Hace cuatro décadas las FFAA argentinas recuperaban el control sobre las islas Malvinas y las Islas Georgias. La recuperación fue temporaria, como sabemos Inglaterra haciendo un gran esfuerzo movilizó el grueso de sus fuerzas navales y encolumnó tras de sí el apoyo de todo occidente. En dos meses recuperó el control de las islas después de duros combates. En este artículo presentaremos algunos puntos polémicos y claves respecto de la guerra, su interpretación y sus consecuencias.
Causas del conflicto armado
Hacer un análisis de cualquier conflicto requiere ver algo más que la foto, sino ver la película. En la historia es una decisión arbitraria encontrar un inicio y un fin a cualquier proceso, ya que la historia de los pueblos es un continuo con momentos más acelerados y otros más lentos. Salvo cuando hablamos del fin de alguna civilización, pero aun ese fin suele ser un proceso de mucho tiempo. La elección de las cotas inicial y final de un análisis encuadra y permite entender mejor la perspectiva del análisis y ubicar con mayor claridad el hecho en su contexto.
Para el caso de la guerra de Malvinas en esta breve introducción señalaremos el inicio del proceso que llevó a la guerra la resolución 2065 de Naciones Unidas, que a fines de 1965 reconoció la existencia de una disputa de soberanía entre el Reino Unido y Argentina en torno a las Islas Malvinas. De igual manera, reconoció que el caso de las Malvinas se encuadraba en una situación colonial, que debía ser resuelta teniendo en consideración lo expresado en la resolución 1514, donde se estableció el objetivo de eliminar toda forma de colonialismo. Esta resolución favorable a la Argentina se pudo dar en un momento de éxito de los procesos de descolonización, de las luchas de liberación nacional, de la existencia del Movimiento de Países No Alineados y de existencia del “Bloque socialista”. También debe estar claro que para quienes dictaron la resolución y para los implicados, la cuestión debía ser resuelta en un plazo razonable. En los hechos todas las situaciones coloniales reconocidas fueron resueltas pacifica o violentamente en esas décadas. Fueran independencias o restitución de territorios cercenados por las potencias. De esa época solo queda abierto Malvinas y (un tema completamente distinto) el Sahara español.
Dese 1966 hasta 1982 se desarrolló un pedido en que se intentaron negociaciones que debían concluir con el traspaso de la soberanía. Inglaterra tuvo una política ambigua, en momentos de apertura en otros de cierre al tema, y a veces ambas políticas. Quizás el momento más avanzado para conseguir una resolución pacífica fue en torno a 1974 cuando, bajo el gobierno peronista se establecieron diálogos para discutir el traspaso con alguna forma de presencia mixta, plazos y escalones. Sin embargo, en 1975/76 la situación cambió. Llegando en momentos a incidentes militares. Creemos que, en ese año, si bien siguieron negociaciones, desde Inglaterra comenzó una política de claras dilaciones y refuerzo de su presencia colonial. Nada a comparación de lo actual, pero notoria respecto de la década de 1960.
El incidente se dio entre la armada Argentina y el Buque británico Endurance donde se desarrollaba la misión de Lord Shackleton quien llevaba adelante investigaciones sobre la potencialidad económica de la región. La armada patrullaba los mares adyacentes a las islas ejerciendo el control sobre las 200 millas y exigiendo permiso argentino para circular. El buque británico se negó y los disparos sonaron hasta solo 10 km de Puerto Argentino. El informe Shackleton señalaba la enorme potencialidad pesquera de la región y la hipotética potencialidad petrolera. Pero indicaba también que requería un desarrollo e inversiones que para ser posibles debían terminar con el problema argentino de alguna forma. Las negociaciones continuaron ya que las inversiones extranjeras podían desarrollarse con soberanía argentina como bien sabemos. En esa época Martínez de Hoz daba los primeros pasos para una garantía plena del saqueo que hoy continua. De hecho, el superministro de la dictadura sugirió a Gran Bretaña negociar sabiendo que la nueva política económica podía garantizar las inversiones y el saqueo sin problemas. Sin embargo, los intereses británicos y el lobby isleño iban más allá que solo pesca, petróleo y negocios globales, hay razones geopolíticas de mayor envergadura en discusión. Y las potencias conocen las bases del poder real más allá del libre mercado.
A fines de 1977 el Reino Unido envió a las islas unidades de la Marina. el submarino nuclear HMS Dreadnought y otros buques de superficie, permaneciendo en los alrededores de las islas durante todo el mes de diciembre de 1977, hasta la reunión en la ONU en ese mes. Los buques establecieron una zona de identificación marítima de 50 millas alrededor de las islas. Cualquier nave de guerra argentina que ingresara allí debería dar explicaciones de su presencia. Indudablemente era una respuesta al incidente del Endurance. E implicaba una escalada. Amenaza que continuó y que explícitamente fue enunciada por el canciller Costa Méndez en su discurso en No alineados de 1982 como una clara avanzada militar inaceptable y reconocida como tal por la asamblea presidida por Fidel Castro.
Hasta ese momento los británicos señalaban que las Malvinas eran imposibles de defender frente a la Argentina, y que había que dilatar lo más posible las negociaciones, sin hacer que Argentina perdiera las esperanzas de recupera las islas pacíficamente para evitar que se optara en nuestro país por un ataque militar. La política exterior británica equilibraba la fuerza y la negociación.
En ese sentido es necesario reponer para la historia que las declaraciones de la cancillería argentina bajo regímenes de distinta naturaleza siempre habían dejado en claro que la resolución 2065 debía ser implementada y el conflicto resolverse en forma pacífica. Pero señalaba que, si Inglaterra se negaba a avanzar, la argentina no esperaría indefinidamente la resolución de la cuestión.
Lo cierto es que Inglaterra tenia un problema y su inteligente diplomacia debía solucionarlo. Las islas eran inviables sin una expansión económica que permitiera su defensa militar disuasiva frente a una Argentina que disponía en ese entonces de una fuerza armada respetable.
Finalmente, otro incidente del tono de los acaecidos hasta ese momento decidió a la dictadura de entonces a implementar una operación militar que estaba en agenda desde hacia años. La explicación del por qué ese momento, su oportunidad, su relación con factores internos y/o externos, o lo poco claro de la visón de los militares respecto de la situación geopolítica, es otro plano de la explicación. En estos párrafos solo hemos presentado los antecedentes para entender un hecho que no fue necesariamente extemporáneo.
La guerra: Las potencias pueden perder
La guerra: Las potencias pueden perder
La batalla. No tan desigual como el relato que se sostiene dentro de nuestro país. En el exterior para los militares y analistas internacionales la visión es distinta. La guerra de Malvinas fue la ultima guerra convencional entre ejércitos más o menos equivalentes. Hasta la actual guerra de Ucrania. Existía un equilibrio en número de hombres, aunque indudablemente los profesionales británicos estaban mejor entrenados que los soldados argentinos; sin embargo, no mejor que los suboficiales y oficiales. Pero aun así el desempeño de los conscriptos fue en término medio satisfactorio, no hubo deserciones ni quiebres que afectaran a las operaciones y todos cumplieron su misión con disciplina aun en condiciones adversas, inclusive muchos actos de valor destacables. La armada británica era superior sí, pero no tanto como se puede pensar. Teniendo en cuenta las ventajas argentinas de proximidad a sus bases. Lo cierto es que la Armada pareció no estar puesta a punto para una guerra, lo que solo se puede explicar por creer que esta finalmente no se iba a dar. La aviación británica tenía algunas ventajas, pero solo disponía de dos portaaviones no grandes. La aviación argentina estaba a la altura o una generación por abajo como los A4, pero lo cierto es que la batalla en el aire fue bastante equilibrada, y de hecho por las bajas británicas puede considerase una victoria argentina. Aunque aquí también jugó en contra elementos de improvisación e imprevisión. Como la ausencia de mas misiles (que se recibieron poco después de terminada la batalla), o la capacidad de operar desde las islas que quitaba la principal ventaja argentina, o no haber esperado los nuevos Super Etendart (de la armada) que llegaron también al terminar la guerra. En tierra el comportamiento de las unidades que entraron en combate fue bueno, no es real que la vestimenta fuera mala o que los fusiles fueran inferiores a los británicos. La conducción del conjunto fue deficitaria en el nivel superior con problema logísticos y de mando. Las bajas no fueron abrumadoras para nuestras fuerzas, y lógicas para una fuerza que sitiada y aislada, fue derrotada. Una proporción respecto de los británicos de dos a uno, o sea de una fuerza que peleó bien.
Pero creemos que el principal problema argentino fue la visión equivocada del mundo que era sustancial a la dictadura militar. Una visión no solo equivocada sino deformadora de cualquier análisis racional de la situación en la cual se desplegaría el conflicto militar. Una visión que a nivel estado desarmaba a la Argentina en el plano de la gran estrategia y el poder nacional autónomo que va mucho más allá de lo militar. Eso impidió prever y preparar al país y a las tropas para los posibles escenarios que se abrirían a partir de la operación Rosario. La conducción del país previó que no habría respuesta británica y que los EEUU serian un medidor neutral que frenaría la guerra, y por consiguiente Argentina se haría con una victoria casi sin costos. Eso era concebido así porque el gobierno era un firme colaborador en la construcción de fuerzas contra-rervolucionarias en América Central e “imaginaban” que un destacado país occidental como Argentina no sería atacado por otras fuerzas de ese mismo occidente. Pero como sabemos (y como era muy posible, y los es en la mayoría de los casos en que un país del tercer mundo realza cualquier afrenta contra una potencia dominante) el escenario fue el opuesto al “imaginado”. Inclusive un país como Nicaragua víctima de una agresión Argentina activa y terrorista dejó de lado esa afrenta para ponerse al lado de forma activa de nuestro país, por identificar a la guerra de Malvinas como una causa superior y ordenadora de las relaciones internacionales a favor de los pueblos oprimidos.
La dictadura no comprendió lo estratégico y clave para el orden mundial de la alianza existente entre los EEUU e Inglaterra. No pudo ni siquiera intuir que si un país como Argentina tenia una victoria contra el Reino Unido, el escenario mundial se vería afectado. Algunos militares si lo vieron, pero fueron minorías en los lugares de decisión. Cosa que, si comprendieron todos los países del tercer mundo, especialmente los latinoamericanos, los países socialistas, y grupos y organizaciones con visión realista de la geopolítica del periodo. En frente de argentina quedó el mundo occidental organizado en la OTAN y las naciones del mundo anglosajón. Al no entender o prever un escenario como el que se desplegó a partir del 2 de abril, las fuerzas argentinas no pudieron estar suficientemente preparadas, ni construir a tiempo el marco de alianza que permitiría sostener la guerra.
La derrota en la batalla. La “desmalvinizacion”. La democracia de la derrota. Menem-Cavallo, la verdadera rendición y los Acuerdos de Madrid.https://infonativa.com/nota/view/malvinas-40-anos-refutando-leyendas#:~:text=La%20batalla%20por,y%20culturales%20posteriores.
Segundo, la “verdadera rendición”. Porque recordemos que Argentina no se rindió, sino que, lo hizo el general Menéndez como Gobernador de las islas (ni siquiera era el jefe militar). Todo quedo congelado en esa situación. La verdadera rendición como históricamente es siempre, implica la imposición al país vencido de las condiciones del vencedor. Siempre duras condiciones de saqueo, subordinación y castigo. Esa rendición fue hecha por Menem y Cavallo, con la firma de las “Declaraciones de Madrid”.
Las “Declaraciones de Madrid” fueron trabajadas por la cancillería argentina desarrolladas bajo la gestión de Domingo Cavallo como canciller. Allí se inició una nueva doctrina en las RREE que abandonó una tradición que, con sus fuertes matices, habían sostenido todos los gobiernos. Se dio inicio a lo que se conoce como “realismo Periférico” cuya mayor manifestación fueron los acuerdos que mencionamos (y no está de más decirlo la intervención militar argentina contra Iraq en la Guerra del Golfo)
Firmadas el 19 de octubre de 1989 y 15 de febrero de 1990 estas declaraciones no son tratados sino una especia de “hoja de ruta” para las relaciones argentino británicas. De ellas se desprenden una cantidad de políticas muy amplias, mencionamos algunas. 1- el “paraguas de la soberanía” o sea que las relaciones argentino británicas no se verán afectadas por la cuestión de las islas. 2 – garantía a las inversiones británicas en nuestro país (retomando y profundizando el viejo acuerdo bilateral de inversiones). 3 – la colaboración argentina con el desarrollo económico de la región: pesca, petróleo, turismo, comunicaciones etc. 4 – Control militar sobre las fuerzas argentinas, con un claro limite a su despliegue en un enorme espacio marítimo. Solo mencionamos estos puntos como resumen, que ya de por si dicen bastante. Pero aclaramos que cada uno de estos ítems, fueron luego desarrollados (ahora sí) con leyes específicas aprobadas por el parlamento argentino. Algunos lo llaman “el Versalles argentino”. Pero en realidad es mucho peor. Esta hoja de ruta, a pesar de algunos intentos de modificación específicamente bajo la gestión de Taiana en cancillería, siguen marcando el eje de trabajo de la diplomacia Argentina y fueron profundizados durante la gestión macrista con el Comunicado conjunto conocido como “Foradori-Duncan”.
Argentina con menos soberanía de lo que su mapa indica
Debemos pensar Malvinas como parte integral de un todo. La soberanía territorial, la soberanía económica, la soberanía en las Relaciones internacionales, y las posibilidades de mejoras en las condiciones de vida del conjunto del pueblo. Esto lo relacionamos con un concepto: el de “Frontera política” y “frontera geopolítica”. Su significado esta en lo que hace a la capacidad efectiva de decidir de determinadas comunidades nacionales (más allá de que estas tengan mas o menos profundas diferencias de clase). Algunos estados (como expresión política organizada de esa comunidad) proyectan su capacidad de decisión (soberanía) sobre espacios que van mucho más allá de sus fronteras en el mapa. O sea, su frontera geopolítica se extiende por otras regiones del mundo. Algunos estados no pueden decidir sobre temas que hacen al interior del territorio que en un mapa aparece como propio: es que su frontera geopolítica es mucho más chica que lo que muestra un mapa, su soberanía es muy parcial.
La acción militar, la presencia política en sentido fuerte (ejercicio del control territorial) es la forma más descarnada de sometimiento. La presencia de bases militares, de fracciones de territorio bajo control de otra potencia, etc. es colonialismo en sentido duro, y es la punta de lanza del control sobre el resto de las variables económicas y políticas de un país. Cuando Inglaterra se apropia de un amplio espacio de islas y mares, está pensando en su explotación económica, claramente; pero también en la proyección de poder imperial que el control de esa región le otorga en el escenario mundial, y la capacidad de proyección dura o blanda de poder al interior del país al que le arrebata ese territorio o al que amenaza. De esta forma la presencia colonial en el Atlántico sur es para Gran Bretaña una plataforma para su presencia privilegiada en Argentina, para las relaciones con otros países del continente y para su proyección económica y geopolítica en todo el Atlántico suroccidental y la Antártida.
Para Argentina, por el contario implica una “frontera” que cierra la proyección soberana hacia el Atlántico y hacia la Antártida. Teniendo en cuenta que las Declaraciones de Madrid, limitan en gran medida la autonomía de lo que nuestro país pueda realizar en el mar, y crean de facto una “potencia” (Inglaterra a través de Malvinas) en la región que se transforma en polo de atracción de inversiones, comunicaciones y relaciones para nuestros vecinos. A esto hay que sumar dos hechos más. Uno que la política errática de nuestros gobiernos favorece la diplomacia británica hacia Chile y Uruguay que son socios fundamentales en el sostenimiento del encave colonial y la viabilidad económica de las empresas que funcionan en el mismo o las que puedan funcionar. Segundo que la proyección de la debilidad argentina hasta en interior de nuestro continente nos ha arrebatado el control efectivo de los ríos interiores (Acuerdos “Hidrovía”) y de los puertos. En términos concretos la argentina se encuentra ante un cerco estratégico por mar cuyo pivote es Malvinas y bloquea o controla hacia el sur y el este la salida al mar, como también los ríos interiores, la comunicación por agua entre el norte y el sur del país; y con ello nuestras exportaciones y comercio interior.
“Relato” o historia
El “relato” sobre la guerra se articula entre dos polos el de “los Chicos de la Guerra”, “victimas” de “los milicos”; y el arrepentimiento, o repudio de la acción, en busca de limar cualquier aspereza que impida las relaciones normales con las potencias occidentales. Ambos relatos son complementarios. Del segundo ya hemos presentado una serie de elementos para discutirlo. Pero el primero es más interesante, porque emana de los “sectores progresistas” y “biempensantes” o de derechos humanos, y esta escudado en una especie de humanismo antibélico. Primero debemos señalar que la conscripción era el sistema que imperaba en la mayoría de los países hasta esos años, que ese sistema reclutaba hombres de entre 18 y 21 años de acuerdo a la ley y al país con el objeto de entrenarlos para la guerra como soldados. Si se daba algún tipo de conflicto militar esos reclutas eran los que combatirían. Y ese sistema era el mismo en democracia o dictadura. De hecho, a partir de 1975 los conscriptos combatieron a la guerrilla por decisión del gobierno constitucional, lo que debería darnos más que pensar que combatir una potencia extranjera.
Segundo. Los militares profesionales argentinos (más allá de la valoración negativa de sus ideas políticas, y había que analizar uno por uno) en término medio fueron al combate en la proporción normal para operaciones de se tipo en unidades militares como la desplegadas. Los caídos entre oficiales, suboficiales y soldados guardan una proporción similar al de caídos en todas las guerras similares. Y eso descontando a la FA en la que los caídos son obviamente todos profesionales. O sea, no existió una cobardía o abandono particular en lo táctico por parte de los mandos inmediatos de las unidades que combatieron. Sin dudas hay cobardes y militares que se comportaron mal con sus subordinados o que aprovecharon su rango, pero eso no fue la norma. Como también acciones violentas de jefes. Todas las actitudes que hayan estado fuera de lo que es una conducta de un soldado deberían ser sancionadas, obviamente, ya que eso hace a la disciplina militar y a la construcción de una fuerza con ética y espíritu de camaradería. Pero los que han estudiado sabrán que la guerra no es una excursión de Boy Scouts, como que suelen producirse en los ejércitos acciones de hombres que no están a la altura de las circunstancias y en algunos casos en proporciones destacadas. Sin embargo, esto no fue en Malvinas un hecho masivo que se pueda destacar por sobre la guerra misma. Nunca hay que olvidar (y eso tiene que ver con cuestiones que se irían hacia un análisis operacional y estratégico que no es el objeto de esta nota) las fuerzas argentinas en Malvinas estuvieron cercadas desde la llegada de la flota británica, y esa es la peor situación que una fuerza militar pueda tener que encarar.
Con estas dos precisiones señalamos que la idea de “chicos de la guerra” o de “víctimas de los milicos” es como mínimo una idea equivocada que no guarda relación con los hechos. Y que confunde sospechosamente la política represiva contra el pueblo argentino y la “guerra interna”, con una guerra nacional externa contra una potencia colonialista. Pero es necesario recordar que la derrota argentina fue amplificada con el tiempo; y que desde el mismo día de la repatriación de los soldados estos fueron marginados como parias, sin reconocer que habían jugado su vida en una guerra que consideramos justa. Al privar de sentido a la guerra con estas visiones se priva de sentido a las muertes y a los combatientes que regresaron.
Y ahí entra el último punto: la “guerra justa”. Así la considero el pueblo argentino en casi todas sus clases. Casi todos los partidos políticos inclusive las organizaciones perseguidas por la dictadura. Así lo consideraron casi todos los países latinoamericanos y así lo declaró el Movimiento de países no alineados. Todos, con mayor o menor énfasis apoyaron a Argentina. Sin embargo, una vez terminada la guerra los soldados fueron considerados “víctimas” no del imperialismo inglés y de la OTAN, sino de sus propios oficiales. Esta interpretación nos hace pensar de nuevo en “guerra hibrida”.
Proyecto nacional y construcción de una geopolítica de largo plazo
Para terminar, vemos que el Reino Unido ha conseguido todos sus objetivos a partir de la finalización de la guerra. Y que lo ha hecho sin pausa; a veces con cierta conflictividad diplomática y (menos) económica, como durante el kirchnerismo. Otras (durante las administraciones abiertamente proimperialistas) con la colaboración de gobierno argentino. Inglaterra mantiene comunicaciones con Chile y Uruguay y (en menor medida) con Brasil. Desde Puerto Argentino se realizan concesiones pesqueras y petroleras en gran escala, y se hacen con la colaboración de argentina. En los últimos tiempos las islas se están convirtiendo en una base de envergadura para la penetración en la Antártida y países como Alemania y Turquía han comenzado a utilizarlas. El turismo en la región se mueve con libertad. Todo bajo la protección de una base militar que, frente a virtual desarme argentino, es sustentable económicamente. Como señalábamos al inicio. En los sesentas y setentas los británicos tenían a las islas como un gasto; hoy, aun con una base militar las islas, son superavitarias. Y los son con la colaboración argentina. Por último, empresas argentinas y extranjeras trabajan en toda la región, sea el continente o las islas, como si fuera un único mercado a explotar. No podemos ignorar que, ante esta situación, la proyección Antártica de nuestro país está en riesgo.
La construcción de un proyecto de país, que recupere la soberanía por parte del pueblo argentino sobre lo que le es propio o a lo que aspira históricamente, enfrenta desafíos diversos en muchos planos. En nuestro tema el problema de la soberanía territorial, que es la base material de todas las demás soberanías, económicas, políticas financieras y culturales. La expresión geográfica de la soberanía en el tema Malvinas agrega un ingrediente geopolítico que es la amenaza de “mediterraneidad”. De tener que negociar con otros poderes el movimiento marítimo. Lo que siendo un poder extracontinental con proyección global y de aspiraciones hegemónicas implica un desafío para el continente. La resignación ante ese desafío, o la búsqueda de eludir el conflicto, o encapsularlo para obtener facilidades de negociación económica en otras áreas posibles de desarrollo nacional, es parte de la rendición pactada durante el menemismo. Tanto las negociaciones por la deuda externa como las inversiones de capitales extranjeros, razones aducidas para “encapsular” Malvinas y reducirlo a reclamos folclóricos, ha dado como resultado un país más débil y desintegrado. Es el resultado previsto por la “Teoría de la dependencia” ya que ningún acuerdo que no altere esta situación, ninguna inversión y negociación, implicará un cambio, solo acumula en una mayor dependencia y mayores bocas de saqueo.
Por último. Las islas Malvinas, Georgias, Sándwich y la Antártida expresan un desafío sobre el tipo de identidad nacional que nuestra comunidad puede construir para proyectarse tanto hacia dentro de sus fronteras como ante otros poderes. Pero, sobre todo, el conflicto pone blanco sobre negro en un tema fundamental: la contradicción que un país dependiente tiene frente a las potencias dominantes. En ese sentido la causa de Malvinas opera de una forma luminosa, es un ordenador. A la inversa de lo que planteo Alain Rouquié en los ochentas, una base de identidad para posicionar a Argentina en el mundo y distinguir entre quienes son nuestros amigos y quienes son nuestros enemigos. Malvinas es una espina en el pensamiento neocolonial local que busca adaptarnos a la nueva forma de dependencia en esta etapa abierta en los noventas. El mundo actual, hoy mismo, esta revuelto ante nuestros ojos, la guerra y las disputas por un nuevo orden mundial se desarrollan en forma violenta. En cada época de cambios las oportunidades se abren alterar en forma positiva las relaciones internacionales y entre clases. Malvinas es una herramienta para construir esa identidad internacional para un nuevo bloque histórico que exprese a la liberación nacional y la unidad latinoamericana frente a otros bloques.
Guillermo Martín Caviasca Historiador y docente de la UBA y la UNLP