Según los datos de que se tiene registro, la historia del dengue en la Argentina se inicia en el año 1916, con un brote que afectó a unas 15.000 personas de la provincia de Entre Ríos. A mediados del siglo pasado, mediante programas de control del mosquito Aedes aegypti (vector de trasmisión de la enfermedad) el dengue fue erradicado de nuestro país. Pero, en 1997 volvieron a reportarse casos de transmisión autóctona del virus. Desde entonces, el dengue es una enfermedad endémica, con relativamente pocos casos localizados mayormente en las provincias del norte.
En ese contexto, en 2009 se produjo un brote epidémico que provocó alrededor de 28.000 infecciones. Un segundo brote, en 2016, registró unos 49.000 casos y poco tiempo después, en 2020, ocurrió el último brote, que afectó a unas 57.000 personas.
Estos eventos no estuvieron restringidos a la región septentrional de la Argentina, sino que abarcaron provincias de climas templados, como Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires. Particularmente las zonas urbanas, donde el mosquito, de hábitos domiciliarios, es más abundante.
Sea por los casos asintomáticos, por errores de diagnóstico o por falencias del sistema, se sabe que los casos registrados suelen ser muchos menos que los que efectivamente se producen. Una forma de medir de manera indirecta cuál es la prevalencia de una infección en una población determinada es a través de estudios epidemiológicos que determinen, en un momento dado, qué porción de esa población tiene anticuerpos contra el agente patógeno.
“Según nuestro conocimiento, hasta ahora no había estudios que evaluaran, a nivel nacional, la presencia de anticuerpos contra el virus del dengue en la población de Argentina”, consigna Diego Flichman, investigador del CONICET en el INBIRS, y profesor de Virología en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA.
Flichman coordinó un trabajo que reunió a 12 bancos de sangre que aportaron 1530 muestras de sueros de habitantes de más de 80 ciudades del centro y norte de la Argentina. “Como toda muestra, puede tener un margen de error. Pero es representativa de la población adulta de esa parte del país”.
Los resultados del estudio, que acaba de publicarse en el Journal of Clinical Virology, no solo revelan cuál es la proporción de la población que tiene anticuerpos contra el dengue sino, además, cuáles de los cuatro tipos (serotipos) de virus dengue circularon en nuestro país durante el brote del año 2020. Este último dato es de importancia fundamental para tomar conciencia del riesgo que tenemos de sufrir la forma grave de la enfermedad.
Meses peligrosos
Esta es la época en la que el mosquito Aedes aegypti empieza a aparecer en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) en cantidades crecientes. Si el insecto está infectado por el virus y nos pica, puede transmitirnos el dengue. Si es la primera vez que nos contagiamos, es probable que tengamos fiebre acompañada por algún otro síntoma (ver recuadro) o que cursemos la enfermedad de manera asintomática.
Pero si ya tuvimos dengue, es posible que tengamos anticuerpos contra el serotipo viral que nos infectó. Podría pensarse entonces que estamos protegidos. Y es cierto: tendríamos inmunidad contra ese serotipo. Pero esas defensas adquiridas podrían ser un arma de doble filo. Porque, si llegara a infectarnos un serotipo de dengue distinto al que nos infectó la primera vez, podríamos sufrir dengue grave, también conocido como dengue hemorrágico, una complicación de la enfermedad que es potencialmente mortal.
“Nuestro estudio permite estimar que el 24,5% de los habitantes del AMBA mayores de 18 años tuvo dengue en algún momento de su vida”, revela Flichman, y advierte: “En el año 2020, en el AMBA circularon dos serotipos. Según nuestro trabajo, el 42% fue DENV-1 y el 56% fue DENV-4. Es decir, casi mitad y mitad. Por lo tanto, si se repitiera este evento en el futuro, quien se infectó con DENV-1 tendrá altas probabilidades de infectarse con DENV-4 y viceversa, con el consecuente riesgo de padecer un cuadro de dengue grave”.
La investigación también muestra que la prevalencia de anticuerpos contra dengue en el AMBA supera a la de Corrientes (20,4%), Córdoba (12,7%), Tucumán (10,7%), Entre Ríos (7,7%), Santa Fe (7,3%), o Chaco (7,1%), entre otras; y que solo Misiones (27,5%) y Santiago del Estero (27,0%) tienen prevalencias mayores.
Flichman confiesa que la alta prevalencia observada en el AMBA los sorprendió: “Ampliamos la muestra y nos seguía dando el mismo resultado”. Según escriben en el paper publicado, los autores del trabajo consideran que la alta densidad poblacional del AMBA podría ser un factor determinante de este nivel tan elevado: “Las grandes ciudades representan un escenario muy propicio para la transmisión del virus dengue pues están sobrepobladas y proveen una amplia disponibilidad de reservorios de agua para que el mosquito ponga sus huevos y prolifere”.
Por tratarse de un estudio hecho a partir del análisis de sueros provenientes de donantes de sangre –que dieron su consentimiento para su uso en la investigación- el trabajo no incluye a los menores de 18 años: “Los estudios que se efectuaron en otros países muestran que los niños y los adolescentes tienen menor prevalencia que los adultos”, acota Flichman. “Esto podría deberse a que atravesaron menos brotes epidémicos o, particularmente en los más chicos, porque los adultos tienen mayores cuidados con los menores de edad que con ellos mismos”, completa.
El estudio tampoco incluye a la región sur del país: “Es un área donde no se ha reportado circulación del virus dengue. Allí, las infecciones por dengue son esporádicas y mayoritariamente importadas”, señala Flichman
Vacuna: ¿sí o no?
En 2017, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó la única vacuna contra el dengue disponible hoy en el mundo.
Pero su implementación está limitada: “La Organización Mundial de la Salud (OMS) prescribe que para vacunar masivamente a una población tiene que haber más del 70% de prevalencia de la infección. Si no, hay que hacer estudios individuales de a quién le conviene y a quién no”, explica Flichman.
De hecho, la posición de la OMS sobre la vacuna indica que “es eficaz y segura en personas que ya han estado infectadas anteriormente por el virus del dengue”. Pero, advierte, “conlleva un mayor riesgo de dengue grave para las personas que experimentan su primera infección natural por dengue tras la vacunación”.
Sobre el final, Flichman remarca que “en esta infección es particularmente importante conocer el porcentaje de la población que tiene anticuerpos y, también, cuáles son los serotipos que circulan. Nuestro trabajo pone un dato de base. Después veremos si se mejora, si se hace más extenso, para ir teniendo una idea más precisa de la situación epidemiológica al respecto”.
Síntomas del dengue
Según el Ministerio de Salud de la Nación, se debe estar atento a la aparición de FIEBRE acompañada de uno o más de los siguientes síntomas:
- Dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular y de articulaciones
- Náuseas y vómitos
- Cansancio intenso
- Aparición de manchas en la piel
- Picazón y/o sangrado de nariz y encías
La autoridad sanitaria de nuestro país indica que “ante estos síntomas se debe acudir al centro de salud de inmediato para recibir el tratamiento adecuado”. También, advierte la importancia de no automedicarse con aspirinas, ibuprofeno, ni con medicamentos inyectables.
Gabriel Stekolschik es integrante de NexCiencia, agencia de divulgación científica de la facultad de Ciencias Exactas de la UBA.