Opinión

Aquel país que nunca fuimos

Venezuela Carola Chávez carolachavez.blogspot.com

A veces me cuesta creer que algunas personas crean las cosas que ellosmismos dicen. Resulta que ahora Venezuela está dividida, cosa que noconocíamos los venezolanos, que siempre vivimos en armonía en un paísque era una fiesta, o una Bailanta Sensacional, donde todos éramoshermanos y como tales nos portábamos. Claro que hay hermanos egoístas,insensibles, arrogantes, esos hermanos que arrebatan, empujan, queignoran el dolor del otro, pero hermanos, pues… ¿Qué culpa tienenAbel?Vivíamos en la cruel armonía del opresor y el oprimido, del explotadory el explotado y desde Prados del Este no se veía Petare, aunque deallí vinieran miles de convenientes petareños limpiar nuestras casas,a servir nuestras mesas, a podar nuestros jardines, con sudesesperanza asumida a fuerza de ancestrales injusticias.Éramos un país con una sola voz: la de cuatro gatos poderosos. Esepaís que añoran las viejas caceroleras del este, la Venezuela de laabundancia de algunos y la miseria de casi todos; donde bastabachasquear los dedos para encontrar mujer de servicio con maridojardinero y chofer todo por el precio de uno. ¡Ay Virgen Dorada deAltamira! Y ahora, culpechavez, todos dizque estudiando y nadie quieretrabajar.Un país maravilloso bajo la sombra inquietante de unos cerros quepodían bajar, aunque no puedo imaginarme por qué si todos éramosfelices, ¿O acaso algunos, digamos muchos, no lo eran tanto?Éramos un solo país, un remanso de paz mezquina con murallas conMultilock, con vigilantes en las garitas, sí, con 70 muertos de cadafin de semana caraqueño que descansan, no sé si en paz, enpolvorientas hemerotecas que nadie va a revisar, y la impotencia, elengaño, el futuro hipotecado al FMI, y Carlos Andrés Perez pidiendosacrificio a los siempre sacrificados, y el Caracazo ¿Eso tampocopasó?… Un solo país.Por eso me asombro cuando alguien, amparándose en el ojos que no vencorazón que no siente, evoca añorante un pasado que nunca fue. Measombro y me indigno porque quienes hoy lamentan desgarrados ladivisión de la sociedad venezolana son los mismos que se dedicaron conesmero a partir, a conveniencia, al país en dos desiguales einjustísimos pedazos: uno inmenso, excluido a palazos, condenado alhacinamiento en barriadas imposibles de infinitas escaleras de tierra,y el otro, un escogidito grupo con voz y voto, membrecía dorada yderecho de admisión.Así que para la gente decente, pensante, amnésica y súbitamentehorrorizada con lo que pasa en este país, el problema nunca han sidolas divisiones, sino, por el contrario, el problema es la inclusión.Y pensar que nada han perdido mientras tantos han ganado tanto. Dacomo pena ajena ¿No?