Sociedad

Alcira Argumedo: Una voz en el silencio

Alcira Argumedo falleció este domingo 2 de Mayo. Intelectual indispensable para pensar lo nacional, teórica y académica imprescindible en la construcción del nacionalismo popular en nuestro país. Su militancia y pensamiento como legado.

No se sí Alcira estaría a gusto con que la cataloguemos como una intelectual. No de seguro como lo hacen los cenáculos del pensamiento. Más bien creo, que puede decirse que ella fue una trabajadora del pensamiento. Una pensadora que sin despreciar los ámbitos de investigación científico siempre se preocupó porque los mismos dieran respuestas concretas a las necesidades del pueblo.

Ya de estudiante y luego como graduada de sociología abrazó la causa peronista. Integró las Cátedras Nacionales de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) junto a Horacio González, Amelia Podetti, Roberto Carri, Juan Carlos Portantiero y Justino O´Faarrel, entre otros. Acompaño la experiencia gubernamental en la Provincia de Buenos Aires de Oscar Bidegain, la cual supo integrar varios cuadros técnicos y políticos de la llamada Tendencia Revolucionaria del peronismo. El golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976 la fuerza a exiliarse en México donde se integra al Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales entablando una estrecha colaboración con Gabriel García Márquez, Nicolás Casullo, Juan Somavía, Fernando Reyes Matta y Héctor Schmucler, que también se encuentran recalando en ese país.

Durante la década de 1990, ya sea desde sus espacios académicos y científicos, como también acompañando las luchas populares, supo dar una batalla contra las políticas de ajuste del menemismo que tenían su correlato dentro de la UBA en los negociados de Franja Morada. En esos años integra junto a Pino Solanas el armado político del Frente Grande y luego de Proyecto Sur.

En su labor parlamentario no dudó en hacer uso de la crítica al kirchnerismo, pero las contradicciones y matices con el mismo no le impidió confluir en el Frente de Todos para derrotar en las urnas al neoliberalismo de Juntos por el Cambio.

Alternando simultáneamente el espacio universitario y científico, con locales sindicales, unidades básicas o una mateada en una comisión de trabajadores desocupados, Alcira proponía constantemente mirar al mundo con ojos nacionales, desde acá, no solamente para describirlo, sino, y, sobre todo, para cambiarlo.

Posiblemente, su contribución teórica más apreciada haya sido el concepto de “matriz de pensamiento” como propuesta epistemológica decolonial para nuestra realidad latinoamericana.

Alcira señalaba, al igual que Arturo Jauretche en su momento, que tanto en la producción académica como parte de nuestro sentido común social se encuentra moldeado por el pensamiento hegemónico occidental, europeizante, por cierto. Aun así, América Latina, continente mestizo si lo hay, ha sabido amalgamar a lo largo de los siglos aportes provenientes no solamente de Europa (y por añadidura los Estados Unidos), sino también cuenta con raíces de pensamiento, cosmovisiones y creencias surgidas de la población africana forzada a venir aquí como esclava y la de los pueblos originarios prexistentes a la llegada de los europeos a estas tierras.

El concepto de “matriz de pensamiento”, se refiere centralmente a las bases epistemológicas que moldean los proyectos políticos nacionales y populares de nuestra región. Son las ideas amalgamadas de nuestro continente la que producen estos proyectos políticos populares como respuesta colectiva a los problemas de la emancipación, la justicia social y las formas de organización de los pueblos. De esta forma, el concepto de matriz permite ver la construcción contrahegemónica que los saberes propios llevan adelante tanto contra las usinas de pensamiento de los poderosos como contra las élites locales.

De esta forma, Alcira rescata del silencio que las casas de estudio han hecho sobre figuras como Tupac Amaru, Toussaint-Louverture, Artigas, Bolívar, Mariátegui, Cárdenas o Fidel, y que tan claramente han aportado al ideario libertario latinoamericano. Porque si, al fin y al cabo, un filósofo como Platón es considerado uno de los pilares del pensamiento Occidental por su obra “La República” (que versa sobre la forma ideal de organización de la ciudad-estado griega), ¿por qué no considerar la “Comunidad Organizada” de Perón (que versa sobre la forma ya probada de convivencia y organización humana) una de nuestras bases filosóficas?

A fin de cuentas, la gran valentía de Alcira Argumedo fue el haber dado la batalla por un pensamiento emancipador dentro de las propias fauces del lobo, en los ámbitos científicos, donde el sistema de dominio ha formado a los cuadros orgánicos a las élites de poder. A fin de cuentas, su aporte fue tan abundante, que fue leída y escuchada en las barriadas, en los sindicatos, en las comunidades originarias, en ámbitos estudiantiles, en Madres de Plaza de Mayo, en el Congreso de la Nación y en cuanto espacio colectivo capaz de elaborar un pensamiento crítico para la acción transformadora.

Gracias profesora y compañera, la vamos a extrañar.