Sociedad

Charla debate con protagonistas de “La Noche de los Lápices”

A 34 años de esa negra jornada se realizará esta tarde un encuentro en la Casa de la Cultura quilmeña con sobrevivientes y familiares de los jóvenes que lucharon por su derecho.

En el marco de un nuevo aniversario de La Noche de los Lápices se realizará hoy a las 18 una Charla Debate «34 años de lucha: Algo más que un boleto estudiantil» en la Casa de la Cultura de Quilmes, ubicada en Rivadavia 496.Participarán Nora Ungaro (hermana de Horacio Ungaro), Emilce Moler (sobreviviente) Carlos “Cacho” Fuentes (dirigente de la UES ’75) y Adrián Maglieri (redactor de la lucha por el boleto estudiantil en Berazategui). Una jornada trágica

El 16 de septiembre de 1976, estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nº 3 de La Plata, son secuestrados tras participar en una campaña por el boleto estudiantil. Todos tenían entre 14 y 17 años. Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ungaro, María Clara Ciochinni y Daniel Racero son los seis estudiantes que permanecen desaparecidos, en tanto el séptimo, Pablo Díaz, fue liberado poco después del secuestro. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del ejército y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, quien calificó al suceso como «accionar subversivo en las Escuelas», pero este hecho es recordado como «La noche de los lápices». En el movimiento estudiantil secundario se vivieron experiencias hasta ese momentos inéditas en lo referente a participación política, en tanto ésta es atendida en un sentido partidario más o menos directo.La política había impregnado el conjunto de la vida estudiantil, dentro y fuera de las escuelas. Las organizaciones políticas vieron incrementado notoriamente el número de sus militantes y el grado de su influencia. «Las tres fuerzas más importantes son, en este orden, la Unión de Estudiantes Secundarios, (UES), la Federación Juvenil Comunista (FJC) y la Juventud Secundaria Peronista (JSP)».Si bien el gobierno militar toma en cuenta la situación en la que se encontraba la juventud argentina, no fue tan obstinado como para suponer que se debía atacar a toda la juventud por igual. La política hacia los jóvenes,  parte de considerar que los que habían pasado por la experiencia del Cordobazo y demás luchas previas a 1973, los que habían vivido con algún grado de participación del proceso de los años 1973,74 y 75, los estudiantes universitarios y los jóvenes obreros, eran en su mayoría irrecuperables y en consecuencia había que combatirlos. Para ello utilizaron un pretexto tan obvio como falaz, se trataba de subversivos reales o potenciales que ponían en riesgo al conjunto del cuerpo social. El ser joven pasa a ser un peligro. Sólo tres de ellos aparecieron un tiempo después. Levantaron chicos en algunos colegios que ya tenían marcados y enemigo era todo aquel estudiante que se preocupara por los problemas sociales, por fomentar entre los estudiantes la participación y la defensa de los derechos de los mismos.Como dijo el historiador Osvaldo Bayer “los héroes de la resistencia civil argentina eran más jóvenes, apenas adolescentes. Habían luchado por la rebaja del boleto estudiantil. Para que los que vivían lejos pagaran igual que los que vivan cerca. Justicia, camaradería, solidaridad, la bella palabra. Se reunían y cantaban por la calle: ‘Luchar, luchar, por el boleto popular’, ‘Eso, eso, eso, boleto de un peso’. Cuando llegó la dictadura pasaron a ser sospechosos. Activistas. Terroristas. Fueron secuestrados por la policía comandada por un general de la Nación, el general Camps, un enfermo mental que aplicó con un entusiasmo total las reglas de la muerte argentina: secuestro, robo de las pertenencias, humillación, tortura hasta la aniquilación, hambre, y por fin desaparición. Cada vez peor, cada vez mejor. Destruir al ser humano integralmente. Aplastarlo como a un insecto. Y total silencio ante los familiares y amigos. Desaparecido. No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos, como se expresó ante los periodistas extranjeros el señor presidente de la Nación Argentina, teniente general Jorge Rafael Videla. Etchecolatz, Camps, Videla. Figuras de exposición en una muestra argentina que comienza con Roca. Es toda una línea. Lo que pasa es que los mapuches son chilenos. Ahí está la clave. Es decir, los militares argentinos se quedaron en la sombra, no admitieron nunca el crimen. Hasta hoy, Etchecolatz nunca lo reconoció. No sé, desaparecieron. Se habrán ido a Suecia. No, no me enteré.”