Opinión

Así la vemos: Utopías

Columna de opinión desde los Adultos Mayores, por Alberto Gómez

peronismo

Desde mi juventud se viene despreciando la palabra con que titulamos y que se define “Proyecto, deseo o plan ideal, atrayente y beneficioso, generalmente para la comunidad..” y se denigra con un, “..que es muy improbable que suceda o que en el momento de su formulación es irrealizable”.

 

Ya transcurridas siete décadas de mi “llegada”, rememoro la aplicación de tan simple y corta palabra que nos ocupa.

Como vengo de un hogar peronista, mis primeros años fueron de conocimiento, a través de mi viejo, de un período reformista, ya sea en política, económica y de lucha por derechos. La conocí bajo la forma de movilizaciones populares, que siguiendo a su líder, buscaban alcanzar una Patria libre y soberana, y la sociedad más justa.

 

Ya en mis jóvenes 20 años, viví un ciclo de rebeldías bulliciosas, que eran desencanto, a veces denuncias, para una sociedad desigual, que alentaban lo opuesto, proponiendo una sociedad igualitaria.

Luego, esas ideas utópicas setentistas, reflotaron tradiciones clásicas, y el conservadurismo se ocupó de acallar, iniciándose con mucha sangre y persecución de los idealistas de aquella década, y luego desacreditar, como advertencia para los que pudieran volver.

 

En mi madurez, y más aún desde la década del 90, comenzamos a vivir una sociedad tecnócrata, defendiendo una burocracia técnica y preparada; destruyendo otros perfiles más enfocados a la cultura o la intelectualidad; y muy afín al pensamiento capitalista y de libre mercado, importado del mundo llamado desarrollado, triunfadores geopolíticos del pensamiento.

Traiciones ideológicas, farandulismo y gran apego a los negociados, marcaron la vida de muchísimos argentinos, que sufrimos el destino al que nos llevó esa tecnocracia, logrando transformar la política en politiquería, desprestigiando la ciencia política verdadera.

 

En los primeros años de mi medianía de edad (53) se inicia un período de utopías más terrenales, buscando, y logrando en muchos casos, restituir derechos perdidos o generar nuevos, buscando ejercer la política verdadera, para ordenar y mejorar la vida de los ciudadanos, más aún de los más pobres y desprotegidos.

Fue un poco más de una década de logros, derechos para un ascenso social real, mejorando el humor popular, y sobre todo ordenándole la vida a los más pobres y desposeídos.

Como siempre, estuvo acechado por el conservadurismo, que a pesar de ganar y acrecentar riquezas (más que en sus épocas de esplendor), inició un derrotero de acciones y medidas para esmerilar el creciente poder popular, enancado en una nueva clase media, recelosa de quienes podrían seguir subiendo hasta alcanzar sus “logros”, y en una burguesía millonaria.

Ya en la medianía del ciclo virtuoso kirchnerista, se inicia el acecho de ese poder al gobierno, implantando la palabra populismo, para denostar la corriente popular que detentaba el poder.

Acciones desestabilizantes en lo económico, creación de monopolios informativos, grupos de tareas mercenarias en medios, y con la siempre invalorable ayuda de un Poder Judicial monárquico y hereditario, logra torcer el pensamiento de muchos ciudadanos (recordar letra de León Gieco: Es un monstruo grande y pisa fuerte Toda la pobre inocencia de la gente) en una campaña electoral muy mentirosa (hoy quedó demostrado) desde lo propuesto.

 

Arribé a mis 65 con el advenimiento de una cruel CEOcracia que desarticuló el orden que tenía gran parte de la ciudadanía, empobreciendo y degradando la pirámide de ingresos, mejorando la vida de unos pocos e históricos ganadores y mintiendo ferozmente (se estigmatizó todo lo que se oponía) para alcanzar el objetivo de retomar el tradicional Consenso del conservadurismo.

 

Próximo a iniciar mis siete décadas, gocé con el advenimiento de un gobierno que se presenta como nacional y popular, enunciando en el Congreso medidas y políticas que me devolvieron la esperanza de revivir la lucha por una sociedad libre, justa y soberana.

 

Hoy, ya adentrada la séptima década de vida, solo me obligo a militar (con mis morbilidades) por muchísimo menos que en la juventud.

 

  1. a)            Que se cumplan las promesas de aquel 1ª de Marzo de 2020, donde se nos insufló el espíritu de peronista, como:

1-            búsqueda de castigo a los endeudadores.

2-            Priorizar a los jubilados sobre el poder Financiero.

3-            Mejorar un decrépito, falaz y partidario Poder Judicial.

 

  1. b)           Que cada ciudadano gane lo suficiente para tener una vida digna.

1-           Controlando la presión de los poderes económicos, vigilando sus cadenas de valores, regulando las ganancias y evitando la evasión.

2-            Evitando la fuga de nuestros insumos básicos, para que no signifique una valuación a precios de ingresos del exterior que no son los nuestros.

 

  1. c)            Que la deuda externa se pague sin el sufrimiento de los más pobres.

1-            Que se pague la deuda real, no la ilegítima de los que nos empobrecieron en 4 años.

2-            Que se pague la real, en condiciones que no disminuyan los derechos de los más pobres.

 

  1. d)           Que se pierda el miedo al poder real,

1-            asumiendo todas las cargas y campañas que les endilguen, confiando en el Pueblo.

2-            No quedar bien con todos.

3-            Desechar los amigos que no lo son, afectando aquellos feudos que no acompañan, y peor aún, operan en contra.

 

Es una utopía muy enflaquecida de aquella de los bulliciosos 70, deseando no se cumpla la denigración de la improbabilidad o irrealizable.