Opinión

Por Walter Moore

De Narváez confunde la falta de billetes con la estafa bancaria del «corralito»

La idea de asociar la falta de billetes con una especie de corralito como sucedió a fines de 2001, por parte de Francisco de Narváez muestra a un candidato que ve esfumarse toda posibilidad de lograr alguna victoria política

Cuando sucede esto último suele ser habitual que un candidato busque la manera de descalificar a sus oponentes mejor posicionados, y también que cuando se carecen de propuestas, todo lo que atinan hacer es criticar cualquier cosa que crean que repercute en sus posibles electores.Lo que resulta inadmisible de esto es que se pretenda confundir un problema técnico (la falta de billetes) con una estafa (el corralito).El llamado «corralito» fue eso, una gran estafa realizada por los bancos, que se apropiaron del dinero depositado en ellos, porque lo habían usado para otra cosa, específicamente para especular.Para comprender como funcionó esta estafa hay que tomar en cuenta otro mecanismo de estafa oficializada en todo el sistema bancario, llamada «encaje» o más técnicamente «reserva bancaria fraccionaria». Por el mismo, cada banco sólo debe conservar en sus cajas una parte de todo el dinero que es depositado en él, generalmente una quinta parte.El sistema bancario instalado supone que ese 20% es suficiente para devolver los retiros de sus clientes, y por ese motivo es autorizado por el Banco Central para que el otro 80% lo utilicen para prestarlo o especulando con bonos y otros valores.Esta gigantesca masa de dinero inventado por los bancos, porque el dinero que proviene de la economía real es ese 20%, se incorpora al sistema global de giro electrónico continuo del dinero, creando la «economía virtual».Durante el corralito y la posterior salida de la convertibilidad, cuando los bancos se negaron a devolver el dinero depositado, se produjo una «corrida bancaria».Eso fue muy grave, debido a que el Banco Central ni siquiera controló el movimiento bancario para que estos no se encuentren insolventes. Pero en ese momento, el poder lo tenían los bancos.Y en la Argentina nadie ha olvidado la imagen de señoras paquetas golpeando con los tacos aguja de sus zapatos las puertas de bronce macizo de los bancos.Ese es un nervio sensible de la sociedad, sobre todo del mercado electoral al que alude De Narváez. Pero, no se puede atribuir a su ignorancia, sino a su mala fe, la de comparar una falta de billetes, no de dinero, con esa gigantesca estafa.Que falten billetes en los cajeros nada tiene que ver con la estafa bancaria que menciona De Narvaez.Tiene como origen, por una parte, la falta de inversiones en la maquinaria de la Casa de la Moneda, parte del desastre ocasionado a las estructuras estatales, organizada por el período neoliberal, la corriente en la que se encuentra enrolado De Narvaez.Y por otra, a que la Argentina está atravesando un período de prosperidad que jamás ninguno de sus socios políticos, cuando estuvieron en el poder, pudo lograr.La venta de más de 600.000 autos nuevos en este año no fue detenida por falta de billetes, es más, debido a la promoción mediática del miedo a asaltos a la gente que sale de los bancos, se crearon nuevos instrumentos de pago que disminuyen ese riesgo, pues si hay algo que no puede atribuirse a este gobierno es falta de respuesta ante los requerimientos de la sociedad.La falta de billetes es un problema menor, con la variedad de sistemas de pago existentes, no puede tratarse de una maniobra para restringir el consumo o impedir que la gente disfrute de sus vacaciones, eso es una estupidez.Señor De Narvaez, confundir la falta de billetes con la descomunal estafa del corralito no es solamente una bajeza política, es de las peores agachadas de la vieja política que, como recién llegado a este difícil arte, usted dice repudiar.