Economía

Por Pablo Tonelli, economista.

La carta de Paolo Roca, un analisis macroeconómico

Los dichos del Presidente de Techint en una reunión reducida del Centro Argentino de Ingenieros, interpretados por Clarín en un encuentro sin asistencia de la prensa, dieron lugar a la conocida carta aclaratoria de Paolo Rocca y a la respuesta de la Presidenta de la Nación, que hizo públicas ambas.

La columna económica semanal de Pablo Tonelli.

El propósito de esta nota no es referirse a las operaciones de prensa sino analizar lo que el Presidente del poderoso consorcio industrial si dijo y escribió en su misiva a la Jefa de Estado. Me parece oportuno hacerlo porque algunas de sus afirmaciones están en el centro del debate económico argentino actual. Así que voy a transcribir punto por punto las ocho afirmaciones del Presidente de Techint y las analizaré.

1.    La industria argentina ha crecido desde 1998 hasta hoy a una tasa muy elevada, superior a la de cualquier país de la región.

La afirmación es correcta y ampliamente compartida por todo el espectro político y por los economistas de cualquier signo, pero hay que hacer una salvedad importante  ¿Por qué iniciar su análisis en 1998?, siendo que el período 1998-2001 fue de fuerte contracción de la actividad económica, ( cuatro años!!)  Deflación de precios y  culminó con el  desastroso final de la Convertibilidad. La recuperación se logra en 2002 y el sendero de crecimiento  se afianza claramente a partir del 2003. La afirmación parece querer sostener un sendero de crecimiento ininterrumpido que no coincide con la realidad objetiva.

2.    El crecimiento de la producción ha sido acompañado por un aumento de la productividad, también por encima de la de otros países.

Esto es así y es notorio. Aquí Paolo Rocca hace referencia, sin mencionarla, a la Ley de Kaldor-Verdoorn, dos prestigiosos economistas (Kaldor, es uno de los famosos keynesianos de Cambridge) que sostienen y han demostrado una correlación entre el incremento del producto (PBI) y la productividad del trabajo en el sector industrial. El economista argentino Pablo Manzanelli calcula que la productividad laboral tuvo un incremento del 39,7% entre 2002 y 2010 (los datos del 2011, aún incompletos estarían en esa misma línea), la contracara de la caída de la productividad entre 1997 y 2002, lo que de nuevo nos lleva a la incongruencia de partir de 1998 para explicar el ciclo de crecimiento industrial.

3.    La participación de la industria sobre el PBI es hoy mayor en la Argentina que en México o Brasil, y el país ha podido acotar los efectos de una “primarización” muy acentuada en la región.

La afirmación es absolutamente correcta. Corresponde enfatizar que el país pudo acotar la primarización de su economía, esto es, la pérdida de peso de su sector industrial en beneficio del sector de explotación primaria (minería, agricultura, ganadería) gracias a sus decisiones de política macroeconómica y no a otra cosa.(tipo de cambio competitivo, subsidios a los combustibles, sustitución de importaciones, protección arancelaria y para-arancelaria, etc) Brasil por lo pronto siguió adelante una política de apreciación de su moneda, de metas de inflación en su política monetaria y luego de contracción fiscal. De resulta de ello, su industria comenzó paulatinamente a perder competitividad y la actividad productiva se fue desplazando hacia la producción agropecuaria, fundamentalmente la soja.

4.    La capacidad exportadora de la industria nacional se ha también incrementado, y su nivel de apertura en el mundo se ha duplicado en el período en cuestión.

Hago mío en este punto un análisis efectuado por Matías Kulfas, referente del grupo de economistas agrupados en AEDA y actual Gerente General del BCRA; La etapa, iniciada en el 2003, (aquí nuevamente marco este tema) muestra por primera vez en tres décadas, alzas significativas en la producción (9,4% anual) en forma concomitante a un crecimiento del empleo (5,9% anual). El cambio de tendencia ha sido contundente, y éste es un hecho insoslayable para cualquier análisis sobre el sector manufacturero argentino La Argentina fue el único país que no primarizó sus exportaciones, y el crecimiento de su producción industrial duplicó a Brasil (4,6%) y superó a Colombia (6,2%), Chile (5,2%) y México (3,8 por ciento).

5.    A partir de la crisis mundial de 2008 y a pesar de que la industria argentina ha podido mantener una tasa de crecimiento superior a la de Brasil, sus indicadores de competitividad se han ido deteriorando.

Aquí el tema en debate claramente, bajo la denominación elegante de “indicadores de competitividad” es el tipo de cambio. O más precisamente del deterioro del tipo de cambio real producto de una tasa de inflación local mayor a la de nuestros principales socios comerciales no compensada por sus fluctuaciones nominales frente a otras monedas. Me parece oportuno discutir este punto en forma conjunta con la próxima afirmación del titular de Techint.

6.    El incremento de los costos laborales, aún ajustado por el incremento en la productividad, ha superado la devaluación, y este factor, en conjunto con una elevada presión tributaria, afecta la competitividad de las exportaciones industriales. He presentado los valores del costo horario de la mano de obra en nuestras instalaciones industriales de la región.

El reclamo sobre el tipo de cambio se torna más nítido. Apunta a discutir cuál es la estrategia adecuada para el crecimiento industrial de la Argentina. La notoria expansión industrial argentina tuvo su antecedente en la instalación de lo que se denominó TCRCE, tipo de cambio real competitivo y estable, que siguiendo a Pablo Manzanelli representó una reducción del costo salarial medido en precios constantes del 43,7 % entre 2001 y 2002, en un contexto de fuerte flexibilización laboral, ausencia de convenios colectivos de trabajo y una desocupación que orilló el 25 %

Es entonces una macro devaluación la precondición para sostener la competitividad de las exportaciones industriales argentinas?   Más allá de razones políticas, ideológicas e incluso éticas de justicia distributiva, es acaso viable hoy esa devaluación con una clase trabajadora organizada, con bajo nivel de desocupación y un mercado interno tonificado por la demanda? No, ciertamente.

 

Obligaría a intentar neutralizar el impacto inflacionario que conllevaría una mega devaluación con políticas contractivas de la demanda, tanto monetarias como fiscales y el peligro latente de que en un par de meses todo volviera a estar en su punto de origen. A la inversa del abaratamiento salarial como estrategia, coincido con Juan Graña que  el aumento salarial es una herramienta central para forzar a

los capitales individuales al crecimiento de la escala de producción (como forma concreta del desarrollo de las fuerzas productivas). En este proceso, la planificación estatal es absolutamente necesaria.

Sin obviar tampoco que la política de devaluaciones periódicas del BCRA debe continuar e intensificarse el camino central de mejora de la competitividad de nuestra industria pasa por mejorar su productividad, la cual depende del incremento del volumen de inversiones por obrero ocupado, reinversión de las utilidades en ampliación de la capacidad productiva instalada. En Techint, siguiendo a Manzanelli, la relación entre inversiones netas y ganancias netas fue del 28,1% entre 2003 y 2011, es decir una baja reinversión de utilidades en el marco de muy elevadas tasas de retorno. Actitud que también refleja la de las 500 mayores firmas de la Argentina, si bien su aporte a la inversión es relevante es insuficiente para la formación bruta de capital a largo plazo. Al respecto, las pymes locales, medianas y grandes han realizado un significativo esfuerzo inversor. En relación con la presión tributaria, sería errado dejar de apuntar que la industria ha visto subsidiado su costo energético fuertemente y se ha visto beneficiada (Techint, entre otras) por políticas de beneficios impositivos a la importación de bienes de capital vinculados a la exención del IVA y la amortización acelerada de dichos bienes.

7.    La incertidumbre sobre la disponibilidad y el costo futuro de la energía puede afectar las inversiones industriales y en los últimos meses vimos efectivamente una reducción en la importación de bienes de capital que podrían ser un síntoma de esta dinámica.

Bueno, es lógico que los industriales reclamen. Así como los trabajadores. El costo de la energía fue una forma de subsidio a la industria que aplicó el gobierno durante toda su gestión, como mecanismo de reducción de sus costos. La búsqueda del auto-abastecimiento en el mediano plazo,  cuyo hito fue la re-estatización de YPF va también en el sentido de el aparato productivo no termine pagando plenamente el precio internacional del petróleo y el regional del gas. Esa política de abaratamiento relativo del combustible no se abandonará. En relación con la baja de la importación de bienes de capital no la veo ligada a la incertidumbre energética sino más bien como una consecuencia directa del control de cambios en una situación casi deficitaria del Balance de Pagos, obviamente no sin efectos ni costos, pero que encontrará un escenario diferente en el 2013.

8.    La perspectiva a largo plazo para la industria nacional parece muy positiva, por las oportunidades que ofrece una integración de las cadenas de valor en la agroindustria, por el acceso al mercado brasileño  y por el efecto multiplicador de nuestro potencial energético.

Coincidiendo con las oportunidades que ofrece la integración de las cadenas de valor en la agroindustria y el mercado brasileño, me parece oportuno observar, (ya que en definitiva estamos debatiendo el desarrollo nacional) tal como lo hace Pablo Mazitelli, “ que es necesario ampliar las capacidades productivas de las industrias no dependientes de los recursos naturales y la creación de nuevas actividades con ventajas comparativas dinámicas que tiendan a ocupar los eslabones truncos de la cadena productiva. Todo ello, para que actúe como vía inductora de una aceleración en los ritmos de crecimiento promedio de la productividad del trabajo…” Meollo central a resolver para un crecimiento industrial sustentable en la Argentina, el debate que propone el Presidente de Techint.