Opinión

Con los pantalones puestos

Por Alberto Dearriba

A un mes de la estremecedora desaparición física de Néstor Kirchner sus más acérrimos detractores se ilusionan vanamente con que la presidenta Cristina Fernández modere o traicione el modelo político-económico delineado por el santacruceños sobre la base de las mejores tradiciones del peronismo. La decisión oficial de permitir que técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) colaboren con funcionarios argentinos en el diseño de un índice de precios nacional, desató apresuradas interpretaciones, burlas y regodeos acerca de una supuesta incongruencia con el modelo kirchnerista.Los mismos portavoces que elogiaban a los ministros de Economía argentinos que pactaban ruinosos ajustes a cambio de salvatajes financieros, señalan ahora como una declinación soberana la asistencia del FMI para elaborar un nuevo índice de precios que hasta fue recomendada por el informe de la Universidad de Buenos Aires.La confección de un índice de precios con la metodología aceptada por los organismos financieros internacionales, permitirá a la Argentina saldar en cuotas los más de 6 mil millones de dólares en default con el Club de París.En cambio, para evitar la incómoda presencia de funcionarios del FMI en Buenos Aires, hubiera tenido que pagar al contado esa deuda.El presidente fallecido hace un mes saldó al contado la deuda de más de 9 mil millones de dólares con el Fondo para no tener que soportar las imposiciones del organismo internacional, que durante dos décadas determinó el nivel de desarrollo que podría tener la Argentina, su perfil productivo y la asignación de los ingresos.Pero la negociación con el Club de París para acotar el default solo a las deudas con los fondos buitres, se realizará sin la intervención del Fondo y sin condicionamientos, con los cual no existe motivo para suponer que el gobierno o el ministro Amado Boudou “se bajó los pantalones”.En términos de política internacional, la Argentina consolidará su posición con el Grupo de los 20, que integra junto a naciones desarrolladas y emergentes que exigen estadísticas elaboradas con la metodología internacional como pauta común.Pero centralmente, tras cerrar la negociación con el Club de París, la Argentina podrá acceder a financiación internacional a precios de mercado, sin la condena de ser un país en default, lo cual agrega varios puntos de interés a cualquier crédito que se quisiera solicitar.El Producto Bruto Interno de la Argentina creció un 80 por ciento desde 2003 hasta ahora, acompañado por una inédita acumulación de reservas que llegó al record de 52 mil millones de dólares, de una merma en la pobreza y de una notable caída en el desempleo que bajó del 24 al 7,5 por ciento.Esta performance de la economía kirchnerista se logró pese a la imposibilidad de contar con financiación internacional a intereses razonables y al tiempo que se ejecutaron 13 mil obras públicas, entre las que se cuenta la escuela número 1.000 que Cristina Fernández inaugurará antes de fin de año.Pero el crecimiento sostenido con inclusión tiene un límite si el país no sale de la situación de default -a la cual lo llevaron precisamente las políticas del Consenso de Washington- para poder conseguir financiación a intereses razonables que le permitan financiar nuevas obras y modernizar su estructura productiva.Esta decisión de Cristina Fernández revela en realidad que sigue apostando a la obra pública -al igual que su antecesor- como motor de la economía.También quedó demostrado que, como Kirchner, cree en la locomotora del consumo antes que en la mezquindad del ajuste, con la montaña de dinero que volcó sobre el mercado al conceder el plus de 500 pesos para los jubilados.Como dato adicional, el objetivo de Cristina Fernández de apuntar hacia el mercado financiero internacional para solventar obras públicas, parece indicar -además- que sus metas están puestas más allá del 2011.Las últimas encuestas -que le otorgan una cómoda intención de votos de alrededor del 45 por ciento- refuerzan esa posibilidad.Ese nivel de consenso social fue conseguido mediante la aplicación de una política de estímulo al consumo y a la producción nacional que compartió con su compañero de militancia desde sus años jóvenes.Para cerrar la brecha social, parece necesaria ahora una transformación productiva y el desarrollo de nuevas obras públicas; dos objetivos que sólo se alcanzan con fuentes del financiación que no impongan condicionamientos Como lo quería Kirchner y los comparte Cristina Fernández. Sin bajarse los pantalones.