Política

Litio, por el camino de la dependencia

La gira de Sergio Massa por Estados Unidos, la reunión celebrada el activo embajador, Marc Stanley, con los gobernadores del Norte Grande y la gira que iniciará Wado de Pedro por el país del norte, ponen al litio como una ofrenda más en el altar de la dependencia sobre el que ha decidido inclinarse el sistema político argentino.

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Argentina integra junto a Chile y Bolivia el llamado “Triángulo del Litio”, en donde se encuentran activa la mayor reserva estratégica mundial de un mineral que ha visto incrementado su precio internacional en un 400% en el último año.

«Alrededor del 85% de las reservas de Litio en el mundo se encuentran en el denominado «Triángulo del litio» compuesto por Argentina, Bolivia y Chile. Esas reservas se encuentran en condiciones de explotación únicas y por ese motivo permiten costos de procesamiento y producción mucho menores a los de los combustibles fósiles” sostiene en un reciente informe la investigadora Agustina Sánchez del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

Allí destaca que “Venimos adelantando que el litio se constituye en la actualidad como recurso natural estratégico al consolidarse como: 1) Factor clave en el cambio de matriz energética: el litio se necesita para la confección de acumuladores eléctricos que permiten contener la energía generada mediante recursos renovables, ya que esta es intermitente y fluctuante, por lo que debe ser acumulada y 2) Determinante en la modificación del patrón tecnológico, ya que las baterías que denominadas ion-litio serán el motor que impulsará la movilidad de los próximos años mediante los autos eléctricos. Además, estas baterías son utilizadas en casi todos los dispositivos electrónicos portátiles como celulares, y computadoras.»

Por esas circunstancias, es que el sistema político argentino ha encontrado síntesis en la grieta al asegurar que Argentina tiene energía del presente y del futuro para “ofrecerle al mundo”. Una rémora del modelo factoría que acuñó la imagen del “granero del mundo” como simpática escena en el que se graficaba un proyecto colonial para nuestra nación.

La riqueza en Litio, la mayor reserva de gas no convencional y crudo no convencional ubicada en el subsuelo de Vaca Muerta, nuestra enorme superficie de tierra cultivable, nuestro frente oceánico, los minerales enterrados en nuestra cordillera, las tierras raras de nuestras mesetas patagónicas, y el petróleo de nuestro lecho marítimo, ubican a la Argentina en el centro de los intereses geopolíticos de Estados Unidos en la región.

En ese marco es que Agustina Sánchez advierte en su informe que con el Litio “no se rompe la dinámica de los recursos naturales en general: el litio se consume en los países del «centro», pero es expropiado de los países de la «periferia» mediante su explotación por grandes multinacionales. Esto da cuenta del clásico esquema dependiente de producción de manufacturas y productos industriales con agregado de valor para los primeros, y exportación de materias primas para los segundos, dinámica que ha atado a nuestros países al «subdesarrollo.»”

Por esa razón, ahí donde los grupos económicos asumen en forma celebratoria el viaje de Massa a los Estados Unidos e intentan imponer la imagen exitosa de una gestión, se erigen preocupantes amenazas contra nuestra soberanía nacional.

No es para menos. Se hizo público en forma reciente un informe del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington, uno de los principales Think Tanks de EE.UU. En el mismo sostienen que de los tres países que conforman el Triángulo del Litio (Argentina, Bolivia y Chile), “Argentina ofrece el caso más prometedor para la expansión de la industria del litio” ya que “el presidente Alberto Fernández redujo los impuestos en las exportaciones de minerales este año”.

Sostienen respecto a nuestro país que “El gobierno federal no ha impuesto ninguna regulación a la inversión extranjera en el sector del litio y permite que el mercado dicte el desarrollo de la industria. […] La proyección de litio de Benchmark Mineral Intelligence prevé un aumento del 360% en la producción de litio en 2025”. En el mismo informe recomienda, como estrategia de EE.UU. para con Argentina, que “los esfuerzos de ally-shoring deben centrarse en fortalecer la presencia de los Estados Unidos en el país, aumentar las plantas de carbonato de litio e incentivar la producción de hidróxido de litio.”

En efecto, tal y como recuerdan en un reciente estudio los analistas Alfio Finola y Tomás Mondino, “todos los proyectos en operación o que comenzarían a producir en los próximos 5 años, son de propiedad privada y de capitales extranjeros, principalmente de origen chinos, europeos, australianos y norteamericanos.”

Agregan los profesionales que “Argentina aumentó sus ingresos por la exportación de litio en un 459% interanual en dólares, inclusive exportando un 6% menos en términos netos. Vale aclarar que las exportaciones declaradas por las mineras, se hacen mediante declaración jurada por las mismas, lo que no otorga confiabilidad a los datos.” Sin embargo “la estrategia nacional planteada en torno al litio no expone un beneficio para las mayorías en nuestra sociedad. Los bajos impuestos que pagan las empresas mineras, en conjunto con el alto precio del litio y las normativas flexibles para la exportación del mineral otorgan las condiciones propicias para la evasión y especulación que beneficia a las empresas trasnacionales.”

Radio Gráfica entrevistó en forma reciente a al ingeniero electrónico Guillermo Garaventta quien sostuvo que “Tenemos la segunda reserva del mundo con 19,6 millones de toneladas de las 80 que tiene el mundo. Casi todos nuestros salares están concesionados a 20 o 30 años, con lo cual la posibilidad de entrar es muy pequeña. La ley de Minería encima hasta te premia por sacar litio y te devuelve un 2.5% de lo extraído, después eso se va por Chile, así que ni siquiera sale por el puerto de Buenos Aires. Entonces la realidad es que hay que parar la pelota y diagramar una política de Estado que se sostenga en el tiempo y se garantice por ley y que no puedan ser eliminadas por la siguiente gestión. Esa es la manera que encontraron los países desarrollados para que esos micro traidores que hay adentro no puedan colapsar este tipo de políticas y destrozarlas. Porque volver a empezar es muy difícil”

De allí, que incluso los delitos que cometen las multinacionales, terminen siendo ventajosas para el país. Usted se preguntará cómo es esto, y la respuesta es bien sencilla: porque el Estado Nacional, en su política de aliento al extractivismo, premia con reintegros la extracción de litio con fines exportables.

En forma reciente, la multinacional Livent, fue denunciada y se encuentra investigada por haber subfacturado la exportación del Litio durante años. Mientras la empresa estadounidense vendía 6.500 dólares la tonelada de carbonato de litio desde Catamarca, en Jujuy se exportaba el mismo material por otra empresa a 54.000 dólares la tonelada. Además, Livent le vendía a precio vil el carbonato de litio a su propia casa matriz en Estados Unidos.

Pero claro, la estafa de Livent es menos voluminosa que la del sistema en general, beneficiada por las decisiones de política económica que atienden a la arquitectura financiera y jurídica del modelo factoría. “Si Livent subfactura las exportaciones, en definitiva, está generando un beneficio al fisco argentino porque el fisco argentino le tiene que reintegrar menos dinero. Si, en vez de 6500 dólares la tonelada, hubiera declarado 54 mil dólares la tonelada el fisco le hubiera tenido que reintegrar el 5% del proporcional de 60 mil y ahora le reintegra el 5% del 10% de su valor” explica Adrián Krmpotic, asesor del proyecto que buscaba declarar bien estratégico al litio en nuestro país.

“Argentina, de los tres países que integran el triángulo (Chile, Bolivia y Argentina), sin dudas alguna es el que tiene menos regulaciones para la explotación de este recurso. La posición argentina es sumamente vulnerable” sostiene Krmpotic y destaca que en la medida que sigamos considerando al litio un mineral y no un elemento químico, el mismo quedará atrapado en la categoría 1 del Código de Minería, lo que implica que “el litio resulta alcanzado por la ley de inversiones mineras, un engendro del año 1993 mejorado -entre grandes comillas- en mayo de 2001, que garantiza las explotaciones mineras, estabilidad fiscal por el término de 30 años, aranceles cero para las importaciones afectadas por la explotación del recurso; reintegros del orden del 5% a las retenciones por exportaciones. Un detalle: la retención a las exportaciones mineras es el 4,6% y le reintegran el 5%”

El gran interrogante es ¿Cómo se capitaliza el recurso estratégico con el que cuenta la Argentina? La respuesta no radica solamente en estructuras jurídicas o herramientas económicas, si no en recuperar el sentido soberano de nuestro proyecto político. Es más compleja la resolución del conflicto que -apenas- crear una empresa estatal, es formatear la mirada atravesada por la desertificación ideológica de los componentes de nuestro movimiento nacional.

Krmpotic lo explica al señalar “YPF es una empresa con la mayoría de capital estatal, sin embargo, ahí tenemos un pequeño problemita: las empresas del grupo no se manejan con criterios de soberanía de recursos, sino con el criterio de maximización de las ganancias. ¿Por qué apunto a esto? Decía al comienzo, es una muy buena noticia la creación de una empresa estatal, a qué efectos: a los efectos que el abastecimiento del mercado interno a precios de hoy, no tenga que adquirir el carbonato de litio a 60 mil dólares la tonelada y lo pueda adquirir a un valor próximo a los 3500 o 4000 dólares más una ganancia razonable, que sería el costo interno. Ahora, si la pregunta es si uno cree que YPF litio va a abastecer el mercado interno a 5000 o 6000 dólares la tonelada, cuando exportarlo le va a redituar 60 mil, yo creo que la respuesta es categóricamente no.”

Con toda evidencia, es por el camino de la soberanía en la que se encuentran las respuestas indispensables para pensar la planificación económica de nuestro país. Un sendero que se encuentra en las antípodas del posibilismo y el entreguismo que habita la actual agenda política del gobierno nacional.