Sociedad

Investigadores del Conicet avanzan en la lucha contra el cáncer

El científico Gabriel Rabinovich presentó el hallazgo junto al ministro de Ciencia, Lino Barañao.

El Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao y el Dr. Gabriel Rabinovich.

Un equipo de investigadores del Conicet, dirigido por el investigador Gabriel Rabinovich, desarrolló un nuevo recurso terapéutico para tumores resistentes a otros tratamientos.   El nuevo método fue ensayado en animales de laboratorio, para tumores de mama, próstata y pulmón, y la estrategia es impedir que el tumor obligue al organismo a generar vasos sanguíneos para nutrir su desarrollo maligno. Existen medicamentos para bloquear esta capacidad de los tumores, aunque a veces funcionan, a veces no. El equipo científico encontró una causa para esos fracasos, y descubrió y patentó un producto capaz de remediarlos.   Los resultados del trabajo se publicaron en la revista especializada Cell e incluye a la investigación en la categoría de los “avances de punta” en ciencia. El trabajo fue desarrollado en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (Ibyme), dependiente del Conicet. Entre los firmantes del artículo en Cell están también los investigadores Mariana Salatino, Diego Croci y Juan Pablo Cerliani.   Los tumores malignos, como todos los tejidos del organismo, necesitan los nutrientes y el oxígeno que aporta la sangre, el tumor, para sostener su crecimiento enloquecido, requiere grandes cantidades de oxígeno. Pero, para obtener su ración de sangre, debe convencer al organismo de que extienda su aparato circulatorio para nutrirlo, a él, que se dispone a matarlo. Con este fin, el tumor emite una sustancia llamada “factor de crecimiento endotelial vascular” (VEGF). Cuando esa sustancia entra en contacto con las células de la pared interna de los vasos sanguíneos, éstas se ven estimuladas a proliferar, ramificarse y formar así una red vascular, caótica y aberrante como el tumor mismo, que cumple en nutrirlo. La existencia de esa arma de los tumores, el VEGF, fue descubierta en 1989, y eso permitió desarrollar terapias para contrarrestar su efecto: anticuerpos monoclonales que “secuestran” esa sustancia, de modo que el tumor pierde la posibilidad de ordenarle al organismo que le fabrique vasos sanguíneos. Desde 1994, estos tratamientos quedaron incorporados.   Los investigadores comentaron que fue un hallazgo casual que en esas células de los vasos sanguíneos, en los mismos lugarcitos de la membrana celular donde se engancha el VEGF para obligarlas a ser esclavas del tumor, allí mismo puede engancharse otra sustancia, una proteína llamada Galectina-1 (Gal1), que puede ser tan dañina como el VEGF. Este paso, consistió en discernir que en tumores resistentes a los tratamientos contra el VEGF, lo que pasó fue que la Gal1 pasó a cumplir, al servicio del tumor, la misma función que hubiera desarrollado el VEGF. La terapia anti-VEGF no resulta porque la Gal1 lo reemplaza. Así, el equipo desarrolló un nuevo anticuerpo monoclonal, esta vez contra la Gal1, lo probó en animales de laboratorio y así consiguió que los tumores resistentes pasaran a ser sensibles al tratamiento. Este anticuerpo monoclonal fue patentado y hoy se desarrollan tratativas con empresas farmacéuticas con la perspectiva de avanzar hacia su uso terapéutico en seres humanos.   La investigación se financió sólo con fondos argentinos. Los fondos fueron provenientes de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología; del Conicet; de la Universidad de Buenos Aires, de la Fundación Sales y de donaciones de las familias Ferioli y Ostry.