Opinión

Clamor de una madre desplumada

Por Carola Chávez, Venezuela.

Hoy escribo como una madre que acaba de llegar del supermercado,desplumada, aturdida, con varias bolsitas a medio llenar, que hacemenos de seis meses costaban doscientos bolos y que hoy -confiesotemblorosa- me costaron cuatrocientos.¿Qué compré? Pues, champú -el más barato-, jabón de lavar ropa,zanahorias, lechuga y cambur, una galletas dulces y otras saladas,aceite, leche, queso y pan… No compré vinos carísimos, ni exquisitoscanapés. No compré carne ni pollo porque eso se compra en PDVAL. Unacompra sencilla que cada día es más complicada de hacer.Los precios aumentan, literalmente, frente a mis ojos: empleadosremarcan productos con absoluta impunidad. El libre albedrío comercialdegenera en usura, acaparamiento, angustia, carritos medio vacíos…Paso de madre que hace mercado a columnista al borde de un colapsonervioso: Mi compu, herramienta del alma, se está desarmando bajo misdedos: Se congela, se apaga, parpadea agonizante la pantalla, borra miartículo casi terminado, pasa a peor vida, mi fiel compañera y yo,impotente, me enfrento otra vez al fantasma de la especulación: -Oncemil bolos Señora. ¿Pero cómo, si la vi en internet por menos de mildólares? -Bueno, es que el cambio paralelo. ¡Pero si a ustedes les dandólares de Cadivi! -Si pero no es negocio, Señora, y si me disculpatengo estafas, perdón, trabajo que hacer.He ahí el meollo del asunto: Los dólares de todos los venezolanos enmanos de algunos pocos sinvergüenzas. Me asombra cómo los ilícitoscambiarios parecen ser cosa de peces chicos, mientras nadie ve a lospeces grandes chupándonos hasta el huesito, aprovechando nuestrolimitado -a 400 dólares- derecho de comprar directamente, en mi casouna compu, a un precio justo y asequible, y darle la vuelta alespeculador.Y son computadoras, queso, galletas, champú, pañales, papel toilet…Hoy andar limpio y olorosito implica quedarse limpio. Son lasfranelas, los zapatos, los cuadernos, la pieza que se le jodió a micarro… y Cadivi suelta que suelta dólares y los ricos más ricos… Y unose pregunta si es verdad que nadie se ha dado cuenta de que nos estánestafando.Repica con angustia en mi cabeza el hecho de que ningún diputado deoposición mencione a Cadivi, ni siquiera aquel día en que presentaroncuentas los ministros del sector económico: ¿Por qué ese silencio siel control de cambio es el peor dolor de cabeza de sus votantesdolarizados?Y digo yo: Si los comercios tuvieran un cartel visible que dijera quesus productos fueron adquiridos con dólares de Cadivi, y estos, a suvez, fuesen etiquetados con el precio máximo de venta al público,seguro que veríamos bajar los precios en picada y las mamásvolveríamos del mercado, ya no desplumadas, sino muertas de la risa.