Política

Están en un cumple, pero no es el nuestro

La embajada norteamericana celebró la dependencia en una fastuosa cita a la que no faltó ningún rincón del sistema político, institucional, económico y judicial de nuestro país. En tanto, el mágico mundo del crecimiento económico y la mejora de la distribución del ingreso, se estrella la jeta contra la realidad y la propia estadística del INDEC.

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“Una celebración adelantada por la declaración de la Independencia unió a dirigentes del oficialismo y la oposición en Argentina”. El título es genuino, el problema es que la unidad se evidenció en la celebración anticipada de la Independencia de los Estados Unidos, celebrada en la embajada que conduce Marck Stanley, a la cual concurrió el sistema político, judicial y económico del país.

El presidente del Banco Central, Miguel Pesce, posó sonriente para las fotos del “house organ” de la embajada, Infobae, junto a Claudio Cesario, Presidente de la Asociación de Bancos Argentina, dejando atrás una semana conflictiva pletórica de maniobras especulativas sobre el tipo de cambio que profundiza el deterioro económico de nuestro país.

El habitué de la residencia y, a la sazón, Jefe de Gabinete de Ministros, Juan Manzur, se hizo presente en una velada nocturna en la que dijeron presentes el operador judicial y juez de la Casación Mariano Borinsky, el formador de precios Daniel Funes de Rioja, quienes se mezclaban con otros empleados de la embajada norteamericana como Silvia Lospenato, Guillermo Yanco y Eduardo Amadeo.

Hace unos pocos días narrábamos en estas páginas la descomunal maniobra de subfacturación y venta intraempresa de toneladas y toneladas de carbonato de litio en su yacimiento de la Provincia de Catamarca, gobernada por Raúl Jalil, quien también hace algunas semanas, sostuvo que “Los gobernadores estamos en contra de la nacionalización del litio” hablando en representación de las provincias del norte que poseen reservas del valioso mineral.

Demás está decir que Jalil arribó a la embajada de Estados Unidos junto a Juan Manzur, para quien la noche terminó tarde y el día 1 de julio comenzó bien temprano, utilizando la red social twitter para recordar al General Juan Domingo Perón en un nuevo aniversario de su paso a la inmortalidad.

Como si Perón no hubiera llegado al poder tras la contradicción principal trazada entre liberación nacional o dependencia, entre Patria o Colonia, como si esas consignas no hubieran encontrado síntesis en el famoso Braden o Perón, los dirigentes gremiales Carlos Acuña, Andrés Rodríguez y Juan Carlos Schmidt, también dijeron presentes en el pomposo festejo yanqui.

Al día siguiente, sin tapujos, recibieron al presidente Alberto Fernández en la CGT para recordar al mancillado Perón en una fecha para su recuerdo.

El sistema político en su conjunto, y en forma hegemónica la dirigencia política del movimiento nacional que habita distintos rincones del gobernante Frente de Todos, parecen haber desvirtuado los límites de esa contradicción principal en nuestra historia que pone en una vereda al proyecto nacional y en la vereda enfrentada al neocolonialismo expresado en esa dinámica tan cara para una buena parte de los funcionarios, de andar promocionando las ventajas de un modelo de factoría en la que cada vez se venden productos primarios, se concentra en manos extranjeras su exportación y promueve la integración de nuestros recursos estratégicos a las cadenas de suministro que atienden necesidades extranjeras.

 

“Reactivación económica con poca nafta en el tanque”

Con ese título, el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz, tituló el informe económico del mes de abril. Proyectaba las dificultades económicas con las que se iba a topar el gobierno el año próximo, en plena campaña electoral, producto de fuertes restricciones en materia económica derivadas del acuerdo alcanzado con el FMI.

En el informe del mes de junio, ya advierten que los tiempos se han acelerado de manera notoria. “A más de un año de la elección del próximo gobierno y a sólo 3 meses de la aprobación del acuerdo con el FMI, ya se concretó la primera “mini” corrida contra la deuda en pesos del gobierno nacional. La supuesta estabilidad cambiaria que generaría el acuerdo con el Fondo duró tan sólo tres meses (su aprobación final por el staff del organismo fue el 25 de marzo), demostrando la falsedad de los argumentos que la mayor parte de las consultoras que recomendaron su firma” sostienen en su informe mensual.

“El problema de la Argentina es que estamos creciendo mucho” dijo el Presidente Alberto Fernández hace pocas horas en una condescendiente entrevista en C5N. Defendió con ello a Martín Guzmán, ministro de economía, quien sufría cuestionamientos en medio de la enorme corrida cambiaria.

Entre los éxitos de gestión de Martín Guzmán, se adelantaba en la entrevista, que el FMI aprobaría la revisión de cuentas de nuestro país, en una naturalización horrenda de la pérdida de soberanía.

Y es cierto, Martín Guzmán le hizo los números al FMI, en definitiva, para eso volvió a la Argentina.
Las recomendaciones del FMI

El Fondo Monetario Internacional publicó sus recomendaciones ante la crisis y la ola inflacionaria actual advirtiendo que “es un error que los gobiernos intenten limitar el aumento global de los precios a escala nacional, ya sea mediante bajadas impositivas, topes o subsidios directos sobre determinados productos. Estas medidas crean distorsiones en los precios relativos, presiones extra sobre las finanzas públicas y maquillan la realidad económica”, señaló.

Por el contrario, señalan “deberían permitir que los altos precios globales se trasladen a las economías nacionales mientras se protege a los hogares vulnerables afectados por los aumentos”, lo cual, es “menos costoso que mantener los precios artificialmente bajos para todos, independientemente de su capacidad de pago”.

Como se advierte, la política sugerida por el FMI es no poner límites a los precios, y para resolver la imposibilidad de comprar alimentos para la enorme mayoría de la población mundial, el FMI recomienda «transferencias de efectivo temporales y específicas para mitigar el impacto en los grupos vulnerables y de bajos ingresos», una suerte de IFE como el que hemos conocido, o mejor aún, una renta básica universal como la propuesta por Juan Grabois y el Ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, Andrés Larroque.

En relación a los precios de la energía, por ejemplo, el FMI propone “combinar la información sobre los ingresos de los hogares con la información sobre las facturas de los servicios públicos” y “ofrecer descuentos a quienes se encuentran por debajo de un cierto umbral de ingresos”, tal y los aumentos que arreciarán las próximas facturas.

“Tampoco deben olvidarse las ganancias excesivas de determinadas empresas”. En este punto, el fondo propone un impuesto centrado en estas rentas extraordinarias que sirva para apoyar la cohesión social al centrar el tiro en las compañías con beneficios inesperados y no en aquellas «empresas (y sus trabajadores) que se ven gravemente afectadas y obtienen ganancias normales o incluso incurren en pérdidas», una medida presentada como una enorme conquista social en nuestras tierras.

El problemón escondido del ingreso

El día martes El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) puso a disposición de la ciudadanía el informe de la distribución del ingreso en la Argentina durante el primer trimestre del 2022. Según la publicidad que se le otorgó, “El dato implica una leve mejora frente al mismo trimestre de 2021”.

Alberto Fernández sostuvo que, en el país, los índices demuestran que “mejoró la distribución del ingreso”, lo que demuestra que “no hay ningún ajuste en Argentina”.

El drama se advierte a poco de analizar las estadísticas que sirven como elogio al contexto económico que vive el país.

Según el INDEC, de las 29 millones de personas de la población económicamente activa de la EPH, 11 millones y medio no poseen ingresos, 8 millones reciben menos de 50.000 pesos por mes y apenas 3 millones reciben más de 90.000 pesos al mes.

Por fuera de toda peligrosa retórica que apenas rellena la cámara de eco en la que vive la clase política de nuestro país, lo cierto es que duele el bolsillo de los argentinos. Y ese es un problema bien real que enfrenta la inmensa mayoría que habita este país.

Es un conflicto real y efectivo que se materializa cotidianamente, cada vez que un compatriota real, de carne y hueso, se para frente a una góndola para comprar algo de alimento.

Afuera del ropero en cuyo mágico mundo fantasean armonía los dirigentes con pretensiones electorales, la Argentina está llena de tensiones sociales.

Hay tensión cuando un laburante se mete la mano en el bolsillo para pagar en el supermercado. Hay tensión a la hora de comprar pañales, hay tensión en el comerciante que no puede pagar el cajón de pollo que acaba de aumentar una vez más y hay tensión en el jubilado que no sólo dejo de comprar pechuga, si no también pata y muslo y está por dejar de comprar las alitas el día 15 de depositada la jubilación.

Son tensiones silenciosas que atraviesa el malhumor social, muy alejada de los debates superestructurales, muy atomizada y carente de agenda política aglutinante. Pero está ahí, castigando la legitimidad de la política de una manera preocupante.

Hay una agenda que habita en las entrañas de los humildes de nuestra Patria que necesita ser integrada en un proyecto nacional, que vuelva a poner el trabajo, los salarios en el centro de las preocupaciones sociales, la soberanía como motor de respuesta al como generamos el trabajo que nos falta y a la independencia como épica indispensable para resignificar la idea de libertad.

Qué homenaje bien distinto se hubiera merecido Perón, en un tiempo en el que la coyuntura global, sigue poniendo su irrupción en la historia, su infinita sabiduría y su vigencia escrita en lo profundo de nuestra historia, como una agenda de futuro inevitable.