Política

Argibay aseguró que «hablar de aborto es defender un derecho»

Según la jueza de la Corte Suprema de Justicia “que se legalice el aborto no quiere decir que todas las mujeres tengamos que abortar, lo hace la que quiere en base a su libertad y a sus convicciones religiosas" y consideró que aún existen “políticas y culturas patriarcales que impiden una plena educación sexual”.

La jueza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Carmen Argibay, participó de una serie de jornadas internacionales sobre violencia de género, realizadas en Río Negro, donde afirmó que si habla del aborto la “acusan de asesina”. Además explicó que «puede haber objeción de conciencia, pero no nos quieran imponer concepciones religiosas en un Estado libre», y añadió:  «Desde hace años me llaman asesina por defender la libertad de las mujeres. Por defender sus derechos. Ya no me importa. No me causa ni siquiera cosquillas porque los argumentos que defienden quienes se oponen son falsos».Según la magistrada «en nuestro país, que es un Estado laico, no se pueden imponer ideas religiosas a todas las mujeres. Y eso hacen los sectores minoritarios pero con suficiente poder de lobby para imponer que una mujer no pueda usar anticoncepción de emergencia o practicar un aborto”.Al respecto Argibay afirmó que “cuando algo está permitido no significa que una lo tenga que hacer. Hay matrimonio civil pero yo me caso si quiero, el Estado no me obliga a hacerlo. Que se legalice el aborto no quiere decir que todas las mujeres tengamos que abortar, lo hace la que quiere en base a su libertad y a sus convicciones religiosas».Según reflejó un matutino rionegrino, la magistrada fue muy aplaudida en su alocución, en la cual manifestó que «las políticas y culturas patriarcales todavía impiden una plena educación sexual, un pleno ejercicio de la libertad, por lo tanto es imprescindible que defendamos el uso de métodos como la pastilla del día después».»Hay una cultura rancia pero vital que todavía nos considera a las mujeres como containers. Los hombres desde hace muchos siglos de cultura occidental y cristiana, han ejercido un dominio masculino sobre la cultura. Un dominio tal que llegó hasta a dominar el cuerpo de las mujeres», sostuvo con énfasis.