Esto se debe a las obras que el gobierno de la Ciudad está realizando, que en su momento generaron un duro conflicto con los comerciantes de la zona, y que ahora provocan consecuencias en los pasajeros.
Por las reformas sólo quedan dos dársenas para las paradas de más de 15 líneas de colectivos, y los usuarios deben amontonarse a la intemperie para abordar los mismos.
Los usuarios sufren las altas temperaturas al rayo del sol en los ardientes días de verano y debieron hacer frente a las fuertes lluvias a que se desataron en los últimos tiempos, sin un mínimo techo donde resguardarse.
Ante esta situación la gente se siente molesta y no puede entender como se les anuncia un alerta naranja ante el peligro del golpe de calor y contrariamente deben estar expuestos al riesgo mientras aguardan el transporte que los lleve a su trabajo o a su domicilio.
Gente mayor, discapacitados y mujeres embarazadas o con hijos pequeños en sus brazos, son la muestra más cabal de la situación y la poca preocupación por la solución a estos problemas.
Ante los reclamos, en el gobierno de la Ciudad no hay quien atienda las sugerencias y ya han sido varias las veces que personas que aguardan los colectivos deben ser atendidas por descompensación.