Opinión

Crónica de una victoria anunciada

Que florezca Octubre

La democracia ha alcanzado un piso de madurez importante en el devenir de éste tiempo histórico. Aún con sus imperfecciones e independientemente de la necesaria profundización de su sentido participativo y popular.

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La democracia ha alcanzado un piso de madurez importante en el devenir de éste tiempo histórico. Aún con sus imperfecciones e independientemente de la necesaria profundización de su sentido participativo y popular.

Quizás por ello, un cierre de listas para una contienda electoral constituya un punto de inflexión para el análisis del tiempo por venir.

Sucede que, como lo hemos dicho muchas veces y, fundamentalmente cuando éste proyecto sufrió algún revés en las urnas, los procesos electorales constituyen momentos en que se cristaliza la relación de fuerza existente entre los actores políticos en la Argentina.

“En agosto y en octubre, habremos de concurrir a las urnas a elegir mucho más que un candidato”

En agosto primero y definitivamente en octubre, habremos de concurrir a las urnas a elegir mucho más que un candidato, a dar batalla por la continuidad política del proyecto nacional y popular que conduce Cristina Kirchner, o bien, a que se materialice la restauración neoliberal con la que sueñan ciertos intereses foráneos y los grupos económicos con intereses en la Argentina.

Por otro lado, y con la mirada en perspectiva al campo propio, el cierre de listas del 20 de junio ha consolidado la formula única con la que habremos de presentarnos a la batalla electoral. Como llegamos a esta instancia y, fundamentalmente, como se configura el escenario político sobre el que habremos de transitar el tiempo por venir, son discusiones que no se saldan los próximos meses, pero sí constituyen la discusión que comienza a dar la militancia de cara a lo que se viene.

Un poco de esto y un poco de aquello intentaremos abordar en éstas líneas.

Crónica de una victoria anunciada

En los últimos meses, hasta el más optimista de los opositores a éste gobierno, ha debido asumir con resignación que en octubre asistirán a un nuevo triunfo electoral del Frente para la Victoria.

Aquellos calurosos días de enero, cuando la Operación Nisman parecía debilitar la conducción política estratégica de Cristina -y con ello llevarse puesta la legitimidad de éste proyecto político- han quedado definitivamente en el olvido, incluso de los artífices de aquella jugada.

“Con un ejercicio metódico del arte de conducción, Cristina logró trabajosamente en estos meses recuperar la iniciativa política y fortalecer su caudal de adhesión popular”

Con un ejercicio metódico del arte de conducción, Cristina logró trabajosamente en estos meses recuperar la iniciativa política y fortalecer su caudal de adhesión popular que constituye -como lo hemos repetido hasta el cansancio- una de las fortalezas centrales de éste proceso histórico.

Logramos frenar las innumerables corridas cambiarias de febrero y marzo, como así también la millonaria fuga de divisas orquestada por el sistema financiero local, asestándole un golpe en el corazón del HSBC cuando este se encontraba más débil en el plano internacional, permitieron clavar el talón en la tierra y evitar que el tirón que desplegaban los grupos económicos causara un daño irreparable en la economía argentina.

De igual modo, haber logrado sortear el cierre de paritarias sin mayor conflicto que la orquestada pantomima desplegada por Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y compañía, constituyen tal solo una escueta enumeración de la capacidad de recuperación de la iniciativa política.

Los propios fabricantes de encuesta han debido asumir que la legitimidad política de Cristina (que miden como aceptación sobre la gestión e imagen positiva de nuestra conductora) la sitúan en condiciones de ser la única presidenta de la democracia que complete su mandato constitucional con una adhesión muchísimo más profunda que su rechazo.

Para esto, la representación política de la oposición, también aportó su enorme grano de arena. La hoguera de las vanidades en que se incendió Sergio Massa, lo llevó a no postergar su aspiración presidencial en el momento en que todavía valía algo, esto, al mismo tiempo en que Mauricio Macri desplegaba su mayor nivel de inutilidad para construir una opción sería de derecha, capaz de acercar algo más que el voto imbécil. Estas circunstancias han generado que la oposición no tenga una alternativa electoral unificada que permita, al menos, causarle algún ruido al Frente para la Victoria.

Con estos elementos marcando la coyuntura y en el paroxismo de su desesperación, las corporaciones mediáticas, han pataleado en estas últimas semanas porque Cristina impuso a Carlos Zannini, como candidato a vicepresidente de Daniel Scioli.

Se desconoce cuáles son las razones que le permiten cuestionar que la conducción de un proyecto político elija la formula que habrá de representar electoralmente a ese proyecto. Sin embargo, se entiende su enfado. Porque ellos, como también nosotros, asumimos que la democracia es un fenómeno mucho más complejo que simplemente ganar elecciones; y quizás, hubieran deseado que el candidato a vicepresidente de Scioli, sea más afín al gobernador bonaerense que a Cristina. Quizás con ello hubieran sentido que la próxima etapa los encontrará en mejores condiciones. Y quizás en ese aspecto, tienen razón en enojarse.

Scioli – Zannini, para la victoria.

El diario del lunes no habilita mirar con hipocresía la apuesta del sábado. Es al ñudo intentar ocultar que el objetivo político que peregrinamos con obstinada militancia tenía expectativas de lograr que la candidatura presidencial del Frente para la Victoria fuera expresada por compañeros que se identificaran genuinamente con lo mejor de éste tiempo político, con la militancia organizada que constituye un motor esencial de éste proyecto.

Sin ir más lejos, la última tapa de nuestra revista identificaba en Agustín Rossi, Jorge Taiana y Sergio Urribarri a los compañeros que expresaban el objetivo de profundización de éste proyecto, lo que sigue constituyendo el horizonte de nuestra estrategia. A cada uno de ellos le llegó el famoso “baño de humildad” que Cristina, como conducción estratégica de Movimiento Nacional, demandó en un acto en Chaco.

“Tenemos el desafío principal de militar hasta el cansancio para alcanzar el triunfo del Frente para la Victoria en cada rincón de la Patria”

No sólo nos hubiera gustado que la candidatura presidencial del Frente para la Victoria fuera otra sino que militamos decididamente por alcanzar ese objetivo. Tal vez por ello en el balance de estos días tendremos que concluir que no tuvimos la relación de fuerza suficiente para generar dichas condiciones, tal y como no la tuvieron un sinnúmero de organizaciones políticas y los propios candidatos que peregrinamos sobre dicho objetivo.

Y en este sentido, si nos detenemos un instante a observar cada una de las listas del Frente para la Victoria, observaremos que la mayor relación de fuerza de este tiempo histórico la concentra una organización que tuvo por objetivo enarbolar la bandera de “el candidato es el proyecto”.

Y está claro que hoy, con el diario de aquel lunes, la bandera a enarbolar dirá que “el candidato es el proyecto”. Pero también lo vamos a decir sin medias tintas, sin reservas ni oportunismos; tal y como hacemos todo en la vida, el candidato es Daniel Scioli, y lo acompaña Carlos Zannini, por decisión de Cristina, por ejercicio de la conducción y por demostración de un peronismo explícito.

Nunca escondimos detrás de consignas grandilocuentes nuestras contradicciones, incertidumbres, debilidades o errores, que pecan de una cómoda abstracción. Jamás, por acomodar los huesos en una lista, dejamos de gritar a los cuatro vientos lo que pensamos en silencio.

Siempre sostuvimos que nuestro objetivo principal para esta etapa es aportar a la construcción de una victoria enorme del proyecto político en octubre. Por eso y por lealtad absoluta a nuestra conducción es que vamos a militar incansablemente para que Daniel Scioli sea el próximo presidente, Carlos Zannini sea el vicepresidente y Cristina Fernandez de Kirchner siga siendo la incuestionable conducción estratégica del Movimiento Nacional.

De aquí al 10 de diciembre, fecha en que se abrirá una nueva etapa de este proyecto político, existen dos coyunturas atravesadas por un debate que debemos ser capaces de barajar en tiempos bien distintos, con la madurez que su complejidad requiere. Durante los cuatro meses por venir tenemos el desafío principal de militar hasta el cansancio para alcanzar el triunfo del Frente para la Victoria en cada rincón de la Patria. Comenzará luego la difícil tarea de desentrañar colectivamente los desafíos ante una etapa compleja y plagada de incertidumbres.

Desafíos de un tiempo complejo

Si en octubre somos capaces de alcanzar el objetivo de vencer en las urnas a los candidatos del neoliberalismo, asistiremos a una etapa inédita para el Movimiento Nacional, a excepción de los 49 días del gobierno de Héctor Cámpora, por primera vez en la historia del Movimiento Nacional, ejercerá la Presidencia de la República alguien quien no ejerce la conducción estratégica del Movimiento.

En qué medida conviven armónicamente las contradicciones que anidan en un proyecto de mayorías, cómo se ejerce la conducción del Movimiento y se ordena el poder del Estado en el mismo sentido de sus objetivos, o de qué modo la militancia sigue siendo protagonista de la política de gobierno y las estructuras del Estado, son algunos de los debates necesarios, cuya resolución constituyen los desafíos de un tiempo por venir.

“Las corporaciones mediáticas, han pataleado en estas últimas semanas porque Cristina impuso a Carlos Zannini, como candidato a vicepresidente de Daniel Scioli»

La única certeza es la incertidumbre de un tiempo inédito, de una etapa compleja que permitirá trazar balances a los que le hacen falta años de maceración y en la que convivirá la disputa por el sentido de avance de éste proyecto político.

Pero claro, para que ese debate no sea tan sólo un ejercicio de autosatisfacción intelectual, tenemos objetivos en lo inmediato. Por un lado, fortalecer lo mejor de éste tiempo histórico: su conducción estratégica, el sentido de profunda transformación popular de éste proyecto y el enorme piso de organización popular alcanzado. Por otro, rompernos el alma cada día para construir una victoria necesaria en las urnas. Para que florezcan en octubre los sueños y esperanzas de nuestro Pueblo. Esas que jamás se marchitan y menos aún en primavera.