Política

Elecciones… ¿y después?

Mañana nuestro pueblo está llamado a las urnas. Mas allá de la intensidad con la que viven la contienda aquellos que habitan la política, nuestro pueblo sigue sumergido en un enorme desencanto. Dolor social y deterioro de la democracia, como amenazas que se proyectan en un horizonte peligroso.

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“El más terrible de todos los sentimientos

es el sentimiento de tener la esperanza muerta”

Federico García Lorca

 

Cuando éstas líneas sean publicadas, faltarán apenas 24 horas para que nuestro pueblo sea convocado nuevamente a las urnas.

Toda palabra escrita un viernes, para ser leídas un sábado, analizando un acontecimiento que sucederá un domingo, está amenazada de envejecer de mal modo. Pero quien no arriesga, se pierde la oportunidad de analizar el futuro.

Por lo pronto, lo obvio. El domingo se habrá de elegir, apenas, un tercio de los representantes del Senado de la Nación, la mitad de los representantes de la Cámara de Diputados de la Nación. Se encuentran en juego, formalmente, las conformaciones de las mayorías y las minorías en ambos cuerpos.

Pero claro, así como la democracia es algo muchísimo más profundo que ir a votar.

Ir a votar, en el marco de una democracia limitada a lo formal, se termina por transformar en un plebiscito necesario para la integridad de la representación popular de las fuerzas políticas con reflejo electoral en la Argentina.

Allí afincan las razones para la efervescencia discursiva con la que vive la dirigencia política institucional de nuestro país, y los núcleos duros de votantes, el sentido del resultado que arrojen las urnas promediando la noche del próximo 14 de noviembre.

Para los que habitamos la política, el resultado no sólo habrá de determinar cómo quede conformado el Congreso, también, abrirán el interrogante sobre la salud interna de la coalición de gobierno, su capacidad de reacción frente a un resultado inexorablemente adverso y también, sobre el rol que jugará una clase dominante que vive con el bidón de nafta en una mano y el encendedor en la otra.

 

Los desafíos del 15N

Mucho se ha especulado hasta acá sobre el futuro de la coalición de gobierno que integra el Frente de Todos. Tras las primarias, las renuncias de una parte importante del gabinete, el cruce epistolar entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, y el silencio oportuno de Sergio Massa para ver cómo sacaba ventaja, pusieron en tensión la dinámica de funcionamiento interno del Frente.

También, los escarceos internos, abrieron la puerta de los especuladores que se alimentan de la carroña. De los que habitan fuera de la fuerza gobernante, y de los que habitan adentro.

Desde las editoriales patrocinadas por los intereses de los grupos económicos, han puesto en palabras concretas los sueños húmedos del poder económico que opera sobre los destinos del país. De mínima, una coalición en la que el poder político en la acción de gobierno que ostenta Cristina Kirchner sea menos que marginal. De máxima, que el Frente de Todos tenga continuidad sin Cristina.

Por mucho que la alianza gobernante se esfuerce en caer con simpatía a los intereses del establishment, la simple memoria depositada en aquellos doce años protagonizados por Néstor y Cristina, los empuja ideológicamente a rechazar todo gesto que pretenda mostrar el cambio de paradigma que operó en su fundamento actual.

El camino emprendido por el poder económico para alcanzar sus objetivos es evidente.

Por mucha rentabilidad que hayan acumulado durante estos dos años, por mucha regresión en la distribución del ingreso que haya operado en el país, por muchos intereses que se paguen de Leliq, por mucho subsidio en dólares a la producción energética, por mucho beneficio tributario a los sectores exportadores, están dispuestos a tensionar la dinámica económica del país, aún a riesgo de fogonear una crisis de la que nadie puede cuantificar el daño que genere.

Han presionado sobre el tipo de cambio desde las PASO hasta el último día financiero previo a las elecciones. Han presionado sobre los precios al consumidor, en un país donde el consumo se encuentra en pisos históricos. No contentos con el deterioro real que operó sobre los ingresos, presionan para una reforma laboral que termine por sepultar derechos.

Sueñan con una crisis, porque, en definitiva, como decía aquel gran economista egipcio Samir Amin, el capitalismo es especialista en generar crisis para después gestionarlas, jamás para resolverlas.

 

Y el quilombo de la democracia

Más allá de todo lo dicho, el gran problema que enfrentará la dinámica política de la Argentina, no son las consecuencias del resultado que arrojen las urnas, sino la profunda apatía social con la que vive nuestro pueblo el devenir de la representación institucional.

Las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias de septiembre dejaron un resultado alarmante. El 30% de nuestros compatriotas no fueron a las urnas, localidades de nuestro país en que apenas la mitad de los empadronados se acercaron a emitir su voto. No existe razón valedera para pensar que idénticas postales (punto más, punto menos) se terminen por repetir a la hora de abrir las puertas de las escuelas el próximo domingo.

“El domingo, millones de compatriotas no van a ir a votar. Aunque nos parezca inverosímil a los que habitamos la política, la enorme mayoría de los que se van a ausentar de las urnas lo hacen porque no se enteran o porque les importa tres cuernos el resultado. Apenas unos pocos no van a ir por bronca, cosa que sería mejor que la apatía absoluta” decíamos en la editorial de InfoNativa previa a las PASO. Aquella nota, tristemente, no envejeció con vergüenza.

Sucede que en nuestro país la miseria se hizo cotidiana para una alarmante cantidad de compatriotas.

Todos los días, cientos de miles de personas revuelven la basura para rescatar algo del desecho ajeno, manguean comida o ropa usada para venderla en una feria. Son demasiados los que no llegan a poner un plato de comida sobre la mesa y recurren a un comedor o un merendero.

Son demasiados compatriotas que tienen que pedir un bolsón de comida para alimentarse. No hay democracia que tolere semejantes postales, y los riesgos de diluir las democracias, los pagan los mismos que padecen la miseria.

Allí está el problema que sólo amenaza con agravarse una vez que se termine el escrutinio definitivo, y sea cual sea el resultado. Allí habita un dolor social muy profundo, que lastima en las entrañas de la enorme mayoría de los que habitamos éste suelo.

 

Las lecciones de Néstor

El 28 de junio de 2009 Néstor Kirchner perdió por apenas un punto en la provincia de Buenos Aires, allí donde encabezaba la boleta de Diputados Nacionales del Frente para la Victoria.

Una semana después, apenas, en el Parque Lezama, una convocatoria militante realizada por Carta Abierta, recibió la visita de Néstor Kirchner quien les dijo “lo que están haciendo ustedes hoy, a una semana de las elecciones, pensando qué es lo que hay que hacer, cómo lo tenemos que hacer, juntarnos a discutir, juntarnos a construir y tratar de armonizar en el país un proceso de transformación y de cambio, es lo más importante”.

Como lectura necesaria de aquella derrota, Néstor Kirchner decidió responder apoyado en el debate colectivo. Decidió emprender el camino de enfrentar al poder económico para volver a enamorar a un pueblo que precisaba que la riqueza se distribuya, Un pueblo al que no le alcanzaban las buenas intenciones o los diagnósticos agudos.

Hay una tarea impostergable que demanda la hora. Hay que volver a reconstruir la confianza de nuestro pueblo en la política, hay que contener el dolor social que viven las mayorías y edificar una voluntad colectiva capaz de reconstruir un pensamiento nacional que permita proyectar en el horizonte un destino de grandeza para nuestra Patria y de felicidad para nuestro Pueblo.

Y esa hora, necesita del protagonismo de la militancia.