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Cuidados integrales en Salud: una perspectiva urgente

Desde marzo del 2020 la palabra "cuidar" aparece en cada una de las conversaciones cotidianas, en las publicidades y propagandas oficiales, en la puerta de escuelas, hospitales y bancos; pero ¿Qué significa realmente cuidar, cuidarse, cuidarnos? ¿Desde dónde se piensa el cuidado y por qué?

Esas y otras tantas preguntas son la base desde la que equipos de investigación de distintas especializaciones crearon la primer Diplomatura de Cuidados Integrales en Salud, que actualmente se dicta en la Universidad Nacional de Río Negro.
La antropologa, investigadora y docente, Ana Domínguez Mo
n, nos cuenta los principales objetivos de la Diplomatura que se plantea como un paso decisivo a interpelar y mejorar la relación entre el Estado y las comunidades a partir de una mirada de los cuidados humanizada, cotidiana y consciente.

Esta primer cursada orientada sobre todo a lxs trabajadorxs estatales pone sobre la mesa una perspectiva que va desde proponer la participación activa y urgente del Estado en las tareas de cuidado, pasando por la soberanía alimentaria y el cuidado del ambiente como pilares fundamentales para pensar un cuidado integral de las personas, insistiendo en la perspectiva de los cuidados paliativos tan necesarios siempre pero sobre todo en contexto de pandemia mundial, hasta la inesquivable perspectiva de género infaltable para hacer un análisis de los cuidados.

¿Por qué una Diplomatura en Cuidados Integrales de la Salud? ¿Fue una idea surgida por las urgencias de la pandemia de Covid-19?

En realidad, este es el producto del desarrollo de investigaciones que venimos llevando en conjunto distintos equipos de investigación que nos reunimos en torno a la categoría “cuidados” en el 2013 en el Instituto de investigaciones Gino Germani. Nos nuclear a través de distintos centros de investigación como el Instituto de Psicología de la UBA, el Instituto Gioja de la Facultad de Derecho, el Instituto Lanari de la Facultad de Medicina, y dentro del Instituto Gino Germani; éramos alrededor de 8 equipos, que trabajan con ancianidad, con enfermedades crónicas avanzadas y con cáncer. A partir de ahí empezamos a pensar que el cuidado no es de la Salud sino que como relación social produce bienestar en la gente cuando se llevan a cabo y una vez finalizada la tarea tienen sus efectos; por eso es en Salud, porque es la relación la que establece esa posibilidad de bienestar.

¿Cuáles son los principales ejes de la Diplomatura?

Cuando pensamos la diplomatura la hicimos para poder abordar una mirada general de qué son los cuidados, recorrer distintas esferas de instituciones públicas y privadas que debieran considerar a los cuidados en calidad de cuidados en Salud, es decir que las prácticas, las relaciones sociales que se entablan para satisfacer las necesidades de las y los usuarios respondan a un criterio de derecho de todas las personas que están involucradas en esa relación.

Dicho esto nosotros pensamos en cierta lógica de articulación de los cuidados; empezando por los más conocidos que tienen que ver en el campo sanitario, con todas las actividades preventivas y aquellas estrategias que se dan en el primer de atención, que la llamamos atención primaria de la Salud, en donde se abordan los problemas de todas las personas particularmente familias que acuden a los centros sanitarios en virtud de los programas nacionales, los programas provinciales y los propios de cada municipalidad donde estan ubicados esos centros asistenciales.

Siguiendo por la articulación de los derechos humanos y los cuidados, entendiendo que cada acción tiene su correlato y en el caso de la Argentina, tenemos un abanico de leyes que si realmente se respetaran, podríamos restituir muchos de los derechos que actualmente no alcanzan a las personas que más por su fragilidad social y estructural más necesitan el alcance de esas políticas, en Salud particularmente, en Justicia y acerca de la distribución desigual de los recursos en nuestro Estado y en las distintas Naciones que lo abarcan.

Después queríamos ver que pasa con el ambiente, el aire, el agua, los alimentos, que deberían ser como su nombre lo indica, productos que nos permitan alimentarnos y nutrirnos, pero muchas veces son comidas de consumo rápido, poco nutritivas, pero que son muy baratas para el acceso masivo del conjunto de la población, y aquellas que muchas veces tienen protección -pensemos en los precios cuidados- no son las de mejor calidad nutricional.

Pensamos también en la Salud Mental, no como escindida de la Salud Comunitaria, sino como dimensión que abarca a todas las personas en tanto trabajadoras, trabajadores y usuarios de las distintas dependencias, tanto del Estado, como dependencias de Instituciones privadas. En esta relación podemos producir cuidado o descuido, cuidado o maltrato por eso enlazamos esta dimensión de la Salud con otra que titulamos “Aprender y enseñar cuidando en el campo pedagógico”. De esta manera podemos pensar al cuidado como una práctica que puede producir ternura, confianza y por eso retomamos de la salud mental, el valor de la escucha y de la mirada de las instituciones. Obviamente nos basamos en toda la producción de la pedagogía popular, básicamente la pedagogía derivada de los trabajos de Paulo Freire, y en nuestro país tenemos bastantes discípulos de Freire, como puede ser el Nano Balbo.

En el tramo final de la diplomatura convocamos a las organizaciones sociales, porque consideramos que las organizaciones sociales en término del cuidado del ambiente, de la familia, son y han sido las grandes detectoras de las fallas tanto del Estado como de las empresas privadas, en esta posibilidad de abordar la Salud desde una manera integral. Ahí apunta la diplomatura.

Entiendo que así como sucede con la Ley Micaela, la Diplomatura está orientada a que lxs trabajadores estatales adquieran una nueva perspectiva para su labor, en este caso la de cuidados integrales; no obstante el cuidado está fuertemente relacionado a la desigualdad de género, ¿contemplan la perspectiva de género dentro de la Diplomatura? 

Ocurre que en general la integralidad no se cumple cuando hay alguien que es depositaria de la responsabilidad de cuidar a otros. Ese alguien, o generalmente, esa alguien; es producto de relaciones jerárquicas que se dan en todas las sociedades. Hemos también revisado los esquemas de cuidado en sociedades que tienen otra trayectoria con respecto a los cuidados como política de Estado, como son las sociedades nórdicas; pero también en esos lugares con Estados de bienestar muy presentes, las relaciones recaen sobre todo en las mujeres, porque todavía culturalmente hay una reproducción de las desigualdades.

Lo que sí es cierto, es que el Estado tiene un montón de dispositivos dispuestos para que las personas mayores tengan una autonomía óptima y cuando no la tienen existen instituciones que recuperan la responsabilidad sobre ellos que tiene el Estado y no son sociedades que apelen al cuidado a través de la familia, como son las sociedades latinoamericanas; es decir que la desigualdad de género aprendida y reproducida, conspira contra esta idea del cuidado integral porque la integralidad no es solamente reconocer que un fenómeno, sea este el cuidado paliativo, una persona con enfermedad avanzada, en el final de la vida, el cuidado en torno a las niñeces o el cuidado de una persona gestante; implica reconocer que ese fenómeno afecta la vida de esas personas.

Pero a su vez cuando ese fenómeno ingresa institucionalmente, sea en una institución de Salud, educativa o del sistema de Justicia; generalmente empieza a desagregarse porque esas instituciones no fueron pensadas integralmente, sino que obedecen a una estructura fragmentaria. Es decir que la integralidad no es solamente vinculada a la complejidad de los problemas que abordan los cuidados, las dimensiones de la vida de las personas que se ven afectadas, sino que en la trama social, las instituciones tienen que transformar sus propias estructuras que son altamente fragmentadas y que conspiran con esta idea de un cuidado integral.