“La Compañera” es una cooperativa productora de tapas de empanadas y pascualinas que gestó “Todos unidos morfaremos”, una iniciativa de compras comunitarias que se convirtió en una respuesta concreta para una gran cantidad de vecinos afectados por la gran crisis económica.
Carlos Suarez es vecino del Barrio UPCN, el cual se encuentra ubicado en la zona sur del municipio de San Lorenzo, comuna caracterizada por su alta densidad turística y por ser considerada residencia de la población más pudiente de la Provincia.
Paradójicamente el extremo sur municipal, colindando ya con la Ciudad de Salta, se encuentra aislado del verde de la Quebrada de San Lorenzo y las mansiones lujosas que se mezclan con el relieve, siendo una zona con índices socioeconómicos muy bajos y con problemáticas sociales profundizadas por la desigualdad.
Es en este contexto donde surge “La Compañera”, una cooperativa de trabajo centrada en la producción de masas para pascualinas y tapas de empanadas. “Los fundadores de la Cooperativa somos vecinos de la zona sur de San Lorenzo y que por cuestiones de una consciencia social impulsábamos siempre actividades vecinales, forjamos esa unión vecinal, en medio de eso nos encontramos con vecinos que llevaban adelante sus emprendimientos con respecto a la panadería de bolitos, maicenas, etc. Yo en mi caso era panadero y mi compañera siempre fue parte de la panadería artesanal que teníamos en mi casa. Nos pareció muy interesante juntarnos para hacer algo más grande”, comento Carlos, quien es parte de los miembros fundadores.
“En ese juntarnos surgieron algunas cuestiones como la posibilidad de organizar catering para algunos eventos, por algunos contactos que teníamos y así es como de repente surgió el obstáculo de no poder hacer algunos eventos por cuestiones de facturación. Por el andar de la militancia conocimos a la gente de GESTARA. Ellos fueron quienes nos caracterizaron como una cooperativa, cada uno había aportado algo de importancia, desde una balanza hasta el oficio del panadero, todo fue para nosotros igual de importante. Cuando empezamos a ahondar en el cooperativismo nos dimos con que estábamos organizado como un grupo cooperativo sin saberlo, fue ahí que empezamos a profundizar los conocimientos a la vez de iniciar con la presentación de papeles para formalizarnos como cooperativa ante el INAES”.
Carlos, como varios integrantes del grupo que componen la cooperativa, tienen una vasta trayectoria militante en el peronismo salteño, fue así que surgió el nombre de la entidad en homenaje a Eva Perón. “Empezamos a buscar un poco de Perón y las cooperativas, recuerdo haber leído algo que me ilusiono más todavía porque lo leí en plena pandemia, leo que Perón en un momento dijo que las cooperativas son las formas de resistencia de los trabajadores en tiempos de crisis. Me quedo muy grabado esto, somos como los espacios que mantienen viva esa necesidad de trabajar y producir, que queda totalmente aislada de la economía convencional, el mercado laboral formal y eso es porque está basado en principios y valores que superan todas las cuestiones económicas y van más allá, las cooperativas resisten porque son más humanas y humanizan el trabajo”.
En palabras de nuestro entrevistado el movimiento cooperativista en el Norte se encuentra en un bajo desarrollo comparado con zonas como Córdoba y la Patagonia por lo que represento un desafío apostar a un modelo utilizado por diferentes candidatos políticos como herramienta electoral con la promesa de trabajo rápido y formal. “En Salta hay un total de 3000 matrículas otorgadas, solamente están vigencia unas 300 y de esas las que más funcionan son las que están relacionadas con la obra pública. Es decir, pasan a funcionar como empresas sociales que solo sobreviven por la relación con el estado”.
Sin embargo, la cooperativa pudo establecerse y consolidarse a tal punto que sobrepasaron su tasa de producción lo que significo rechazar pedidos y clientes ante la imposibilidad de cumplir con estos compromisos. Pese a que desde la entidad se presentaron a distintas convocatorias para obtener financiamiento, no han podido acceder a programas que ayuden al crecimiento de la misma.
“Ahí es cuando empezamos a hacer proyectos para pedir recursos por todos lados, y realmente te digo que pedíamos máquinas, freezzers, heladeras, y nunca nos llegaron. Creo que es la complicación más grande de la cooperativa. Hoy nosotros deberíamos estar cuadriplicando la producción que teníamos antes y no lo estamos pudiendo hacer y hemos perdido muchos clientes por no poder hacerlo. Entonces, necesitamos herramientas, necesitamos maquinas, necesitamos un compromiso estatal porque lo que le interesa en definitiva al Estado es que nosotros como cooperativistas generemos trabajo”, afirmó Carlos.
La pandemia, la crisis y “Todos Unidos Morfaremos”
La llegada del COVID significo una parálisis económica que impacto de lleno en las economías populares y el bolsillo de la población. Modelos que se sostenían como el de la cooperativa fueron los más perjudicados dado su necesidad del comercio para generar sus ingresos.
Fue este momento la clave con el que comenzó una iniciativa que buscaba dar respuesta desde una lógica comunitaria ante el momento de crisis económico de los miembros de la entidad. “Todos Unidos Morfaremos” surgió como una actividad cargada de mística militante y cuyo fin era poder alivianar la necesidad básica de compras de alimentos.
La misma ha evolucionado hasta el punto de sumar patrocinio de distintos espacios y un movimiento de capital dentro de la economía popular dado su relación pequeños productores los cuales son los proveedores de los productos.
“No poder salir generó mucha incertidumbre, generó mucha desesperación y una de las cuestiones que generó fue esto de saber si íbamos a tener o no abastecimiento de productos alimenticios. Entonces, con los mismos socios de la cope, más sus familiares y amigos, decidimos empezar a comprar en mayoristas mercadería al por mayor. Y repartirnos. Esto lo habremos hecho dos veces, salió muy, muy bien. Se empezó a sumar gente y de 15 que éramos llegamos a 50 personas de repente” indico Suarez sobre el inicio de la experiencia.
“Esa organización que estábamos tratando de generar para tener estos productos y se lo estábamos comprando a industrias alimenticias grandísimas que ni siquiera eran de acá, decidimos darle una vueltita de tuerca y decir, che, ¿y si le compramos a pequeños productores y emprendedores? Entonces, decidimos comprar productos locales y todo esto fue evolucionando. Comprar productos locales, a pequeños emprendedores, no a grandes productores locales, a pequeños productores. Entendimos que lo que estábamos empezando a generar era un nicho de comercialización de la economía popular”, reflexiona Carlos.
Al día de hoy las compras comunitarias cuentan con el apoyo del Banco Credicoop quien bonificó la cuenta donde se deposita el aporte de cada uno de los participantes de la misma. Además, se han realizado acuerdos con el mercado Cofruthos, que nuclea a productores locales y abastece de manera continua los bolsones que se conforman.
Con un aporte de $700 pesos, los beneficiarios obtienen desde las tapas de pascualina de “La Compañera” hasta 6 kilos de verduras provenientes de pequeños productores locales, sumando productos como huevos y legumbres que son provistos por emprendedores. Con fechas de inscripción, división y entrega; las compras comunitarias lograron consolidarse como una experiencia de solidaridad social, que genera un movimiento de capital dentro de la economía popular.
“El cooperativismo en Salta lo que necesita es el fomento, la difusión. Hay que cambiar el concepto de éxito. Cambiar el concepto de éxito va a hacer que la gente deje de buscar tener más que otros para sentirse exitoso, va a dejar de hacer que la gente necesite tener a otras personas bajo su mando para sentirse exitoso. Capaz no vas a ganar tanta guita como para irte en un yate por Cartagena de Indias, pero tenés para vivir, y no tenés que ganar en nada más” comenta Carlos ante la consulta sobre los obstáculos que tiene el modelo cooperativista en Salta para su crecimiento. Además agregó que “necesitamos una ley de economía social que empiece a regular las unidades productivas, que empiece a regular los establecimientos y los registros, que empiece a regular el vínculo con el Estado, el crédito privado, que empiece a regular la situación laboral de los trabajadores y las trabajadoras de la economía social, y necesitamos que dejen de usar el cooperativismo para el beneficio propio”.
La necesidad de la ejecución y planificación de nuevas políticas públicas que busquen generar el crecimiento de las experiencias cooperativistas pueden ser respuestas concretas en contextos provinciales donde la informalidad prevalece sobre el empleo formal y donde las posibilidades de inversión privada se ven seriamente condicionadas a los intereses de oligarquías locales.
“Hoy nosotros deberíamos estar cuadriplicando la producción que teníamos antes y no lo estamos pudiendo hacer y hemos perdido muchos clientes por no poder hacerlo. Entonces, necesitamos herramientas, necesitamos maquinas, necesitamos un compromiso estatal porque lo que le interesa en definitiva al Estado es que nosotros como cooperativistas generemos trabajo” sentenció Carlos.