Opinión

Por Pablo Tonelli, economista

Cuidado con los Precios

La inflación no se ha espiralizado. Si bien, al momento de escribir este artículo no se conoce el dato del incremento del IPC Nacional durante febrero, otros indicadores alternativos, como el IPC de la Ciudad de Buenos Aires, o los habitualmente utilizados por la oposición política, como el de Buenos Aires City o el denominado “índice del Congreso” muestran con claridad esa tendencia, inflación alta, pero no a ritmo desbocado.

En este escenario la dinámica de la inflación, vinculada a la certidumbre del valor de dólar, va a mostrar un rumbo decreciente en marzo, abril, mayo y junio. Restan dos ingredientes con efectos sobre la inflación, que tienen otras fuentes.

La inflación no se ha espiralizado. Si bien, al momento de escribir este artículo no se conoce el dato del incremento del IPC Nacional durante febrero, otros indicadores alternativos, como el IPC de la Ciudad de Buenos Aires, o los habitualmente utilizados por la oposición política, como el de Buenos Aires City o el denominado “índice del Congreso” muestran con claridad esa tendencia, inflación alta, pero no a ritmo desbocado. A contramano de este hecho, las tapas de los grandes diarios anuncian con titulares catástrofe la inflación del bimestre, intentando instalar otra percepción de este fenómeno y de su dinámica real.

La inflación alta pero no descarrilada, constituye un dato claramente favorable, ya que el problema central  que el Gobierno debe enfrentar se define por el grado de Pass-Through, que es como se define técnicamente el traslado a precios de la devaluación. La intensidad y sobre todo, el tiempo en que este evento ocurra, constituyen la clave de su éxito.

Bajar costos salariales en dólares es la tarea que logra  toda devaluación. Simultáneamente lograr mantener el poder adquisitivo del salario en pesos en el nivel previo a la devaluación, es decir evitar la caída del salario real, es una tarea  improbable a la luz de la experiencia histórica, aunque sus efectos nocivos pueden ciertamente moderarse. En el 2002, por ejemplo, como consecuencia de la devaluación, el costo salarial en dólares cayó cerca del 60%, a su vez con un pass-through limitado por la recesión y la desocupación de sólo el 12%, la caída del poder adquisivo del salario estuvo en aproximadamente la mitad de la baja del costo salarial en dólares, pero fue todo lo impactante y significativa que implica un 30 %. Lamentablemente, los desaciertos en el manejo de la política económica a partir del 2011, que se expresaron en una acelerada pérdida de reservas, puso en juego todo el esquema vigente. La reaparición de la restricción externa, llevó al cepo cambiario y luego, en la coyuntura de enero de este año, como afirma correctamente el economista Juan Manuel Telechea….”no veo forma de desarmarlo (al cepo, agrego) que salvo devaluando, subiendo las tasas y liberando de manera gradual la venta de dólares”.  Haciendo lo que no hizo bajo el mecanismo de ajustes graduales de la paridad cambiaria y de un manejo más armónico de la macroeconomía en los años previos.

El objetivo central de la política económica post-devaluación en relación con el mercado interno consiste en amortiguar y trabajar para reducir los efectos de la devaluación sobre el salario real y el empleo.

Reitero: El problema   que el Gobierno  enfrenta es el traslado a precios de la devaluación, su intensidad y sobre todo el tiempo en que este evento ocurra. El éxito en esta tarea consistirá en  lograr que el alza nominal del 63 % del tipo de cambio, enero 2013 contra enero 2014 se transforme en un alza en términos reales, o sea que los precios de la economía, es decir la inflación y el salario crezcan por debajo de ese nivel el año en curso, idealmente crezcan la mitad y se sostenga el nivel de empleo.

La devaluación ya está licuando el salario vigente porque tenemos salarios “viejos” con precios “nuevos”. Adicionalmente el crédito para consumo de bienes durables se ha encarecido sensiblemente y los plazos se han acortado. Hasta el momento, con tensiones, la menor actividad económica no ha afectado sensiblemente al empleo. Evitar este año una caída significativa del poder adquisitivo del salario dependerá del éxito de la política anti-inflacionaria y de las decisiones que el Gobierno adopte, complementariamente, sobre la carga impositiva que pesa sobre las remuneraciones.  Sobre esto voy a extenderme.

Recordemos que la Ley de Impuesto a las Ganancias de la Argentina estipula en su art. 79 la denominada “renta del trabajo personal”, que constituye la cuarta categoría dentro de las rentas y ganancias alcanzadas por dicho impuesto. La AFIP fija por Resolución la escala de montos mínimos no imponibles para los asalariados solteros  o casados con dos hijos y el art 90 de la Ley establece las alícuotas, es decir el porcentaje que corresponde como impuesto, que se cobra sobre el monto que excede al Monto Mínimo No Imponible. Valga como aclaración y distinción conceptual clave un tema:  La remuneración de los trabajadores aparece claramente bajo la forma de salario, pero la remuneración de CEOs de empresas, directivos y ejecutivos, que se contabilizan como salarios, en realidad forman parte de la retribución del capital, una forma de las ganancias. En particular la que se grava con la alícuota más alta del impuesto. La preocupación del Gobierno, hoy más que nunca, debe centrarse en las escalas menores de ingresos.

En relación  con lo que acontecerá  en el 2014 con el incremento del Monto Mínimo no imponible, discusión de cada año, dada la ausencia de un mecanismo automático de ajuste del mismo, coincido totalmente con el IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) en que “el Gobierno marque la cancha antes de las negociaciones paritarias. Como mínimo debería subir mínimos, deducciones y tramos de escala en los mismos porcentajes de aumento salarial que se determinen en paritarias,”

Siguiendo la lógica y las cifras que contiene el análisis del IARAF, de lo que se trata es que el Gobierno no incremente el número de contribuyentes a Ganancias provenientes de los asalariados que son trabajadores, ni las tasas de los que ya  pagan el impuesto, a los efectos de no reducir por la vía fiscal el monto de incremento  que se acuerde en paritarias. Como ejemplo, un trabajador con un nivel salarial de $ 15.000 que obtiene un incremento del 25 % verá reducido dicho monto al 21 %, si la recomposición obtenida es del 30 %, el monto que efectivamente percibirá como incremento será del 24,6 %. (cifras del IARAF) Es más, creo que es una situación de la suficiente gravedad como para pensar (es mi opinión no la del IARAF) en eliminar el Impuesto a las Ganancias que grava “la renta del trabajo” de las cinco primeras categorías y dejar vigente el gravamen para las mayores remuneraciones, que como hemos visto, sobre todo en la última categoría, no gravan a los trabajadores.

El instrumental que utiliza el Gobierno para evitar el pasaje total a precios de la devaluación se centra en la política de Precios Cuidados y los castigos a su incumplimiento, así como en las negociaciones sectoriales con las Cámaras empresariales.

La política de Precios Cuidados, originalmente concentrada en 184 artículos que integran un núcleo representativo de bienes incluidos en la Canasta Básica Alimentaria y la Canasta Básica Total, fue diseñada para evitar que la inflación deteriore los consumos salariales básicos. Está avanzando en un camino correcto.. El Gobierno espera extender el número de productos a 400 y su duración en el tiempo hasta fines del primer semestre. A su vez, busca mayor ejecutividad en las sanciones, habiendo aprobado la semana pasada un nuevo menú de penalidades con clausuras y multas elevadas. Por otra parte se busca que la Ley 22802 de Lealtad Comercial sea modificada a fin de eliminar la posibilidad de que la judicialización por parte de las empresas de las sanciones, evite su efectivo cumplimiento.

La estrategia seguida con el sector empresario es analizar la estructura de costos del sector productivo y de la cadena comercial. Se autorizaron incrementos precios en línea con el impacto directo de los bienes importados en los costos presentes, como en el caso de la electrónica.

El problema con el control de precios es que la alta incidencia que el tipo de cambio tiene directa o indirectamente en los costos locales. Lo tiene en forma directa en los bienes transables internacionalmente, los productos primarios y los insumos industriales de uso difundido (aluminio, acero, papel)

En el resto de la estructura industrial, sus precios se determinan principalmente por los precios de los insumos de los otros dos sectores mencionados, o sea los del sector agropecuario y de insumos difundidos, más los costos locales de producción. 

Los bienes no transables internacionalmente se atrasan en relación con los transables internacionalmente como primer efecto de la devaluación, es decir se produce un cambio de los precios relativos. Los no transables por naturaleza son los servicios. Aquellos que tienen  tienen precios regulados (energía, transporte) y los servicios “puros” (salud, educación privada, consultoría, comercialización, etc.).

El problema  de la industria manufacturera no es sólo el costo presente de sus insumos, sino también la evolución futura del tipo de cambio, ya que sus existencias se valúan a costo de reposición, mecanismo de protección del  capital privado. Es lo que torna relevante el “timing” del past-through. 

La conducción económica ha operado para sostener el tipo de cambio en torno a los ochos pesos con éxito, tanto en su valor contado como en su cotización futuro (forward).  Diferentes mecanismos financieros y normativos implementados por el BCRA permitieron el ingreso de divisas retenidas de la anterior campaña. Estos mecanismos son, por un lado, la Letra que el Banco Central coloca entre los exportadores ofreciendo un ajuste ligado a la evolución del dólar oficial más una tasa de interés anual, el alza de la tasa de interés en moneda local y la venta de dólares futuros en el mercado ROFEX de Rosario a una tasa de interés implícita entre el valor presente y futuro de la divisa sensiblemente inferior a la tasa de interés del mercado, o en ocasiones, nula, al vender futuro al mismo tipo de cambio que el dólar oficial contado. Dichas ventas  de dólar futuro del Banco Central no importan un compromiso en divisas, ya que los mercados de futuros liquidan al vencimiento del contrato la diferencia entre la cotización pautada y el precio de mercado en pesos. El BCRA nunca pierde divisas, a lo sumo abona una diferencia de cambio en pesos, de existir la misma. Por otro lado al modificar el porcentaje admitido de tenencia en activos dolarizados de los Bancos, existe una oferta adicional de divisas en el mercado de cambios, que si bien por razones contables en las que no entraré, ya integran las Reservas, modifican notoriamente la dinámica del MULC (Mercado Único y Libre de Cambios).

Esta operatoria trasmite a los operadores privados la certeza del valor de la divisa en el momento en que se producirá la liquidación de la cosecha de soja. Este es el escenario hasta fines de junio, el primer semestre de este año, claramente positivo frente la situación de fines del 2013 y de enero del 2014.

En este escenario la dinámica de la inflación, vinculada a la certidumbre del valor de dólar, va a mostrar un rumbo decreciente en marzo, abril, mayo y junio. Restan dos ingredientes con efectos sobre la inflación, que tienen otras fuentes. El primero de ellos tiene que ver con el grado de absorción que el sector empresario tenga de los incrementos de salarios logrados en las paritarias sin que impliquen nuevas alzas de precios que desacomoden las variables macroeconómicas y el segundo con el impacto inflacionario de la reducción esperable de los subsidios. Estos puntos, sus costos y alternativas serán detallados en una próxima nota dada su complejidad y extensión.  Por Pablo Tonelli, economista.