Opinión

Por Pablo Tonelli, economista

Economía política del 2015

El comportamiento económico de la Argentina en 2014 tuvo como telón de fondo sus añejos problemas estructurales, es decir la restricción externa y su “rezago productivo” (uso la expresión del economista argentino Juan Graña) cuya manifestación más evidente es la baja productividad de su economía vis a vis las economías centrales del capitalismo (por caso EEUU), la que se expresa en la coyuntura local como disputa en torno al nivel del tipo de cambio y en los vaivenes de la tasa de inflación, que sintetizan en su comportamiento las tensiones y contradicciones de la sociedad.

Si tomamos como base los datos del Informe de Avance del Nivel de Actividad del  INDEC (al 28/12/2014) el PBI descendió un 0,8 % el tercer trimestre del 2014 en relación con igual período del año anterior. Este dado es consistente con otros de la misma fuente, ya que el EMI (estimador mensual de la actividad industrial) indica que la  industria muestra bajas del 2,1 % a octubre del 2014 en relación con octubre del 2013. A su vez, lNDEC señala que las estimaciones preliminares de otros indicadores muestran una caída interanual de la exportaciones del 4, 70 %, del consumo de los hogares del 1,40% y del 4,80 % de la formación bruta de capital (indicador de la inversión). Sólo muestra expansión el consumo público, que lo hizo al 1 % interanual. En el mismo sentido, el acumulado de enero a octubre de la actividad de la construcción muestra una caída de 0,50 % en relación con el acumulado de los primeros diez meses de 2013. 

La tasa de desocupación se ha amesetado es cierto, pero en su interior existen problemas que muestran una reducción del empleo pleno de ocho horas y una disminución de la tasa de actividad, es decir que muchas personas  en edad de trabajar han dejado de buscar empleo por desaliento al no acceder al mismo. A su vez si tomamos el coeficiente de GINI, como indicador de la desigualdad relativa de ingresos entre los que más y menos tienen, el mismo se ubica en cerca del 0,38 desde el primer trimestre del 2011, lo que indica su nula movilidad luego de la abrupta mejora producida de los niveles del tercer trimestre del 2003, (como punto de partida) en 0,475.

El conjunto de estos indicadores oficiales muestran estancamiento en la actividad económica en los datos relevados al tercer trimestre del año, los últimos publicados. A su vez el último trimestre, con mayor estabilidad macroeconómica, no altera significativamente el cuadro, lo que implica por un lado problemas de empleo y a su vez que el salario  no recupere participación en el ingreso total (Esto es un hecho, sea cual fuere el número final que arroje el comportamiento del PBI en 2014). 

Que ocurrirá en este 2015 que se inicia?

 

En primer lugar,  lo peor en términos de actividad ha pasado, me arriesgo a sostener que este año 2015 será mejor en términos económicos que el año que pasó. El 2014 estuvo signado por la devaluación de enero y su pasaje a precios, por el conflicto con los fondos buitre de mitad de año y por la caída del precio internacional de la soja. 

Aconteció como novedad absoluta la utilización de una cuarta parte aproximadamente del swap con China, que aparece en el rol de prestamista internacional de última instancia de los países de la periferia, lugar que desde la segunda guerra mundial había monopolizado el FMI, a cambio de sus tristemente célebres programas de ajuste.  La baja tendencial del precio de la soja en el mercado internacional, modificó el comportamiento de los grandes productores agropecuarios. La retención del grano en silos bolsa se tornó antieconómica y esto aceleró la liquidación de fines de año. A su vez, la inflación, medida por todos, se desaceleró y su agitado fantasma (incontenible marcha de los precios por encima del 40%!!!!!) no ensombrece el inicio de enero. (Por supuesto influyó el bajo nivel de actividad en la desaceleración de los precios junto a los Precios Cuidados). Otro dato central es  la caída internacional del precio del petróleo a niveles que se aproximan a la mitad de los valores del año 2014, lo que  reduce la necesidad de divisas de corto plazo en volúmenes muy significativos, efecto que ya comenzó a vislumbrarse  a fines del año pasado. El nivel de reservas de cerca de U$S 31.000 millones tiene su causa en los temas mencionados con ligeros agregados (compra de divisas del BCRA a exportadores, swap chino, pago de la licitación de telefonía 3G y 4G, créditos del Banco de Francia  y una pequeña fracción del canje de Boden 15 y la colocación de Boden 24).

Como afirmaba al inicio de la nota, la restricción externa que viene operando con fuerza sobre la economía argentina desde el 2011 y tiene raíces históricas estructurales operará  también en el 2015. La misma solo se puede superar en el largo plazo con el diseño de una política industrial, que implique una estrategia de inversiones en sustitución de importaciones y ampliación de las exportaciones industriales y de la escala productiva. Esta estrategia  necesita  divisas y el uso de las que provienen del sector primario exportador se muestra hace años insuficiente. A estas alturas, además, la administración sin sobresaltos de la coyuntura actual en un año electoral y el último del Gobierno de Cristina, para bien o para mal,  va a consumir la totalidad de los dólares disponibles. 

Como el  flujo  de ingresos y egresos  de divisas y las Reservas son datos que afectan de lleno el nivel de actividad de nuestra economía, voy a reflexionar sobre este punto en grandes rasgos. Por el lado de la Oferta el sector agropecuario seguirá siendo, obviamente, la principal fuente de divisas, tanto los productos primarios como las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA). Es probable que la producción de soja se mantenga en niveles muy similares a los de 2014 (55 millones de toneladas), con precios en promedio menores, lo que implicaría unos U$S 1.500 millones menos del sector agropecuario considerado en su totalidad.  Que la producción de MOI (Manufacturas de Origen industrial) se mantenga en los niveles del año 2014 dado el bajo desempeño de Brasil y que las exportaciones energéticas caigan por efecto de la baja internacional del petróleo.  Las importaciones seguirán siendo significativas en el rubro de manufacturas industriales, pero habrá una reducción muy importante de las importaciones energéticas, (alrededor de U$S 2,500 millones) con lo cual el superávit comercial tenderá a ubicarse en niveles similares a los del año pasado.

El tema pasa en 2015 por mayores necesidades de financiamiento de la deuda pública, cuyas necesidades casi triplican las del 2014, considerando el vencimiento del BODEN 15, los bonos provinciales, las deudas externas que se han ido regularizando y otros compromisos con organismos internacionales y otras instituciones. A esto se agrega en el Balance Cambiario los pagos por los dólares ahorro y el turismo. Es decir, que el nivel de Reservas a fines de 2015 (y el nivel de actividad) dependerá del nivel de endeudamiento que se obtenga, a través del uso más intensivo del swap con china y de operaciones de mercado abierto, como la ensayada y frustrada (por el momento elegido)  colocación de BODEN 24. 

Existirá, en mi opinión, una negociación con los fondos buitre. Argentina insistirá en su postura, mejorando su oferta en el marco de los canjes 2005 y 2010 (reconocimiento de intereses,  pago de los cupones atados al crecimiento producido, etc.). Los buitres insistirán en el pago del fallo de Griesa indexado por la tasa judicial de EEUU. No creo en la posibilidad de acuerdo alguno en ese marco en el año que se inicia, ya sin clausula RUFO. 

La clave del 2015, vuelvo a insistir, es la cantidad de divisas con las que pueda contar el Gobierno para incrementar las importaciones vinculadas con la adquisición de bienes de capital y de consumo intermedio, las que se reflejan en la inversión y el consumo final, mientras se logra saldar sin contratiempos los otros ítems del Balance Cambiario. 

El tipo de cambio evolucionará claramente por debajo de la marcha de la inflación, ayudando a su contención presente. Los precios, dado este dato clave de su formación y el hecho de una menor monetización del déficit fiscal como consecuencia de la reducción del costo de la energía, evolucionarán por debajo de los indicadores de 2014. Con precios más bajos en 2015 y expectativas de negociación salariales ubicadas en los niveles inflacionarios del año anterior, es altamente posible una recuperación del salario real en el año electoral. 

La gran mayoría de los analistas económicos, con un sesgo interpretativo de matriz ortodoxa, consideran, en cambio, que la caída del nivel de actividad se profundizará, la inflación se elevará y de no mediar acuerdo con los buitres se producirá una nueva devaluación, como en enero del año anterior. 

Existe un consenso general, más allá de posiciones políticas o ideológicas, respecto al rol central que tiene la disponibilidad de divisas en la evolución económica del año en curso. El problema es que para la ortodoxia económica el Balance de la Cuenta Capital, es decir el ingreso de divisas provenientes de fuentes financieras, se encuentra atado directamente a la solución inmediata del conflicto con los fondos buitres.  En caso de no existir acuerdo, se incrementarán para estos analistas las presiones devaluatorias primero y se disparará la inflación luego de producida la devaluación forzada por la realidad del mercado ante la ausencia de divisas. 

Es mi opinión, reitero, que el uso más intensivo del swap con China y la posible colocación de Bonar 24 a una tasa similar a la tasa de retorno de mercado de estos valores, (muy alta en términos relativos internacionales, pero muy factible) junto al menor uso de Reservas por el lado energético, pueden permitir financiar una suave expansión de la actividad económica local en 2015 (1, 1,50%?).

Es claro además que este escenario es el mejor posible para que el Frente para la Victoria pueda triunfar en las elecciones presidenciales, dado un fin de Gobierno sin convulsiones ni bruscos altibajos socioeconómicos. Esta es mi primera visión de la economía política del año 2015.