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Uruguay: Diferentes tipos de emprendimientos conjuntos

El movimiento de Uruguay para legalizar la marihuana ha alterado los ánimos, pero el presidente Mujica no va a dar marcha atrás.

Martin Bengadesan. Traducción de Ana Vallorani

Vayamos a Montevideo.

 

Lo digo en serio. Porque ahora hay una revolución silenciosa sutil ocurriendo en Uruguay. Según el presidente de Uruguay, José Mujica, no se trata de violencia en la calle, de disparar o matar, sino de cambiar el pensamiento de una nación.

 

El notable Mujica es un señor de 78  años de edad que se negó a entrar en el palacio presidencial cuando ganó las elecciones de 2010. Prefiriendo permanecer en la casa de campo donde cultiva flores, Mujica dona casi el 90 % de su sueldo a programas de bienestar social y planes para adoptar unos 30-40 huérfanos y enseñarles los conceptos básicos de la agricultura una vez que termine su mandato.

 

Este antiguo miembro del grupo de guerrilla urbana Tupamaros pasó la mayor parte de la década del `70 en la cárcel, incluyendo dos años en régimen de aislamiento en el fondo de un pozo donde su mejor amigo era una rana.

 

Quizá fue allí donde tuvo su disparatado último plan… la legalización del comercio de marihuana.

 

Ahora vamos a ver si lo entendemos. Mujica no es un hippie que fuma. Tampoco está complotado con los cárteles de la droga de América Latina. Mujica simplemente ha decidido que la guerra contra las drogas ha fracasado y está buscando un enfoque diferente.

 

«Mi país no es muy abierto. Estas medidas son lógicas», dijo a The Guardian esta semana. «Con la marihuana, no se trata de ser más liberal. Queremos llevar a los usuarios fuera de los distribuidores clandestinos. Pero también vamos a restringir su derecho a fumar si exceden cantidades razonables de consumo.» 

 

La mezcla de Mujica de políticas populistas con un socialismo que «piensa fuera de la caja» naturalmente ha rizado plumas en el establishment. Se vio envuelto en una pequeña contienda con el jefe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes Raymond Yans, sin tapujos para llamar a este último «mentiroso».

 

Independientemente de quién esté diciendo la verdad, Mujica seguramente tiene razón cuando dice que la guerra contra las drogas ha fracasado. La violencia extrema en los poderosos mundos de la droga mexicanos y colombianos, el sórdido punto débil de casi toda jungla urbana e incluso el uso ocasional en las zonas rurales del opio, la heroína, la cocaína y una gran cantidad de drogas de diseño demuestra que este flagelo está floreciendo. Incluso en Malasia, duras sanciones que incluyen la pena de muerte por tráfico realmente no han servido para tomar medidas enérgicas contra las drogas.

 

Lo que el gobierno de Mujica ha hecho es ir por el camino opuesto, flexibilizando las leyes sobre la «más ligera» de las drogas sociales, la marihuana. Personalmente he hecho una buena cantidad de investigaciones sobre este tema en la primera mitad de la década del ’90 y considero que es menos peligrosa que el alcohol o los cigarrillos.

 

Hay una buena cantidad de investigaciones científicas que apoyan el uso de tetrahidrocannabinol, principal ingrediente químico de la marihuana, como analgésico y en el tratamiento de una amplia serie de condiciones médicas que van desde el glaucoma a la esclerosis múltiple y la post-quimioterapia.

 

Para ser justos con los críticos de Mujica, no hay pruebas concluyentes de que los experimentos con cafés de marihuana legalizada en Amsterdam y la despenalización del cannabis en los estados de Colorado y Washington de Estados Unidos hayan dado buenos resultados hasta ahora.

 

Tampoco hay duda de que el presidente boliviano Evo Morales podría intensificar su campaña para legitimar la industria de la hoja de coca. Aunque Morales dice ser pro hoja de coca y estar en la lucha contra la cocaína.

 

Por cierto hay un precedente para el movimiento de Mujica, pero el último presidente de izquierda en legalizar la marihuana, Ali Soilih de las Comoras, fue asesinado poco después, en mayo de 1978.

 

En cuanto a Mujica, quien también aprobó leyes progresistas sobre el aborto y el matrimonio homosexual, su etapa como presidente está llegando a su fin con la previsión de elecciones para octubre de 2014.

 

Es probable que Uruguay se vuelque una vez más hacia su predecesor más moderado Tabaré Vásquez (también de la misma amplia coalición socialista) como su reemplazo. Y por los logros del histórico primer mandato de Vázquez en el poder (2006-2010), no puedo sentir que el mundo extrañe mucho a Mujica cuando se haya ido. 

Fuente: The Star Online