Entrevistas

La cuestión del trabajo: “La clave es dejar de ser un Estado pobre en una Nación rica”

Alejandro “Coco” Garfagnini, desde la experiencia acumulada en la construcción de viviendas de la organización barrial Tupac Amaru, se mete en el debate que aparenta discutir el destino del presupuesto de Desarrollo Social, pero complejiza y profundiza la discusión: “Es necesario recuperar el rol del Estado como generador del trabajo”.

La reunión del Consejo “Argentina contra el Hambre” encabezada por Alberto Fernández, fue la oportunidad en la que el Gobierno Nacional anunció la ampliación presupuestaria de la Tarjeta Alimentar, aumentando el monto mensual asignado y ampliando la población alcanzada por la política pública.

 A las pocas horas del anuncio, empezaron a tomar repercusión pública debates encontrados con la aptitud de la Tarjeta Alimentar como herramienta institucional para responder a las necesidades alimentarias que resultan consecuencia del inocultable crecimiento de la pobreza en nuestro país.

Desde el propio gobierno, Emilio Pérsico, Secretario de Economía Social, salió al cruce de la ampliación presupuestaria y señaló que “La Tarjeta Alimentar nos puede incluir como consumidores. Pero eso no es inclusión social. Eso no es inclusión, la única inclusión es el trabajo”.

A poco de desarrollar la idea, detrás del cuestionamiento, se vislumbraba que el debate encontraba su límite en la discusión presupuestaria del propio Ministerio de Desarrollo Social.  Pérsico sostuvo que “Si esos recursos en la Tarjeta Alimentar, los pusiéramos en el Potenciar Trabajo, eso significarían 260 mil viviendas anuales que podríamos construir y la generación de un millón de puestos de trabajo nuevos”.

El Potenciar Trabajo es el programa que hoy llegó a incorporar un millón de personas al Salario Social Complementario, herramienta institucional nacida al calor de la Ley de Emergencia Social sancionada durante el gobierno de Mauricio Macri.

Mas allá de la intencionalidad de las voces críticas que se alzaron a la política social de la Tarjeta Alimentar, lo cierto es que abrió la puerta a la discusión del trabajo, usualmente asaltada por aquellas voces que, en la propia fuerza gobernante, parecen intentar seguir repitiendo la fórmula que reza que si el capital invierte, y se favorecen los intereses del capital, se genera trabajo en la Argentina. Una discusión que peregrina fracasos desde hace décadas en nuestro país.

Alejandro “Coco” Garfagnini es el coordinador nacional de la Organización Tupac Amaru, motor del Frente Milagro Sala. En la identidad de esa organización popular no sólo se encuentra el nombre de la aún presa política Milagro Sala, cuya libertad es una asignatura pendiente del gobierno del Frente de Todos, si no, que se reivindica además la experiencia popular acumulada que implicó motorizar la construcción masiva de viviendas para generar trabajo allí donde las fuerzas del capital no generaban más que rentabilidad.

Garfagnini profundiza el debate, lo complejiza, y lo ubica en su justa necesidad: “El problema que arrastramos en Argentina es que el Estado ha perdido capacidad de tener control sobre los recursos estratégicos, cosa que nos permitirían dejar de ser un Estado pobre en un país rico” y agrega que “si no desterramos la imposición liberal que exige que el Estado tiene que administrar, y recuperamos la matriz peronista que ubicaba al Estado como motor y protagonista de la producción y el trabajo, y asociamos esa energía a la creatividad y la organización popular, no vamos a poder generar trabajo en nuestro país”

En una entrevista que le realizara el periodista Roberto Caballero, Garfagnini se apura en salir del ruido mediático que dejó la discusión sobre la Tarjeta Alimentar y señaló “Si hay hambre, hay tarjeta alimentar y hay que darle de morfar a la gente, es una realidad, es una obviedad te diría. Por otro lado, hemos llegado al millón de planes en Argentina, y la cuestión es que si no hay trabajo, aparecen los planes y la verdad que a nadie le gusta tener planes, pero ningún loco los va a rechazar”.

Sin embargo, sostuvo que “Estamos discutiendo en un esquema que no tiene sentido, si vos me decís estás de acuerdo con que hayan ampliado los recursos de la tarjeta y sí, estoy de acuerdo si la gente se está cagando de hambre. Tenemos la mitad de la población por debajo de la línea de la pobreza, y claro que estoy de acuerdo. Ahora, ¿es la solución? Y no, no es la solución. Es verdad que la solución es el trabajo, ahora nadie dice cómo generar trabajo en la Argentina.”

La experiencia de la construcción de viviendas

A pesar de Gerardo Morales y su revancha contra Milagro Sala, el barrio Alto Comedero de la Tupac Amaru sigue emplazado en Jujuy como un testimonio vivo de la capacidad creativa de la producción popular en nuestro país.

Viviendas, escuelas, centros de rehabilitación, piletas, clubes e institutos fueron la consecuencia de la organización popular, y causa de la persecución que sufriera y sufre Milagro Sala y sus compañeros.

Esa experiencia fue traída como propuesta política en los albores del Gobierno de Alberto Fernández. Garfagnini recuerda que “Nosotros señalamos al inicio del gobierno que era necesario dar una respuesta rápida a la generación de trabajo, al mismo tiempo en que respondemos al doloroso déficit habitacional. Propusimos construir un millón de viviendas, en un nuevo modelo de asociación entre una empresa pública y las cooperativas de trabajo. Un programa que llamamos Argentina Construye, que dinamizara el mercado interno y pusiera a nuestro pueblo a trabajar”.

Para Garfagnini esa idea adquiera mayor relevancia en tiempos de pandemia, y señala que “Lo que a nosotros nos parece es que tiene que haber un Estado muy presente, muy fuerte, y eso significa que sea protagonista del desarrollo de la producción y el trabajo en Argentina. Lo que hizo Perón es la posguerra, lo que se da hoy es una situación similar de la posguerra con esta pandemia. Caída del empleo global, caída de los salarios y alza de las materias primas. Perón asumió la tarea de hacer un Estado fuerte y protagonista en la generación del desarrollo nacional. Es lo que hizo Perón con Somisa, YPF: el Estado como motor y protagonista de la generación de empresas y trabajo y valor agregado en Argentina.”

En ese sentido, agrega que “600 dólares la tonelada de soja, la extracción de litio que genera poco trabajo y paga pocas retenciones, el Mar Argentino depredado por flotas extranjeras, siete agroexportadoras que se la pasan contrabandeando granos y exportando a simple declaración jurada, la energía en manos de empresas multinacionales con tarifas dolarizadas, el flete de nuestro comercio exterior sin marina mercante nacional. Lo que está claro es que ahí donde nos falta soberanía, es donde nos falta trabajo”.

“Si Argentina no revierte esta situación, y no recupera el Estado su rol estratégico, vamos a seguir siendo un país muy rico con un Estado muy pobre y con una población cada vez más hambreada, algo que no tiene ninguna razón de ser en un país gobernado por el peronismo”, sentencia.

En un contexto en el que los debates parecen atravesados por la simplificación de las redes sociales, o atrapados en la falsa anatema de “crítica o aplauso”, la discusión del trabajo aparece como una oportunidad para romper el molde de un relato político alejado de la realidad y vacío de tensiones sociales inocultables.

En ese sentido, Garfagnini sostiene que “En los barrios se ha generado una subsistencia que no se cómo funciona pero funciona con mucha solidaridad. Lo que nosotros necesitamos es discutir un proyecto de país que sea el que votamos y el que soñamos y que tengamos un Estado fuerte.”