Economía

“Se debe aplicar un impuesto corporativo más alto a los monopolios u oligopolios”

Así lo aseguró la ex magistrada francesa y ex parlamentaria europea Eva Joly, quien además es integrante junto a Joseph Stiglitz y Thomas Picketty de la Comisión Independiente para la Reforma del Impuesto sobre Sociedades Internacional (ICRICT)

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Eva Joly fue magistrada en Francia y parlamentaria europea y es una prestigiosa intelectual que pone en discusión la necesidad de desmantelar la arquitectura de impunidad fiscal con la que cuenta las grandes corporaciones transnacionales en el mundo entero.

Como parlamentaria europea fue vicepresidenta de la  Comisión de Investigación sobre Blanqueo de Capitales, Evasión Fiscal y Fraude y actualmente integra junto a Joseph Stiglitz y Thomas Picketty, la Comisión Independiente para la Reforma del Impuesto sobre Sociedades Internacional (ICRICT).

La ICRICT ha cobrado especial protagonismo desde el inicio de la pandemia, por cuanto la dinámica de intervención económica de los Estados Nacionales para rescatar la estructura empresaria global de la crisis producida como consecuencia de las poíticas sanitarias dispuestas ha dejado una sangría fiscal que habrá de requerir de un urgente debate para su recomposición.

Desde los rincones ideológicos del liberalismo económico, se apuntará a la edificación de nuevos ajustes sobre los ingresos populares y una flexibilización de las condiciones de trabajo y los salarios registrados.

En forma reciente, el espacio de lobby de las grandes corporaciones que operan en el país, emitió un comunicado en el que valoran la intervención económica del Estado durante la crisis, pero castigan cualquier decisión de incrementar impuestos o que el sector público asuma intervenciones materiales y concretas sobre el sector privado para evitar el abuso de la posición económica dominante que ostentan.

Desde otra perspectiva, la ICRICT señala que “Como todos sabemos, la recuperación de Covid-19 requerirá recursos fiscales adicionales no solo del mundo desarrollado sino también de los países en desarrollo. ¿Existen formas justas y equitativas de abordar las fallas en la arquitectura tributaria global, de modo que estos recursos puedan aprovecharse mejor? Con el rápido crecimiento de la economía digital durante la pandemia, ¿puede ese sector contribuir de manera equitativa (a través del sistema tributario) a contribuir a tales recursos?” se construye como preguntas retóricas para encarar respuestas necesarias.

En ese sentido, Eva Joly destaca que las grandes corporaciones globales, en particular las digitales, y las economías personales de los principales multimillonarios de los distintos países, han registrado rentabilidad récord durante la pandemia.

“Los crecientes dividendos están alimentando a los multimillonarios, aunque los europeos no son los campeones de la indecencia. En los Estados Unidos, los activos de 600 multimillonarios crecieron en unos buenos 434.000 millones de dólares, o un 15 por ciento, durante los dos primeros meses de cierre” señala la ex parlamentaria para graficar la situación.

En cuanto a las corporaciones digitales, señala que estas empresas digitales multinacionales también son campeonas de la elusión fiscal. GAFA, como se les llama – Google, Apple, Facebook y Amazon – No son los únicos que no pagan impuestos de acuerdo con sus actividades, pero al estar desmaterializados, son capaces de explotar con mayor facilidad las lagunas del sistema tributario internacional.”

En forma específica, advierte sobre los patrones de conducta de éstas grandes corporaciones, y señala “Al manipular transacciones entre sus subsidiarias, están reportando ganancias récord en paraísos fiscales y muy bajas en países con impuestos corporativos más altos, aunque en realidad operan ampliamente en estos últimos”

En forma clara, advierte que “Cuando el Fondo Monetario Internacional espera una recesión global de 4,9 por ciento, la austeridad ya no es apropiada. Necesitamos invertir en salud, escuelas e infraestructura, pero también apoyar a las empresas, especialmente a las más pequeñas. Incluso si algunos gobiernos pretenden ignorar el hecho de que al final tendremos que pagar la cuenta, debemos recurrir a quienes se benefician del sistema sin contribuir a él”.

Y en ese sentido, propone que Los gobiernos también deben aplicar un impuesto corporativo más alto a las empresas en situaciones de monopolio u oligopolio, especialmente aquellas que se están beneficiando de la crisis, como el sector farmacéutico. Sobre todo, no debemos sucumbir al canto de sirena de los recortes de impuestos, que las grandes empresas afirman son “necesarios para la reconstrucción”.

En efecto, los sectores concentrados de la economía argentina, lejos de ofrecer una voluntad de aportar a la resolución de la crisis, alientan con discursos viejos y fabricados ha reconstruir la arquitectura de su impunidad.

Bajo el pretexto que la generación de empleo, depende de que las empresas paguen menos impuestos, peores salarios y contemplen peores condiciones de producción para sus trabajadores, vuelve a extorsionar al gobierno con el objetivo de obtener mejoras en su rentabilidad que jamás derramarán en niveles de bienestar social.

La prueba irrefutable de ello es nuestra propia historia. Jamás la exención de impuestos corporativos significó mayores inversiones y mejores condiciones de trabajo, salario, salud y educación para el conjunto de los habitantes que soportan la carga mas pesada del sistema tributario.

Eva Joly advierte con claridad que “Ya sabemos que en tiempos normales, no son los impuestos lo que empuja a una empresa a invertir en un país, es más la calidad de la infraestructura, la fuerza laboral o la estabilidad política. Cuando los proyectos se ven limitados por la incertidumbre, no son los recortes de impuestos los que estimularán la inversión privada. Por otro lado, los recortes de impuestos ciertamente privarían a los gobiernos de recursos valiosos.”

Y destaca que “para proteger e incrementar estos recursos, debemos hacer un gran esfuerzo para descubrir los montos escondidos en los paraísos fiscales. Esto concierne a los que tienen grandes fortunas, por supuesto, pero sobre todo a las multinacionales. Estos últimos deben comprometerse a declarar dónde y cuánto ganan país por país. Esto permitiría a los gobiernos gravarlos a una tasa de al menos el 25 por ciento, según ICRICT.”

Eva Joly no deja lugar a dudas de la situación de emergencia y que, quizás, no existan mejores oportunidades para avanzar en estos debates.

Sin contemplación, afirma: “No hay tiempo que perder. La crisis financiera de 2008 nos hizo soñar con un mundo más justo, con resultados que todos conocemos. Perder esta nueva oportunidad, en un momento en que las crisis humanas y climáticas se multiplican en todo el mundo, sería imperdonable.”