Política

No es solo un debate económico

Después de la derrota electoral del oficialismo en las PASO, las tensiones en el Frente de Todos se precipitaron. Las discusiones que se proyectan para las elecciones generales.

 

El debate económico generado luego de las elecciones PASO y la carta de Cristina, puso sobre la mesa la discusión sobre el gasto público, el déficit fiscal, la expansión de las políticas públicas redistributivas para atender las consecuencias de la pandemia, y la necesaria y urgente inyección de fondos públicos para mover la economía de los sectores populares.

Argumentaciones a favor y en contra sembraron la semana en los principales medios de comunicación. Economistas heterodoxos, ortodoxos, periodistas, y un sinfín de opinadores le dieron vuelta al asunto. Las justificaciones de una postura y otra (a favor de Guzmán y en contra de Cristina o viceversa), orbitaron básicamente y en términos generales, sobre interpretaciones técnicas-económicas, de implantación de instrumentos fiscales, y varias más. Incluso se generaron debates sobre la semántica léxica del contenido económico de la misiva dirigida por la vicepresidenta. No faltaron hermeneutas, siempre dispuestos a sumar interpretaciones un tanto rebuscadas.

En términos concretos, y sin evadirse de la cuestión económica de fondo, los planteos que surgen de la carta son estrictamente políticos. Tienen una dimensión económica fundamental, es cierto, pero no debemos perder de vista que apuntan por elevación, a la conducción y a la dirección política del gobierno del Frente de Todos, del cual Cristina es parte determinante.

Salarios, inflación, precios de los alimentos, crecimiento económico, tarifas, jubilaciones, falta de trabajo, son algunos de los conceptos que aparecen en la carta. Factores fundamentales que operaron en la derrota electoral del oficialismo. Aquí se abren algunos interrogantes que pueden orientar la respuesta efectiva de la resolución de los mismos. No solo pensados en función de una elección de medio término, sino en la necesidad de retomar el contrato electoral con el que el Frente de Todos pudo desplazar a la fuerza política que mejor representa al neoliberalismo argento: Cambiemos. Ese compromiso asumido por el peronismo en su conjunto, más las expresiones políticas que componen la coalición de gobierno, quedó a medio realizar, trunco.

Después del desastre económico y social al cual nos empujó el gobierno de la Alianza Cambiemos, los problemas se agravaron profundamente por la pandemia del COVID-19. Esto hacía imperioso que la respuesta por parte del Gobierno tenga la misma celeridad que tuvo la gestión de Mauricio Macri, pero en otra dirección. Empezar a dar vuelta la tortilla. Ejemplos claros de esto son la continuidad de la timba financiera de los bancos con las leliqs, la falta de autoridad para regular los precios más sensibles de la canasta básica, que impactan directamente sobre los sectores de menores ingresos; la ejecución de un programa nacional de obra pública y viviendas sociales como punta de lanza para generar ocupación masiva, que los salarios le ganaran a la inflación, y podríamos enumerar más.

Estas políticas económicas que faltaron, eran las necesarias para consolidar el piso de representación social conquistado por el FDT en octubre del 2019, y sobre ellas, comenzar a edificar el largo camino de la reconstrucción argentina.

Faltó gasto público, faltaron intervenciones del Gobierno para controlar los precios de los alimentos; faltó endurecer y ser inflexibles con el poder económico dominante; faltó voluntad y determinación, creatividad, decisión, audacia, coraje… faltó política.

Estas son algunas de las cosas que faltaron para ganar las elecciones de medio término. Quizás, si se hubiesen inyectado esos 2,4 puntos del PBI al “bolsillo de la gente”, las cosas serían distintas. Esa primavera de consumo -corta como la estación- habría arrojado otro resultado en las urnas. ¡Pero ojo! Que el árbol no nos tape el bosque. La profundidad de la crisis social, económica, política y cultural que vivimos, no se resuelve solo con políticas distribucionistas de impacto inmediato, necesarias en este contexto. Se hace imperioso apelar a la creatividad y al coraje político. A fomentar la organización, la solidaridad y el compromiso.  Se hace vital en este tiempo, lleno de incertidumbre, hacer un profundo replanteo del capitalismo realmente existente, como aquel que enseñaba Perón. Muy necio sería apelar a recetas que funcionaron en una Argentina que ya no existe. Muy errático sería apostar nuevamente a la convivencia consensuada y pacifica con los pocos dueños de casi todas las cosas de la Argentina.

Sin una nueva propuesta de organización social del trabajo y la producción; sin una nueva propuesta de convocatoria a repensar nuestra Nación y sus instituciones; sin una nueva propuesta que vuelva a convocar a los sectores mayoritarios de nuestro pueblo, seguiremos discutiendo cuántos puntos del PBI son necesarios para ganar una elección.