Opinión

“En mi barrio le dirían maricón”

Miguel Gómez Sanjaume,Secretario Adjunto del Sindicato Único de Cantantes Y Trabajadores de la Cultura le escribe Mario Vargas Llosa.

Llegó Vargas Llosa,  precedido por una campaña y un escandalote, donde quienes no registran la persecución gremial que lleva a cabo el monopolio Clarín se rasgaron las vestiduras por “la falta de libertad de prensa”.Una carta de Horacio González, Director de la Biblioteca Nacional, dirigida a los organizadores de la Feria del Libro solicitando se revea la participación del Premio Nóbel de Literatura en la ceremonia de inauguración de la Feria provocó un debate que atravesó el mundo mediático y cultural argentino.El argumento, razonable, era que Vargas Llosa en su carácter de operador político de la más rancia derecha política se había dedicado con anterioridad a decir barbaridades sobre la Argentina y su Gobierno elegido democráticamente por la gran mayoría del pueblo argentino.Su descalificación sobre la capacidad de ese pueblo de elegir lo que más le convenía, sus ataques personales a Néstor y Cristina, su añoranza de los gobiernos liberales etc. generaban un marco político que en un año electoral desaconsejaba, según González, que en la ceremonia de inauguración, ceremonia política si la hay, hablara Mario Vargas Llosa.Jamás se pidió que se lo desinvitara ni que se le prohibiera el uso de la palabra en la Feria, solo se opinó sobre la inconveniencia que hablara en la ceremonia de inauguración y por el contrario se proponía que diera una conferencia en el contexto de la Feria.Con la práctica tragiversadora que es ya una marca de la oposición y los medios hegemónicos ese razonable pedido se convirtió en un “acto de censura”.Esto también fue tomado hábilmente por el Nóbel como parte de su campaña.Para no abundar en detalles por todos conocidos la cuestión es que Vargas Llosa llegó, no habló en la inauguración de la Feria, el que si habló fue Sileoni que entre paréntesis hizo un excelente discurso, pero tuvo su oportunidad de dar su conferencia la que fue escuchada por más de 1.200 asistentes.Fue un discurso político donde al igual que en todas las entrevistas periodísticas que brindó se deshizo en agradecimiento a la Presidenta por su intervención en el episodio.Pero lo más importante no fue lo que dijo sino lo que no dijo, con gran decepción de sus patrocinadores y empleadores Mario Vargas Llosa se cuidó mucho de decir algunos de los comentarios que sobre el pueblo argentino y sus gobernantes electos democráticamente  había dicho antes de su llegada a la Argentina.Luego vino la contra conferencia donde otra vez 1.200 personas en el salón y otro tanto afuera de él asistieron a un debate serio sobre el Neoliberalismo.Se fue el escritor deshaciéndose en loas a la Argentina y a su pueblo, dando hasta un toque emotivo al recordar que su lectura infantil era el Billiken.Tal vez allí esté la raíz de su accionar porque no bien se alejó de nuestra tierra y olvidándose de su actitud en ella  volvió a agredirnos y a agredir a Néstor y Cristina.No me crié en un barrio de cortadas y malevos de esos que describía Borges sino por el contrario en un barrio de clase media, Caballito para ser más exactos, pero aún en ese barrio cuando alguien tenía esa actitud, cuando alguien hablaba mal de alguien y luego frente al reclamo no sostenía lo que había dicho para volver después a repetirlo lejos del ofendido, eso, en mi barrio se lo llamaba “maricón”.No era una referencia a preferencias sexuales sino era la popularización, síntesis tal vez, de visualizar en el ofensor una exacerbada cobardía.Por eso en mi barrio a quien hablaba mal de uno y no se hacía cargo frente a frente se lo llamaba maricón.