“Es parte de la reconversión de las Fuerzas Armadas. Necesitamos fuerzas que se adecuen a las nuevas hipótesis, que no son ya los posibles conflictos bélicos con países vecinos sino cuestiones como la ciberdefensa, el terrorismo o la protección de recursos naturales”, explicó el funcionario nacional.

De acuerdo al proyecto, las fuerzas diagramarán un plan de entrenamiento anual que podrá oscilar entre dos y cuatro semanas. Mientras dure la convocatoria, el empleador civil del reservista no podrá considerar las inasistencias al trabajo como abandono de tareas, teniendo la obligación de mantener el cargo y todas las condiciones laborales del “convocado” hasta el fin de plazo de convocatoria.

El Gobierno, adelantándose a las críticas, rápidamente salió a aclarar que esto no sería como el servicio militar obligatoria que rigió hasta el año 1994 (año cuando Carlos Menem decretó el fin de la Colimba después del asesinato de Omar Carrasco), ya que estos “reservistas” se alistarían voluntariamente.