Economía

Secretos verdaderos: Deuda, FMI, fuga y que la pague el pueblo…

Horacio Rovelli vuelve a la carga, una vez más, desnudando el destino criminal del endeudamiento externo que sufre la Argentina. Los secretos que esconde el informe del BCRA y la injusticia que el pueblo sea el condenado a pagar el brutal enriquecimiento de unos pocos.

Emilio Luque es un empresario de Tucumán que en octubre del año 2019 provocó la quiebra de su cadena de supermercados en la provincia, dejando en la calle a 1.200 familias teniendo, además, por una deuda impositiva, un embargo de la AFIP por 200 millones de pesos. Llevó a cabo todo ese proceso fraudulento de cierre y despidos masivos evitando declarar la quiebra durante largos meses, suspendiendo el pago de los salarios para que, ahogados por las necesidades, los trabajadores aceptaran su oferta de retiros voluntarios e indemnizaciones al 60% del valor que correspondía que, encima, pagó en 13 (trece) cuotas.

Paralelamente, Emilio Luque adquirió los Ingenios Concepción y Marapa, con sus 3.400 hectáreas de caña, a la empresa Atanor en el año 2016 por 200 millones de dólares. De esta manera se convirtió en el productor azucarero más importante de la provincia.  Por lo que no se entiende por qué el Fisco, nacional y provincial, no auditan sus cuentas para conocer el origen de esos 200 millones de dólares, cómo compró para sí, en los cuatro años de la gestión de Macri, 17.802.944 dólares tal como informa en la nota “Ahora las personas” Horacio Verbitsky, en “El Cohete a la Luna” del 31 de mayo de 2020, si tiene deudas con la AFIP y, se infiere, también con la Dirección General de Renta de la Provincia.

Contamos esta historia porque, amparándose en los Art. 39 y 40 de la Ley 21.526 de Entidades Financieras de 1977, el Banco Central de la República Argentina armó el Informe «Mercado de cambios deuda y formación de activos externos 2015-2019”, donde afirma que casi siete millones de personas físicas y jurídicas compraron en esos años de la gestión de “Cambiemos” la suma de 86.200 millones de dólares, pero los 100 mayores compradores adquirieron 24.679 millones de dólares en ese lapso.  Sin embargo, no dice quiénes eran esas personas y empresas en una interpretación muy particular del secreto bancario.

Tan particular, que es un secreto para que no sepa la población quiénes fueron los beneficiados por la política macrista y, sin embargo, cuando hay que pagar esa deuda, que lo haga el pueblo argentino.

Es más, el Presidente del BCRA, Miguel Pesce, en una reunión organizada por el mismo BCRA en noviembre 2021 y, sabiendo fehacientemente quienes fueron los grandes compradores de dólares de ese período, afirmó que para poder pagar hay que solicitarle al FMI 15 (quince) años de plazo y no los 10 (diez) años que implica la injerencia del FMI en nuestras cuentas y en nuestra soberanía fiscal, monetaria y comercial. Y solicita ese plazo porque no la pagan los que compraron y fugaron, la pagan los asalariados, los jubilados y pensionados, los pequeños y medianos productores de la ciudad y del campo, etc. percibiendo menores ingresos.

La ley 21.526 de la dictadura rige porque la Corte alfonsinista sólo atinó a decir que la validez de los actos legislativos de la dictadura estaba supeditada tan sólo al reconocimiento explicito o implícito del gobierno constitucional que lo sucediera. En tanto, la Corte menemista fue un paso más allá y alegó que poner en cuestionamiento los miles de normas emanadas de gobiernos de facto ponía en riesgo la seguridad jurídica (Dictamen del Rodolfo Barra).

Seguridad jurídica basada en legislación de una dictadura asesina y cobarde, cuando en ese mismo Art. 39 de la ley 21.526 afirma que exceptúan de tal deber (guardar secreto) los informes que requieran:

  1. a) Los jueces en causas judiciales, con los recaudos establecidos por las leyes respectivas;
  2. b) El Banco Central de la República Argentina en ejercicio de sus funciones;
  3. c) Los organismos recaudadores de impuestos nacionales, provinciales o municipales.

Y cuando posteriormente, la ley 27.275 del año 2016 denominada de “Derecho de Acceso a la Información Pública” en su Art. 1 dice: “… garantizar el efectivo ejercicio del derecho de acceso a la información pública, promover la participación ciudadana y la transparencia de la gestión pública”. Con la excepción dispuesta en su Art. 8º Inciso “b”: Información que pudiera poner en peligro el correcto funcionamiento del sistema financiero o bancario.

¿Cuál es la interpretación que hacen el BCRA, la AFIP y la Justicia de las leyes? ¿se debe guardar en secreto de dónde extrajo los fondos Emilio Luque, que no trepida en dejar 1.200 trabajadores sin sus puestos? ¿Que no paga los aportes y los impuestos a la AFIP y a la Dirección General de Rentas y que, probablemente, percibe créditos de bancos oficiales?

No hay secretos ni para los jueces, ni para el BCRA, ni para la AFIP, por ende, cada una de esas instituciones en forma separada y conjunta deberían intimar a Emilio Luque, exigiéndole que transparente sus cuentas y que pague al erario público las contribuciones que le corresponden.

De igual manera debería procederse con Marcelo Mindlin para que justifique cómo hizo su grupo económico “Pampa Energía” para comprar 903,9 millones de dólares de 2016 a 2019, ¿si no declaró ni pagó impuestos a las ganancias en ese período en forma proporcional a ese monto? Y así, empezar con las primeras cien empresas que informara Horacio Verbitsky en “El Cohete a la Luna” con fecha 24 de mayo de 2020, en una nota titulada “Los Cien de Macri”, y que nunca fuera desmentida ni por el BCRA, ni por esas empresas, que compraron los 24.679 millones de dólares en la gestión de Cambiemos. Se debe citar a los titulares de esas cien firmas y decirle señores ustedes no declararon y menos que menos pagaron impuesto a las ganancias por el monto de dólares que compraron, ¿de dónde extrajeron esa suma?, con lo cual se logra hacer, además, un avance sobre las contabilidades paralelas y la evasión tributaria.

En la nota referida “Los 100 de Macri”, el autor afirma que entre esos grandes fugadores de capital encabezan el lote Telefónica Argentina con 1.248,2 millones de dólares y Pampa Energía SA (del grupo Midlin y Josep Lewis) con 903,9 millones de dólares, y cuenta con empresas como Monsanto Argentina SA (donde hizo toda su carrera Gustavo Idígoras, actual Presidente de CIARA-CEC y conspicuo miembro del Consejo Agroindustrial Argentino); Grupo Clarín con Directv Argentina S.A. y Telecom Argentina SA; el grupo Techint con Siderar SA; Hidrovía Paraná SA (que es la empresa que tiene la concesión del dragado del Río Paraná); Aceitera General Deheza, una de las grandes beneficiadas con tres puertos propios (uno de ellos socio con la multinacional Bunge) en los 70 kilómetros del nodo portuario del Gran Rosario-Santa Fe; y también están Arcor SA de la familia Pagani; el Grupo Galicia de los Braun, Ayerza y Escasanny (Larry Fink  reconoce participación en el capital accionario  del Grupo Banco Galicia, y en el Banco Santander);  el Banco HSBC; y el Grupo IRSA de Eduardo Elsztain, entre otros.

Nuestro país no tiene un problema de restricción externa clásico, esto es, no es que necesitamos que crezcan las exportaciones para que la economía lo haga en forma sostenida y compatible con la balanza comercial.  De hecho, en lo que va de este siglo, desde el 1 de enero de 2000 hasta octubre 2021, el superávit comercial acumulado (las exportaciones superaron a las importaciones) en 200.192 millones de dólares, que es una suma significativa en cualquier lugar del mundo.

Sin embargo, el gobierno de Alberto Fernández con el pretexto de impulsar las ventas al exterior para conseguir lo dólares suficientes para pagar la deuda y sus intereses, propicia dos leyes claves:

Una denominada “Régimen de Fomento al Desarrollo Agroindustrial, Federal, Inclusivo, Sustentable y Exportador” que “consensuó” con el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) y contiene un conjunto de beneficios para un sector que básicamente no los necesita, dado que sus principales cámaras que son CIARA (Cámara de la Industria Aceitera) y CEC (Centro de Exportadores de Cereales) declaran haber ingresado en los primeros 10 meses del año 2021, 28.000 millones de dólares por la venta de 95 millones de toneladas de granos y derivados y, además, el sector agroindustrial en su conjunto representa el 17 por ciento del PBI en todo el país y el 65 por ciento de las exportaciones nacionales. Le confiere diversas ventajas tributarias, como la de amortizar contablemente en menor plazo la compra de equipos e inmuebles, pero sobre todo le da estabilidad fiscal hasta el año 2025, por lo que no se le puede subir los derechos de exportación (retenciones) que son muy bajos y que es el mejor mecanismo para desacoplar los precios internos de los externos (además de aumentar la recaudación para el Estado).

Y el otro proyecto es peor, les confiere a las empresas hidrocarburíferas una vigencia por 20 (veinte) años de estabilidad tributaria e incentivos y tratamientos diferenciales en lo tributario, arancelario y cambiario, cuando el complejo petrolero, las compañías YPF S.A.; Pan American Energy S.L (Bulgheroni y la petrolera británica “British Petroleum” (Que extrae petróleo del mar argentino frente a nuestras Islas Malvinas); Vista Oil & Gas Argentina (Es un operador independiente en la ventana de shale oil de la formación Vaca Muerta. La empresa es liderada por el ingeniero Miguel Galuccio, ex CEO de YPF) Tecpetrol S.A. (Techint); Petroquímica Comodoro Rivadavia S.A.; Capex S.A.; Compañía General de Combustibles S.A.; y Pampa Energía

En extracción (producción) de gas las empresas que participan son: YPF, Total Austral, Pan American Energy (PAE), Petrobras, Pluspetrol, LF Company, Tecpetrol (de Techint), Apache y Chevron. El transporte es controlado por Transportadora General del Norte (TGN) de Techint y Eurnekían, y Transportadora General del Sur (TGS) de Pampa Energía, que conectan las cinco cuencas que existen en el país. Todas las empresas que se apropian de la renta de nuestro subsuelo.

La verdad 

El problema real es que la suma obtenida por un brutal ajuste externo en base a maximizar las exportaciones y a reducir el consumo de alimentos y energía, se fuga casi en su totalidad, es más, no solo se fuga ese superávit comercial, sino que incluso se endeuda al país, pero no para hacer obras de infraestructuras, para construir viviendas, para hacer puentes, caminos represas, tener nuestra propia marina mercante, recuperar los puertos y el Río Paraná, o una suficiente red ferroviaria, no, sino que nos endeudamos para que una minoría fugue capitales al extranjero.

No es justo que el pueblo argentino, que viene de sufrir las consecuencias del gobierno de Cambiemos y de la pandemia, pague esa deuda. Por eso, en vez de aceptar calladamente la presión del FMI y de los que fugaron capitales para que se acuerde con dicho organismo internacional, primero, antes que nada, se debe auditar exhaustivamente cómo hicieron los Luque y los Mindlin para comprar los millones de dólares que compraron.  Es más, de ese modo, se debe recuperar gran parte de esa fuga para amortizar gran parte de la deuda con el FMI.