El embajador norteamericano se puso el mono de trabajo de YPF y celebró que Vaca Muerta tiene energía para abastecer al mundo, aunque no pueda abastecer a los argentinos.
Se aprobó en el Senado de la Nación una ley que permite blanquear capitales a los que fugaron guita de la Argentina, tienen que traerla para ponerla en la construcción, pero ningún artículo de la norma les permite dejar de dolarizar el bien construido.
Se comprometen dólares y exportaciones por doquier, se garantiza reducir impuestos a sectores económicos fuertemente extranjerizados, con altísima rentabilidad y que integran el reducido staff de corporaciones globales de la minería, la exportación de granos y el sector de hidrocarburos.
Mientras se conoce la rentabilidad de las empresas de alimentos, se informa que en julio la inflación acumuló el 7,4%, un número arrastrado por la especulación de un sector económico que aparece como intocable en la agenda política de nuestro país.
Mientras todo eso ocurre, la única auditoria que se anuncia en forma repetida por los canales institucionales de comunicación pública, es la que van a sufrir el millón de pobres de éste país que tienen el “privilegio” de cobrar 23.000 pesos de un programa social.
En apenas una semana, la recuperación de la iniciativa en el Frente de Todos, parece asumir un ritmo vertiginoso. Eso sí, siempre encarando para el otro lado.
Desorientados
La política, en su esencia última, más allá de todo nombre, es la disputa del excedente. Y el peronismo, mas allá de toda contradicción interna, es la más fabulosa herramienta que parió nuestra Patria para pensar nacionalmente una planificación económica, en clave soberana, que permita alcanzar un destino de grandeza para nuestro país y de felicidad para nuestro pueblo.
Del otro lado de la mecha, los grupos económicos tienen pensada una planificación económica para disputar quién se queda con el producto de nuestro mar, nuestros ríos, suelo y subsuelo. Tienen una estrategia para pagar cada día menos por el trabajo argentino. Han planificado un camino para quedarse en el extranjero con la industrialización de nuestros bienes comunes, producir trabajo en otra tierra, generar valor agregado y acrecentar su posición hegemónica.
El sentido de la militancia, en definitiva, es acumular el poder suficiente para imponer en la realidad, con vocación transformadora, un proyecto político que se nutre sobre certezas ideológicas, pero mucho más aún, de las certezas nacidas en la representación popular que es deber edificar.
Es producto del vaciamiento ideológico, esa extendida certeza que ubica la apropiación del Estado como un fin en sí mismo. Como una suerte de lugar al que se llega, para que algún día, por razones que nunca se construyen, se generen las condiciones para imponer un proyecto que tampoco termina de quedar muy en claro cuál es.
Es consecuencia de esa enorme desertificación ideológica, donde nace esta expresión bastante actual que parece identificar al Frente de Todos, y su unidad hasta que duela, como la herramienta política que -en forma exclusiva y excluyente- sólo sirve para impedir que Cambiemos u algún otro, se quede con el Estado.
Lunes de Leliq
El lunes de la semana pasada, el Estado Nacional le pagaba a los Bancos 11.000 millones de pesos por día de intereses de Leliq, NotaLiq, pases pasivos y otros instrumentos de política monetaria que emite el Banco Central. El día jueves, el gobierno en manos del Frente de Todos, decidió aumentar la tasa de interés que paga el Banco Central, y con ello, pasamos a pagar 14.000 millones de pesos por día de intereses por los mismos instrumentos.
En apenas una semana, a pura consecuencia de la descabellada timba financiera de la que hacía gala el macrismo, el Frente de Todos le facilitó a los bancos seguir amasando fortunas con la estafa de las Leliq y los intereses que -en campaña- prometimos que íbamos a desmantelar para poder pagar mejores salarios y jubilaciones.
Tenía razón el Frente de Todos que dijo en campaña “Vamos a dejar de pagar los intereses de las Leliq (letras de liquidez del Banco Central) que la Argentina está pagando todos los días» y que explicó que “Argentina no puede pagar 60 puntos de interés a los bancos. Entre otras cosas para que los bancos puedan volverle a prestar a la gente” tal y como repitió en numerosas ocasiones el actual Presidente.
Pero no tiene razón el Frente de Todos que cuadriplica el monto de Leliq y aumenta en casi 70 puntos los intereses que se le pagan en forma diaria a los bancos, sin que eso se transforme en otra cosa que en nueva timba financiera.
Es claro el lado de la mecha, lo que no es clara es la pirueta discursiva que justifica pagar jubilaciones por debajo de la canasta básica y conceder fortunas a los bancos.
Energía for export
El día jueves, la renovada unidad del Frente de Todos anunció un paquete de concesiones a las corporaciones del gas y el petróleo que alcanza ribetes históricos. Libre disponibilidad de divisas, precio sostén a la producción de gas, financiamiento público para un gasoducto para mejorar los saldos exportables, prórroga en las concesiones al sector privado de los oleoductos que transportan crudo a Puerto Rosales y a Buenos Aires y la expresión de motivos de simplificación de trámites y seguridad jurídica para que puedan exportar más y más.
Hace un mes atrás, al anunciarse la segmentación de tarifas, la Secretaría de Energía informó que en el país había 15 millones de hogares conectados a la red eléctrica y 8 millones de hogares conectados a la red de gas. Es decir, apenas la mitad de los hogares tienen gas para calefaccionar.
Además, el Indec informó que en los primeros cinco meses del año, la exportación de gas producido en Vaca Muerta aumentó un 620% respecto al mismo período del 2021. Los pulpos Tecpetrol del grupo Techint y Pan American Energy concentraron el grueso de las ventas al exterior de gas, en un 56% y 27% respectivamente, contando con beneficios y precio sostén por su record de exportación.
Mientras eso ocurría, la comercializadora Camuzzi gas del sur, suspendía las conexiones domiciliarias en la Patagonia, presionando al Estado Nacional para que realice obras que corresponderían a a la empresa concesionaria que realice.
En un contexto de semejante nivel de apropiación de recursos nacionales con fines exportables, en tiempos de un superavit comercial inédito en la Argentina, y tras haber derramado discursos por doquier para cuestionar los tarifazos durante el gobierno de Cambiemos, resulta el lugar incorrecto de la mecha, forzar un alza en las tarifas energéticas, sin mejora alguna en el servicio y en tiempos de rentabilidad escandalosa de las empresas que operan en el sector.
En materia energética, mas allá de los cambios de nombres en la Secretaría, no cambió la mecha. Lo que cambió es el lugar donde se encuentra parado el Frente de Todos para dar la batalla.
De gira
En unos días más, Sergio Massa estará viajando a Washington y Nueva York con el objetivo de reunirse con el FMI, el Tesoro y las corporaciones financieras que se beneficiaron con el canje de Martín Guzmán, y esperan ansiosas volver a estafar a la Argentina.
Con el FMI, habrá de ratificar el acuerdo suscripto por Martín Guzmán y comprometerse a cumplir con el programa económico con el que se aprietan los tornillos del ajuste estructural sobre el Estado Nacional y el bolsillo de los argentinos.
Es un buen momento para recordar que el FMI no cambia, y los programas que se acuerdan con el organismo, implican una fuerte dependencia económica.
Fue así a lo largo de la historia, y lo va a seguir siendo en el futuro. No existe un solo antecedente en el mundo entero que nos relate el éxito de un programa económico firmado por una nación con el organismo multilateral de crédito, más bien, todo lo contrario.
Los antecedentes en nuestra Patria son lo suficientemente explícitos, dolorosos y severos como para pensar que existe margen de interpretación sobre la eficacia de subordinar los intereses nacionales al FMI.
Incluso, «en el contexto latinoamericano diría que los programas de ajuste estructural del FMI tienen un récord muy problemático», y no lo dice ésta editorial, lo dice también Diego Sanchez-Ancochea, profesor de economía de la Universidad de Oxford, en Reino Unido. Porque si hay una forma evidente de construir consensos en un rincón y el otro de la teoría económica, es que el FMI es un espantoso instrumento de ajuste y dependencia al servicio de los intereses de un puñado de potencias económicas y sus corporaciones privadas.
Teníamos razón, en esto también, aquellos que alzamos la voz diciendo que “La Patria está en peligro” cuando Macri decidió encadenar el futuro de la Argentina a los intereses de los Estados Unidos.
No cambió la mecha, a lo sumo, cambió el lugar donde cada quien anda parado.
Mucho más aún, cuando se vuelva a anunciar nueva deuda en dólares y a tasas que escandalizarían al salvaje de Caputo.
¿Y ahora?
Hubo un tiempo en que el peronismo dejó de ser una herramienta para incrustar en la realidad efectiva la agenda política de las mayorías populares, para planificar nacionalmente nuestra economía y apuntar hacia la justicia social como horizonte.
Tiempo en que se usaron símbolos, instrumentos, representaciones propias del peronismo, pero para imponer una agenda diseñada en el extranjero, tendiente a enajenar lo nacional, destrozar el tejido social e imponer un horizonte de miseria planificada en el destino de las mayorías. Tiempos oscuros en que un puñado de patriotas resistían, mientras con mansedumbre bovina otros miraban hacia el costado.
¿Cuánto es suficiente? ¿Dónde está la mecha que nos orienta a ubicarnos en lados distintos?
Hay un debate traumático que va a atravesar a la militancia en éste tiempo de abismos sociales dolorosos, pero que es absolutamente necesario para no sacrificar en el altar de las expectativas individuales de cada quien, el destino colectivo de liberación que está en la mochila de la responsabilidad histórica del movimiento nacional en nuestra Patria.