Opinión

Haciendo leña del árbol caído

Cuando fallece un líder político y sobre todo si está en plena potencia de su conducción política, una sensación de angustia y preocupación surge entre quienes comparten ese liderazgo.

Nadie es ingenuo y sabe también que la oposición a ese liderazgo no deja de analizar en términos políticos cuanta ventaja signifique para ellos esa muerte.Hay formas institucionales que se deben respetar en esos casos y también formas humanas.La rapidez con que La Nación y Rosendo Fraga se apuraron a tratar de sacar ventaja política del fallecimiento de Néstor Kirchner desde una supuesta “objetividad analítica” muestra una continuidad con quienes pintaron “viva el cáncer”Una vez más esos sectores cometen el error de suponer que la muerte de quien ejerce la conducción es suficiente garantía de desaparición del movimiento que encabezan.Sin entender que ellos, Evita, Perón, Néstor, Cristina pueden ser conducción por expresar un conjunto de voluntades que acompañan un rumbo definido, rumbo que esa conducción marca y valga la redundancia  conduce.Se regodea Rosendo Fraga, eso sí, con supuestos vuelos intelectuales, de que Cristina está en la encrucijada.  Ahora para ellos llegó la hora de volver a la senda deseada por ellos.Terminar su período presidencial en paz, tal como ellos la definen y la pesadilla Kirchner habrá terminado.La oposición  podrá volver   nuevamente a ejercer el poder para disolver rápidamente los avances logrados.Lo mismo pensaron en el 52, 55, 76.Los cambios radicales que en la Argentina produjo el llamado kirchnerismo están sustentados en la vocación de un pueblo que más allá del dolor del momento ya está expresando la decisión de continuar  el rumbo.El Mensajero Diario  transcribe la nota del Diario La Nación firmada por Rosendo Fraga por entender que junto a los párrafos que antecen forman parte de “Nuestro Compromiso con la Información”Miguel Gómez SanjaumeDirectorSin Kirchner, Cristina puede asumir el poderPor Rosendo FragaEspecial para lanacion.comMiércoles 27 de octubre de 2010  La desaparición del líder del oficialismo genera múltiples interrogantes. Es la primera vez en la historia argentina que la ausencia de alguien que no es el Presidente genera una situación semejante.Esto ante todo muestra que la Argentina estaba viviendo una situación anómala. Lo institucional estaba subordinado a lo político. La falta de Kirchner deja la sensación política de que falta el Presidente y es como si se planteara el interrogante de cómo va a actuar el vicepresidente.Hasta el último momento él se encargó de hacer evidente que era quien ejercía realmente el poder y no su esposa, la presidenta Cristina Kirchner. Ella nunca lo rechazó, nunca buscó generar un espacio propio de poder ni en lo símbólico.Ella ocupa ahora el centro de la escena y tiene la oportunidad de ejercer el poder por sí misma, un año antes de las elecciones y trece meses de que termine su mandato.Tiene la oportunidad de modificar, rectificar, corregir, cambiar una serie de aspectos, estilos, orientaciones y políticas impuestas por su marido, que llevaron a una situación inédita, que un gobierno con la economía creciendo al 9% tenga la aprobación de sólo uno cada tres.Ella ahora puede adoptar algunas decisiones que se reclaman, como tomar distancia de Hugo Moyano y terminar con su influencia. Quizás será lo primero que el mundo político mirará para saber si esta dispuesta a cambiar.En principio, el peronismo que nunca vio con simpatía al Kirchnerismo y su alianza con la izquierda, que primero se dividió frente al conflicto con el campo, que después lo derrotó en las elecciones del año pasado y que en los últimos días mostró sus diferencias a través de Daniel Scioli, recupera protagonismo.Podría conjeturarse que las figuras del poder más vinculadas a Néstor Kirchner, ahora pueden tener menos poder o bien podrían ser apartadas.Por ejemplo, Cristina tiene la oportunidad de reemplazar a funcionarios cuestionados, como Guillermo Moreno.Si ella insiste en la línea fijada por su marido, no le será fácil gobernar. Ella no es la misma persona y además ese estilo, estaba claramente en crisis.Con Kirchner desaparece la figura política más importante de la década, como lo fue Alfonsin en los ochenta y Menem en los noventa.Una figura singular.Deja a su esposa, con un gobierno sólido en lo económico, pero enfrentado con el sector productivo mas importante del país que es el campo; en conflicto también con el sector industrial; en mala relación con la Corte Suprema como lo evidencian los fallos recientes; enfrentado con el Congreso, como lo muestra el último veto; en conflicto con la Iglesia Católica; enredado en una surte de «guerra» contra los principales medios privados del país y en trance de romper relaciones con el gobernador de la principal provincia.El peronismo se estaba alejando. Ya al acto de River, presidido por el matrimonio Kirchner y Moyano, habían concurrido solo 5 intendentes justicialistas del conurbano y nada más que 5 gobernadores justicialistas habían rechazado la candidatura presidencial de Scioli.La continuidad institucional no está en riesgo en la Argentina, pero puede estarlo la gobernabilidad en el final en el tramo final del mandato de Cristina, si ella no aprovecha lo que posiblemente sea su oportunidad histórica: dejar de ser la presidenta de una facción, para pasar a serlo de todos los argentinos.