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ONU: Cristalizacion de tensiones

Análisis de la Asamblea Anual de la ONU realizado por Resumen del Sur.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) volvió a manifestar en un documento su preocupación por el accionar de los fondos buitre.

La septuagésima segunda Asamblea General de las Naciones Unidas cristalizó como nunca la diferencias entre los bloques dominantes en el tablero geopolítico. El belicoso discurso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump en relación a Corea del Norte dividió aguas. “Necesitamos menos Trump y más Europa”, publicó el analista Max Hofmann luego de la intervención del mandatario estadounidense manifestando una clara disidencia con un discurso que se aleja cada día más de esa institucionalidad global que, aparentemente, todas las potencias occidentales salvo Estado Unidos quieren construir.

Corea del Norte, Irán y Venezuela formaron parte de la explosiva exposición de Trump. Pese a que los conflictos con cada uno de estos países responden a problemáticas muy distintas hubo un dominador común: las amenazas de intervención.

Claramente, Estados Unidos mostró la faceta unilateral, militarista y confrontativa que viene gestando desde el cambio de gobierno. ¿A qué responde? Por un lado a la lógica de los neoconservadores y el Complejo Militar Industrial, y por el otro, al retorno a la idea de Estados Unidos como gendarme del mundo, tal vez, de una forma más tosca y sin una estrategia demasiado clara. No obstante podemos identificar tres estrategias concretas que explican la elección de Corea del Norte, Venezuela e Irán como enemigos.

El caso coreano no está vinculado con una preocupación de la Casa Blanca de instaurar en Pyongyang una democracia occidental y representativa como la que tenemos en esta parte del planeta, sino más bien en construir un cordón militar desde la península de Corea hasta el Mar Meridional de China, verdadero objetivo de Washington dada su importancia comercial, económica y militar. China, principal objetivo de las maniobras militares norteamericanas en la zona y actor central en este dilema por su proximidad territorial, ha dejado muy clara su negativa a esta escalada de violencia de la potencia del norte con su vecino norcoreano.

Por otro lado, aparece Venezuela. Trump la eligió como parte de su ponencia más allá de la reactivación del diálogo entre el gobierno y la oposición con Republica Dominicana como mediadora, la posible incorporación del Vaticano y las elecciones regionales del 15 de octubre en el horizonte. ¿Qué quiere Trump en Venezuela? Una primera respuesta es el petróleo, una obviedad a esta altura del partido. Pero no es solo eso, Estados Unidos busca que la crisis en el país bolivariano genere que los gobiernos de la región cierren filas para construir un Plan Marshall del siglo XXI. Una nueva versión de “América para los americanos” de la que ni Santos, ni Temer ni Macri están dispuestos a ser parte por enamoramiento por las políticas de libre comercio y su predilección por contar con vínculos muy cercanos con China y Europa. Por eso, a pesar de la buena sintonía con la Casa Blanca tendrán que hacer un fino equilibrio para no perjudicar el vínculo y oscilar entre en bilateralidad norteamericana y el multilateralismo del resto de las potencias. La realidad es que Venezuela resiste y la propuesta intervencionista de Trump terminó alejando a gobiernos a fines.

Por último, el dilema con Irán y la posibilidad de que se rompa el acuerdo nuclear impulsado por Barack Obama. El objetivo por el que Trump tensa la relación con Irán responde a fortalecer los lazos con Israel y Arabia Saudita y recuperar su capacidad de fuego en Oriente Próximo, vieja lógica republicana utilizada en tiempos de Bush bajo la premisa “controlar el petróleo de Medio Oriente es controlar el mundo”. En este tema, nuevamente, Trump se quedó solo, dado que el resto de los países que participaron del acuerdo con Irán consideran continuar en el mismo rumbo, especialmente, para que la República Islámica no consolide su alianza con Rusia y China en contra de la prepotencia norteamericana. Irán, al menos desde que Rohani está en la presidencia, prioriza su desarrollo por sobre la retórica anti-imperialista, y eso la Unión Europea lo sabe.

Trump cristalizó la unilateralidad con la que Estados Unidos piensa moverse en cada uno de los escenarios internacionales. El riesgo de quedar solo en esa estrategia, entrampado en una visión anacrónica del mundo y unir al mundo entero en su contra es cada vez más grande.

Unión Europea: La ancha avenida del medio

El divorcio entre Bruselas y Washington es un hecho. La decisión del gobierno republicano de abandonar los acuerdos globales hizo que la posibilidad de un acercamiento sea cada vez más difícil.

En este marco, la Unión Europea viene adquiriendo una autonomía relativa que le permite jugar como pivote de los conflictos internacionales. Claro está que, la subordinación con la Casa Blanca durante la era Obama hizo posible que el bloque europeo juegue un rol central en la crisis ruso-ucraniana. A través de la OTAN y la Coalición internacional intervinieron directamente en los conflictos internos en Libia y Siria, cosa que tiempo después se convirtió en el boomerang de la crisis migratoria que tiene en jaque la libre circulación de personas en Europa y consolidó un Estado policial que intenta hacer frente al terrorismo.

Sin embargo, con la Canciller de Alemania Angela Merkel a la cabeza y con el jóven presidente de Francia, Emanuel Macron, la Unión Europea parece querer dejar de ser parte del problema para ser parte de la solución, por ejemplo, en el caso de Corea del Norte e Irán. En una entrevista en la Deutsch Welle, Angela Merkel marcó su claro disenso con la idea de la destrucción del país asiático como método para la resolución del conflicto y no descartó cumplir el rol de mediador. “A pesar de quedarnos lejos, es un conflicto que nos afecta”, aseguró. Por ahora solo es una expresión de buena voluntad.

En el caso iraní, Alemania conformó el grupo de países que negoció con el gobierno de Irán el acuerdo nuclear hasta lograr la firma en febrero de 2015. Además de contar con empresas que pueden aprovechar el desarrollo nuclear en el país persa, Alemania no quiere a Irán como aliado de China y Rusia en un bloque eurasiático que pueda competir con occidente, por ejemplo, mediante una poderosa Organización para la Cooperación de Shanghai.

Tanto Merkel como Macron quieren que globalización, multiculturalidad e igualdad sea sinónimos, sin necesidad de apelar a la violencia o a las armas para dirimir los conflictos internacionales. ¿Es posible pensar en un globalismo con conciencia social? Al menos en el discurso buscan destacar que sí, pero como suele decirse, del dicho al hecho hay un largo trecho.

“El mundo es más que cinco”

Así lo dijo el presidente de Turquía, Recep Erdogan, en su exposición ante el pleno de la Asamblea. Independientemente de las intenciones del líder turco, lo que está sobre la superficie es que la ONU necesita de una fuerte reforma que aún nadie se animó a proponer. Y el punto de quiebre es el principio de este articulo, la unilateralidad norteamericana. El mundo está globalizado, los conflictos se incrementan y no existe consenso alguno entre los integrantes permanentes del Consejo de Seguridad en relación a cómo intervenir en Siria, Ucrania o Corea del Norte. A pesar de ello, las potencias accionan, operan e intervienen en función de sus propios intereses geopolíticos, lo mismo hacían antes de que Trump propusiera la destrucción total de un país miembro de la ONU. El problema es que si Estados Unidos lo decidiera, lo haría más allá de lo que diga el resto.

Con la cristalización de estas disputas y ante un mundo global discutendose a sí mismo, la ONU no tiene otro camino más que la reforma.

La grieta internacional encuentra a Donald Trump sin demasiados aliados. El bloque angloamericano que componen Estados Unidos y Gran Bretaña deberán repensar la relación bilateral, especialmente, a partir del BREXIT que tiene en vilo a Theresa May en un proceso de salida del bloque europeo que no estuvo ni estará en el futuro excepto de tensiones. ¿Buscarán Estados Unidos e Inglaterra reforzar la influencia en América Latina y frenar el avance de China? La Unión Europea intenta, por el momento con éxito, mostrar las experiencias de los angloparlantes como parte de un aislacionismo del que solo pueden venir penurias. Esta lógica independiente del bloque europeo abre la posibilidad de revisar las tensiones con Rusia, posibles acuerdos con China en el marco de la globalización y el libre comercio propuesto por la nueva ruta de la seda o el Banco de Inversiones en Infraestructura. Así las cosas, la Asamblea General de las Naciones Unidas no hizo más que visibilidad una profunda grieta.

Fuente: Resumen del Sur