Sociedad

Confesiones del infierno

El ex oficial de inteligencia de la ESMA Antonio Pernías, indicó que torturaban “lo más humanamente posible”.

El ex oficial de inteligencia de la ESMA Antonio Pernías, declaró por segunda vez, en las últimas horas acusado por los secuestros y desapariciones de las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet durante la dictadura militar, y reconoció que fueron «un error y un horror». Además el acusado de crímenes de lesa humanidad, tuvo una paradójica manera de confesar que las torturas se aplicaban «lo más humanamente posible».También admitió que hubo de «traslados» de prisioneros, en referencia a los «vuelos de la muerte» desde los cuales arrojaban a los detenidos vivos y dopados al Río de la Plata. A Pernías y a otros 16 represores se los enjuició por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), pero él negó que los oficiales o suboficiales tomaran decisiones sobre los «traslados» de prisioneros, ya que eso, dijo, era una orden daba por los altos mandos. Según el represor en las torturas «no había ensañamiento» porque el objetivo era obtener información y explicó que se aplicaban durante 15 minutos porque «si no se sacaba información después de ese tiempo, ya no servía». Estas declaraciones generaron indignación entre los asistentes al juicio, que son en su mayoría familiares de las víctimas o sobrevivientes.Asimismo calificó como «personas de bien», a los marinos que participan de las sesiones de tortura y justificó el método argumentando que “aún hoy se los sigue aplicando en países como Irlanda e Israel”.Si bien, el ex oficial de inteligencia también negó que haya participado en el secuestro de las monjas francesas consideró como una «guerra cruel» al terrorismo de Estado que aplicó la última dictadura militar a partir el 24 de marzo de 1976. «No declaro para defenderme, sino por la búsqueda de la verdad, por la sangre de todos los que murieron. La guerra no la quise ni la busqué. Pero fue inevitable, y como militar, debí afrontarla», sostuvo Pernías y reconoció que Rodolfo Walsh fue trasladado a la ESMA. Las religiosas estuvieron detenidas en la ESMA luego de ser atrapadas por un grupo de tareas encabezado por el ex capitán Alfredo Astiz en la Iglesia de la Santa Cruz de esta capital, donde se reunían familiares de desaparecidos, en diciembre de 1977. La ESMA fue el centro clandestino de detención de la última dictadura militar que estaba a cargo de la Armada y por el que se calcula que pasaron cinco mil prisioneros políticos.El juicio está a cargo del Tribunal Oral Federal 5 y junto con Pernías y Astiz también están siendo juzgados Jorge «El Tigre» Acosta, Juan Antonio Azic, Carlos Capdevilla, Ricardo Miguel Cavallo, Julio César Coronel, Adolfo Donda, Juan Carlos Fotea, Manuel García Tallada, Pablo García Velazco, Alberto González, Oscar Montes, Jorge Radice, Juan Carlos Rolón, Raúl Scheller y Ernesto Weber. Todos ellosl son juzgados por 85 casos de delitos de lesa humanidad, incluidos el secuestro y desaparición del escritor Rodolfo Walsh, de las monjas francesas Duquet y Domon, y del grupo fundador de las Madres de Plaza de Mayor que integraban Azucena Villaflor, Mary Bianco y María Esther de Careaga.Pernías, señalado como un torturador por los sobrevivientes de la ESMA, solicitó ampliar su indagatoria y volver a declarar luego de haberse negado a hacerlo tras la lectura de los autos de elevación a juicio oral donde constan las imputaciones. Queriendo generar algún tipo de expectativa, tras tan polémicas declaraciones, prometió “explicar la posición de Perón” en su próxima declaración.El juicio se inició el 14 de diciembre del año pasado y por las audiencias ya pasaron más de un centenar de testigos, algunos por vía de teleconferencia dado que viven exiliados desde que fueron liberados de la ESMA.En este juicio oral son juzgados por 85 casos de delitos de lesa humanidad, incluidos el secuestro y desaparición del escritor Rodolfo Walsh, de las monjas francesas Duquet y Domon, y del grupo fundador de las Madres de Plaza de Mayor que integraban Azucena Villaflor, Mary Bianco y María Esther de Careaga.