es lo que traemos cada vez que los nombramos, recordamos y reivindicamos”, sostienen.

Por eso, eligen compartir acá una parte de la historia de Alberto, con un escrito de Enrique, su hijo, militante de H.I.J.O.S.

Mientras el sábado irán todos juntos a colocar la baldosa en el barrio en el que vivió con su papá y su mamá, el mismo que lo vio militar y luchar. Ésta será la cuarta baldosa que instalaremos de una serie hecha colectivamente en la Casa de la Militancia en la ex ESMA.

«Alberto Manuel Pastor, el Campi nació un 25 de abril de 1948 en Rancagua, Provincia de Buenos Aires, aunque la familia se instaló al poco tiempo en Pergamino. Allí estudió, trabajó desde adolescente por la prematura muerte de su padre y también comenzó su militancia política en el Peronismo. Ya en Capital, y por el influjo de la revolución cubana, las ideas de Cooke y su admiración por el Che Guevara, militó en distintos movimientos revolucionarios como la Acción Revolucionaria Peronista, pasando luego a las FAR y finalmente incorporándose al PRT-ERP.

Durante su militancia en la zona sur de la ciudad conoció a su compañera María del Carmen, con quien se casó y tuvo un hijo, Enrique. Alberto y María del Carmen fueron secuestrados por una patota del Ejército el 28 de marzo de 1976 y llevados al CCD que funcionó en Brigada Güemes. Alberto logró fugarse a los pocos días, mientras que María del Carmen fue mantenida detenida como presa política hasta mediados de 1980.

Reintegrado a la militancia, Alberto conoció a Nora Maurer, con quien formó pareja y esperaban un hijo o hija para fines de 1977. Ambos fueron secuestrados el 12 de mayo de 1977 en San Justo y permanecen desaparecidos, no así su lucha ni su amor por el pueblo, que estará siempre presente en el recuerdo de sus seres queridos y compañeros.

Su familia le decía Tucho y sus compañeros el Campi. Fue querido y respetado, y a pesar de su juventud, era noble, sencillo y comprometido con su tiempo».