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Detalles de la estadía de Correa en el hospital

Los medios ecuatorianos trataron el tema de forma particular. Relatan la estadía y describe las acciones de Correa pero desmienten que haya estado secuestrado.

Duraznos y agua para el Presidente

Por más de diez horas, el Jefe de Estado permaneció en la habitación 302. Hasta allí llegó su secretaria y dos delegaciones de los policías sublevados. En ropa interior y con una bata hospitalaria color blanco, el presidente Rafael Correa yacía acostado en una camilla. En su brazo derecho tenía conectado un suero y su rostro lucía hinchado. Así dejó la Sala de Emergencias del Hospital de la Policía, cerca de las 11:00 del pasado jueves.Uno de los miembros de seguridad cargaba la ropa que el Mandatario se había quitado debido a que tenía manchas color naranja y fuerte olor a gas pimienta, que inhaló a su paso por el Regimiento Quito N°1.De allí, Correa salió con ayuda de guardias y de civiles. Entre estos constaba un hombre con jeans y camiseta que calificaba como “acto de magia” a la forma en la cual el Presidente fue cargado para pasar encima del muro de cuatro metros que dividía al destacamento de la casa de salud, en donde -sin en ese momento saberlo- iba a estar por más de diez horas.Tras dejar Emergencias, el jefe de Estado fue llevado a la Sala de Oficiales, en el tercer piso. Su equipo de seguridad lo ubicó en un cuarto del lado izquierdo pero, al percatarse de que una ventana daba al edificio del Grupo de Operaciones Especiales, fue llevado al lado derecho, a la habitación 302.Al sitio llegó su doctor, Pablo Ramos y su secretaria, “Marianita”, quien le traía un traje limpio. También, claudias, duraznos y agua aromática, que fue lo único que el Presidente comió durante el día.Afuera del 302, unos diez efectivos de seguridad comentaban que les “picaron las manos” por sacar sus armas para defender al Mandatario durante los incidentes en el Regimiento, a donde Correa había dispuesto acudir pese a la protesta que allí se desarrollaba.Pero era tarde para regresar sus pasos. Los guardias debían esperar hasta que las condiciones fueran seguras y mientras tanto, comieron una picada de queso y jamón que el personal del hospital les brindó.Al mediodía, el ministro del Interior, Gustavo Jalkh, llegó para dialogar en privado con el Presidente. Tras 40 minutos, el funcionario salió y habló con el entonces comandante de Policía, Freddy Martínez, que esperaba afuera. Además, aprovechó para ir a otras habitaciones y tranquilizar a los pacientes.En cambio, al cuarto de Correa llegaron dos delegaciones de los sublevados. La primera ingresó a las 15:00 y la encabezó el cabo Luis García. La segunda, la integraban uniformados con el rostro cubierto. Sin embargo, antes de entrar, todos tuvieron que dar la cara y despojarse de armas y celulares.A su turno, los delegados se ubicaron al pie de la cama de Correa, quien estaba semiacostado y protegido a los lados por su personal. Él escuchó las solicitudes y pidió que dejen la protesta para dialogar y llegar a un acuerdo. Esto no sucedió, así que el jefe de Estado vio innecesario recibir a una tercera delegación. Solo restaba esperar el operativo de evacuación que llevarían a cabo militares y grupos especiales de la Policía.El momento se aproximaba y el Mandatario dejó la bata para lucir su traje limpio, además llamó por celular a su familia.A las 20:45, el enfrentamiento entre sublevados y militares inició. Balas y bombas lacrimógenas alcanzaron el interior del edificio y algunos subieron a la terraza. En cambio, los que permanecieron en el tercer piso vieron a un resguardado Correa salir en silla de ruedas desde la Sala de Oficiales, en su primer intento de evacuación. Pero los gases impidieron bajarlo, así que cruzó hasta Neonatología donde le colocaron un chaleco antibalas y un casco con los que finalmente dejó el lugar a las 21:20.“El presidente Rafael Correa nunca estuvo secuestrado”Médicos y pacientes del hospital de la Policía aseguran que el Mandatario tuvo atención privilegiada y hasta dio muchas entrevistas desde ahí.Días después de la batalla campal del 30 de septiembre pasado entre gendarmes y militares en el Hospital de la Policía, hay versiones de testigos que niegan que el presidente de la República, Rafael Correa, haya estado secuestrado dentro del nosocomio, como él ha afirmado repetidamente en los últimos dos días.Esto es lo que dice Aída Zaldumbide, paciente de la habitación 312 del Hospital de la Policía, quien estaba en el mismo pasillo del jefe de Estado a pocos metros de su habitación. Ella asegura que Correa “nunca estuvo secuestrado pues a su alrededor se encontraban varios de sus seguidores y siempre se mantuvo resguardado por ellos”.“El Presidente tuvo siempre la libertad para andar por el pasillo, y aquí los médicos estuvieron siempre pendientes, si quería café se le pasaba café, si quería agua se le daba agua”, comenta la paciente.Añade que varios internos le solicitaron mediante sus escoltas que se retirara ya “que estaba poniendo en peligro la vida de todos” pero, según asegura la paciente mencionada, el Presidente habría contestado diciendo “yo debo salir con la frente en alto así que esperaré hasta que mi gente de Alianza PAIS me rescate”.Una de las enfermeras que atendió al primer Mandatario durante los incidentes, y quien prefiere no revelar su identidad, corroboró esta declaración. Precisó que “un secuestrado no tiene todas las atenciones que él tuvo”.