Por Hugo Osvaldo García
El 27 de Octubre del 2010 fallecía el Dr. Néstor Kirchner. Néstor para el Pueblo.
Su ciclo biológico se había cumplido tempranamente. Final. ¿Seguro que final?
Las acciones a través de los tiempos se traducen en Historia. Él –Kirchner-, realizó las suyas en orden a sus convicciones. Él- Néstor -, ha entrado en ella por la puerta grande, la que lo recuerda, la que no olvida, la que lucha, la que construye. La Historia que tiene ausencia de odio, la Historia que tiene raudales de amor.
Entre los términos DOLOR y ALEGRÍA -, que a primera vista resultan contradictorios, transcurre la Vida misma.
La que termina y la que empieza. El Llanto y la Esperanza. El No estar y el Vamos a Ser, porque decidimos Ser..
Y ese DOLOR abrupto e inesperado, que significó su pérdida física. Y ese DOLOR que siguió con el insulto, la diatriba, la persecución hacia su esposa, -por entonces Presidenta de los argentinos- hasta límites insospechados. Y ese DOLOR que significó entregar un gobierno a la clase parasitaria especuladora porque habían legítimamente ganado las elecciones, sabiendo que comenzaba una etapa oscura para los sectores más desprotegidos y una fiesta bacanal – que pagaremos todos- para los especuladores de fortunas mal habidas.
Y con el correr de esa noche aciaga nos preparamos a resistir. Mientras las fuentes de trabajo desaparecían y los dineros escaseaban, Néstor seguía presente en las conversaciones y reuniones múltiples que se hacían en pos de recuperar la Nación, sabiendo que la Patria era el Otro.
Vinieron los que quisieron apoderarse de nuestras ilusiones y de nuestras conquistas. Vinieron a querer robarnos el derecho genuino de ser felices en un país de y para todos. No fue fácil para nosotros. Pero esa tozudez que forma parte del ADN popular consiguió revertir esa etapa. No pudieron. Fracasaron. Somos más y mejores.
Los dolores se transformaron poco a poco, sin prisa y sin pausa en la ALEGRÍA al ver a cientos de miles: mujeres, hombres, ancianos y principalmente jóvenes que agradecen, que siguen, que están, que no se rindieron, que ganaron.
Se hubo apagado la vela pero quedó desparramada la llama que mantiene viva la búsqueda de verdad, justicia, equidad e inclusión que reconforta los corazones de los más humildes que son los más ricos en esperanzas.
El camino, al decir del poeta, se hace camino al andar. Recordamos aquí la cita de Don Arturo Jauretche: “El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza.
No, no fue el final. Dolor y Alegría.
