Economía

Por Pablo Tonelli, economista

Borges y el dólar

Alberto Rojo es un científico, escritor y además notable músico argentino oriundo de la Provincia de Tucumán. Publicó recientemente un delicioso libro llamado “Borges y la Física Cuántica”, uno de cuyos capítulos lleva el título de “Borges y el dólar” , el que me inspiró para escribir esta nota...

La columna económica semanal de Pablo Tonelli.

El texto de Rojo hace referencia al cuento de José Luis Borges “El Otro”, nombre con muchas resonancias, en el cual dos Borges se encuentran en un banco de plaza en la orilla de un río. Uno de los personajes cree estar al  borde del Ródano, en 1918, en Ginebra, Suiza. El segundo personaje cree estar frente al Río Charles, en Cambridge, en 1969. El cuento versa sobre las paradojas del espacio y del tiempo tan afines a la literatura borgiana. En un momento el viejo Borges entrega al joven un billete de dólar y el joven le obsequia un escudo de plata. El joven se impresiona por la fecha de emisión impresa en el dólar que data de 1964. Jugando con las paradojas el Borges viejo termina afirmando en el cuento que  alguien le dijo que los billetes de Banco no tienen fecha.

 

Este punto llamó la atención de Alberto Rojo, quien partiendo de la premisa que en la actualidad todos los billetes de Banco están fechados, investigó y obtuvo un dólar de 1964. Rojo se pregunta por qué motivo Borges mantuvo en su cuento una supuesta ignorancia sobre si los billetes de banco estaban fechados cuando efectivamente sabía que esto era así. Incluso Rojo encuentra que existen ediciones de 

“El Otro”, en las cuales el dólar del viejo Borges es de 1974.

Aquí voy a dejar el texto del científico y escritor y su laberinto de paradojas y comenzar con mis impresiones. El dólar y el tiempo. Un dólar de 1964 es un dólar equivalente a 35 onzas troy de oro. Un dólar convertible. Un dólar de 1974 es una moneda fiduciaria que flota libremente contra las otras divisas internacionales, sin valor intrínseco. El uno no es y es El Otro. 

 

La moneda y el tiempo. Se me dispara una pregunta: Por qué existen patrones monetarios internacionales o monedas metálicas como el escudo de plata en poder del Borges de 1918?

 

En mi ensayo de respuesta  voy a seguir las contribuciones de  la economista francesa Suzanne de Brunhoff sobre Finanzas, Capital y Estados. Podemos afirmar que  la noción más desarrollada de moneda internacional, se la debemos, en los inicios del siglo XIX a David Ricardo. Éste economista, a partir de su análisis de los determinantes del comercio internacional estableció la teoría de las ventajas comparativas.  Su exposición se centra en la comparación del comercio entre dos países, los cuales producen dos productos, tela y vino, 

 

“Si cada país exportara su mercancía relativamente más barata e importara la otra…cada país se beneficiaría del comercio”.  Ahora bien  esta sencilla fórmula…”No depende en modo alguno de los costos absolutos del vino y la tela en los dos países…” “Los costos absolutos no tienen importancia, lo que importa son los costos relativos. De ahí el término principio de ventaja comparativa. Si Inglaterra exportara sus tejidos a Portugal y éste a su vez le exportara vino, según Brunhoff “los saldos monetarios de Balanza de Pagos, debían estar ajustados en una moneda utilizada en todos los países, el oro…..El anclaje en oro de todas las monedas nacionales haría de éste el patrón monetario internacional….”

 

Este sistema rigió en los grandes países capitalistas durante el siglo XIX y hasta la Primera Guerra Mundial, tuvo altibajos hasta el fin de la Segunda Guerra, en que volvió discutirse el tema de la moneda en que las transacciones internacionales debían realizarse. Aquí aparecen las ideas de Keynes, para quien no existía un patrón de la moneda similar al metro de platino que sirve universalmente de medida de las longitudes. Cancela la discusión con los economistas clásicos como Ricardo y Marx que tomaban una mercancía, el oro, como el patrón de las transacciones, cuyo valor (como el de todas las mercancías se determinaba por la cantidad de trabajo que tenía incorporado) y cuyo precio se estableció luego como una relación fija que respaldaba en oro la moneda dominante en un área económica internacional (por ejemplo la libra). Keynes consideró al oro como “una reliquia bárbara”.

 

En las discusiones de Bretton Woods al final de la 2 da guerra, Keynes propuso la creación de un Banco Central mundial, al que estarían vinculados todos los Bancos Centrales de las diferentes naciones, que sería emisor de una moneda mundial, llamada “bancor”, en la que se compensarían los créditos y las transacciones comerciales internacionales. El precio del Bancor surgiría de una ponderación de los precios de las mercancías más utilizadas en el comercio, materias primas y bienes de consumo básico. No obstante ello, las reservas del Banco Mundial se establecerían en oro. 

 

Esta postura fue derrotada por los norteamericanos, que impulsaron el proyecto de Harry White, que creó el Fondo Monetario Internacional  y el Banco Mundial, con participación hegemónica de los EEUU y estableció al dólar como moneda internacional, ligada a una paridad fija con el oro y un sistema de paridades de los tipos de cambio, también fijas, asentadas en las tenencias de oro de los Bancos Centrales de cada país. En 1971, disminuidas las tenencias del metal aurífero los EEUU, para evitar la salida de oro que implicaba la cancelación de las deudas exteriores de la gran potencia,  abandona unilateralmente este mecanismo y nace el actual sistema de paridades flotantes entre las monedas. 

 

Así nace la hegemonía mundial del dólar, como afirma Brunhoff “sostenida en el poderío financiero norteamericano, los mayores bancos mundiales, los mercados financieros más importantes, los fondos de colocación más desarrollados…..” “Relativamente fuerte o débil con respecto a las otras grandes monedas internacionales, el euro, el yen, la libra, de todas maneras el dólar mantiene su rol de patrón monetario internacional.” Uno de los aspectos centrales de esta hegemonía monetaria es que los EEUU son el único país que puede hacer frente a su Deuda Externa en su propia moneda, consecuencias claras de esta situación se observan en la crisis internacional, en los ritmos y problemas de los norteamericanos vis a vis la zona euro y la UE. 

 

Yendo al texto borgeano de “El Otro” y sus diferentes ediciones: Un dólar de 1964 es un dólar como el de 1974. Es el mismo. Pero es otro si se comparan con su convertibilidad o inconvertibilidad en oro y vuelve a ser el mismo como patrón internacional. 

Tal vez en un futuro… ¿cercano? La potencia y el desarrollo de China hagan del yuan una divisa cotizable en los mercados internacionales y la pomposamente designada “Reestructuración de la arquitectura financiera internacional” se transforme en un dato, no en declaraciones generales sobre “la guerra de monedas” y sus consecuencias. 

 

Desde nuestro país no existen Estudios recientes (al menos no los conozco) sobre la creación de una nueva moneda internacional en que al estilo del Bancor, las materias primas tengan un rol relevante en su constitución y cuáles serían sus impactos en nuestra Economía. En el corto plazo en cambio la merma de las Reservas Internacionales tal vez lleven a considerar de qué se trata ese anuncio de un swap de monedas (dólares contra pesos) ofrecidos por los chinos por 10 mil millones de dólares, una modificación transcendente del mecanismo internacional de capitales. Ciencia ficción?  Literatura fantástica en una nota económica? Pero no estábamos hablando de Borges y el dólar?