Opinión

Lo que San Cayetano te da, Macri te lo quita

Editorial de Fernando Gomez, Director del Colectivo de Medios Oveja Negra.

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Quizás la mayor demostración de religiosidad popular existente en nuestra Patria, después de la Virgen de Luján sea la devoción a San Cayetano, patrono del Pan y del Trabajo.

La Fe de un Pueblo encuentra raíz profunda ahí donde se vincula con los sueños y esperanzas de los más humildes. Aún más, en tiempos sombríos, cuando la fe acompaña las necesidades más urgentes de las mayorías populares.

Es por esa particular razón que millones de compatriotas se movilizan a San Cayetano con la esperanza del pan y del trabajo. Seguramente, éste 7 de  Agosto, muchos lo hagan convencidos que aquello que San Cayetano te da, Macri te lo quita.

El Papa Francisco sentenció que “cuando falta el trabajo, falta la dignidad” y que el trabajo no falta por un acto de Fe, sino como “consecuencia de un sistema económico mundial que tiene en el centro un ídolo que se llama dinero”. Una versión descarnada del sistema que condenara Francisco, irrumpió en la Argentina el 10 de Diciembre de 2015 y llegó de la mano del Presidente Mauricio Macri y los gerentes que ocupan los ámbitos de  decisión de su gobierno.

Esta nueva etapa del neoliberalismo en la Argentina redefine las relaciones de fuerza de una disputa que lleva siglos de historia no sólo en nuestra Patria chica, también en nuestro continente. Su objetivo es apropiarse de las principales riquezas de nuestra tierra. Por un lado, sus recursos naturales y por el otro, sus recursos humanos. Es decir, apropiarse de la riqueza de un pueblo trabajador, generando las condiciones para alcanzar su aggiornada esclavitud.

Nuestro suelo, y su capacidad de producción de alimentos, ha encontrado en el paradigma del “granero del mundo” la matriz de su saqueo. La capacidad productiva de nuestra tierra, puesta al servicio de siete multinacionales acopiadoras y exportadoras de granos al mundo. Para beneficio de ese modelo, Macri eliminó las retenciones a los pulpos agroexportadores y modificó la ley que ponía freno a la extranjerización de la tierra para profundizar su apropiación. Quizás por eso, fue recibido con elogios y aplausos en el 150 aniversario de la Sociedad Rural Argentina, cuna de aquella oligarquía entreguista a la que Evita consideraba aún más abominable que los propios imperialistas.

Como mecanismo de apropiación de las riquezas de nuestro subsuelo, Aranguren ha iniciado un ciclo de extranjerización de la producción energética y han eliminado las retenciones mineras para favorecer a las multinacionales que explotan nuestra cordillera.

En simultáneo con este saqueo de nuestras riquezas naturales, el Gobierno de Mauricio Macri avanza con el objetivo de la destrucción del salario y de los derechos conquistados por los trabajadores, ya no sólo en los últimos doce años de gobierno popular, siquiera aún a un modelo pre peronista, si no para retrotraer las condiciones de dependencia de los laburantes a 1910.

En la filosofía del actual Gobierno, las inversiones externas avanzaran a lomo de tortuga, hasta que las multinacionales no puedan arribar al país para explotar libre y alegremente a los trabajadores, pagarles miseria, aplicar la jornada laboral que se les ocurra y hasta poder evitar pagar indemnizaciones si se les ocurre despedirlos.

Porque las inversiones externas, siempre en nuestra historia, sólo arriban al país para saquear la riqueza de su tierra y maximizar sus ganancias a costa del bolsillo y el sacrificio físico de sus trabajadores.

Han comenzado a transitar la tarea de engrosar el índice de desocupación, abriendo una nueva época con despidos masivos en el Estado, pero fundamentalmente, destruyendo el ciclo productivo y de industrialización de nuestra economía. La apertura de importaciones y la supremacía de la rentabilidad financiera, son las medidas que sólo permiten esperar un masivo ciclo de destrucción del empleo.

Con un alto índice de desocupados, avanzarán en las condiciones de explotación laboral bajo el temor de los trabajadores a perder su fuente de ingresos. No por nada, Macri decidió vetar la ley anti despidos, pese al consenso construido para su sanción legislativa.

Aún mas, comienzan a preparar el terreno, editoriales del diario La Nación mediante, y bravuconadas balbuceadas por el Presidente, para consolidar legalmente una reforma laboral que vuelva a poner de rodillas a los trabajadores frente al núcleo de empresarios a los que pretenden asegurarles ganancias monstruosas.

El principal conflicto popular del tiempo que se viene en la Argentina estará signado por el trabajo, por aquellos que no lo tienen, por aquellos que lo pierden, pero también por los millones que han conquistado el derecho a laburar y pretenden arrinconarlos con su explotación.

En nuestra Patria, marcada a fuego por el Peronismo, donde los trabajadores han construido enormes experiencias de organización, la unidad del Movimiento Obrero es un dato necesario, su movilización en defensa ante las políticas de ajuste, un elemento indispensable.

Tal vez por eso es indispensable que la Fe que se deposite en San Cayetano, se constituya en esperanza movilizadora para el Congreso del 22 de Agosto convocado por la CGT. Aún más, se convierta en movilización popular para esa Marcha Federal convocada por la CTA para el 31 de Agosto.

Justo en estos días, que se nos fue un patriota, un dirigente obrero como pocos. Justo ahora, que se nos incorporó Raimundo Ongaro al colectivo celestial del peronismo, es una gran oportunidad para que un puñado de billetes de las Obras Sociales, no terminen tapando La Falda y Huerta Grande.