Opinión

Encuestas y polarización en segunda vuelta

por Raúl Wiener

/Interpretaciones sobre las idas y venidas de las encuestas y las encuestadoras/Hace dos semanas las primeras encuestas de la segunda vuelta dabanganador a Ollanta Humala; este fin de semana, en cambio, dieron unempate entre los dos competidores, con variabilidades entre lospunteros. Inmediatamente empezaron las interpretaciones sobre “elcambio de tendencia”. Y curiosamente muchos que decían que la aperturadel nacionalista hacia una coalición con otras fuerzas, laconvocatoria a nuevos técnicos y la flexibilización de sus propuestasprogramáticas, eran la explicación de su ascenso inicial, concluíandías después que esos mismos puntos eran la causa de su descenso, enel que descubrían oportunismo, transfuguismo e indefinicionesprogramáticas.De igual forma, la tesis de que Keiko Fujimori estaba perdiendo elpaso en el interior del país y en las poblaciones rurales,concentrándose en Lima y en las clases medias y altas, sirvió alprincipio para explicar porqué se rezagaba y días después porquécrecía sacando fuerte ventaja en la capital y en los sectores socialesA, B y C. Y la misma ambivalencia se descubría en la evaluación sobreel efecto que está produciendo la guerra sucia en el resultado, ya quesi bien se asume que el ataque masivo de la prensa de derecha habríatenido impacto en detener el crecimiento de Ollanta, al mismo tiempose dice que la actual situación 50-50, muestra que aún bajo fuegograneado la  candidatura no se cae. O, como dice Tafur, podría alfinal producir el resultado inverso del que se está esperando.La hipótesis de este artículo es que, más allá de aciertos y erroresde los candidatos en campaña, y de la contra campaña que se desarrollaen paralelo desde la prensa, están funcionando otros factores que losanalistas están pasando por alto. El primero, es la tendencia depolarización que se ha manifestado en todas las elecciones importantesde los últimos 21 años  y que inexorablemente se convierten en unaescisión del país en mitades cuando se llega a la segunda vuelta.Los ejemplos son clarísimos: 1990, entre Vargas Llosa y Fujimori;2000, entre Fujimori y Toledo; 2006, entre García y Humala; 2011,Humala y Fujimori. No existe la posibilidad que una candidatura sepasee sobre la otra. Era lo que creía la derecha fredemista hasta quela pararon en los últimos días de la primera vuelta, para que luego seles escapara la elección que creía ganada. Y lo que volvió a creerFujimori en el 2000, cuando era el chino contra el mundo, y terminódesestabilizado por la rebelión enredada de Toledo, que le quitólegitimidad a su triunfo y acabó con la hegemonía autoritaria. Tambiénfue lo mismo que imaginaron García y sus aliados de la segunda vueltadel 2006, que creyeron que iban a alcanzar los dos tercios por faltade aliados con Humala y ganaron con las justas.Hoy es evidente que el Perú próximo al 50-50, es mucho más fiel a larealidad que el que se mostró apenas comenzada la segunda vuelta. Yaquí es que viene el segundo elemento descuidado por los observadorespolíticos: a diferencia de la votación de hace cinco años, en la queGarcía ingresa como “centro” a la segunda vuelta y suma el voto dederecha; en esta elección Keiko ingresa desde la derecha y trata dearrastrar un voto dizque “centrista”, sobre el cual también seproyecta Ollanta. Esta disputa desde los extremos acentúa el votorefractario o antivoto, que es el que se desplaza hacia el campo de uncandidato por rechazo del otro. La suma compleja de esta elección esla de las adhesiones iniciales (voto duro), las adhesiones nuevas (malmenor) y el antivoto que deriva hacia cada uno de los candidatos.El péndulo que vemos operando de  Ollanta hacia Keiko, es producto deque al comenzar la segunda vuelta Humala tenía más adhesionesiniciales y captaba más adhesiones nuevas, mientras Fujimori tenía suvoto original y la fracción de votos antihumala más militante. Eso sereflejó en una ventaja del nacionalista entre cinco y ocho puntos, quehizo volar al dólar y deprimirse a la bolsa de valores. Pero que deinmediato desató otros procesos: una corrida de antivotos contraHumala a favor de Keiko, para que no gane su “enemigo”, unacentuamiento hasta límites delirantes de la campaña para frenar ydemoler la campaña de Ollanta. Eso es lo que estamos midiendo en lasegunda ola de encuestas. Por cierto el péndulo se va a volver a moverporque ahora los antivotos contra la fujimorista se van a correr haciaHumala para cerrarle el paso.Son las leyes de la segunda vuelta y de la polarización funcionandoque van acabando lonja por lonja con todas las indecisiones y pasandopoco a poco del voto por (adhesión) al voto contra (antivoto), por elpuro efecto de rechazo a lo que representa un candidato frente a otro.Así como a algunos la idea de un gobierno de cambios encabezado porOllanta les parece imposible de aceptar, anclados como están en elconservadorismo dominante de dos décadas, así para muchos otros elregreso de los Fujimori y toda su mancha es la peor de todas laspesadillas. Estos sentimientos tienden a romper los purismos de losque no quieren comprometerse.Así como van las cosas no se puede seguir hablando de “cambios detendencias” con el sentido que se usaba para esta expresión en laprimera vuelta.   Porque precisamente la tendencia que se anuncia esla de un ajuste de las diferencias, hacia un final cerrado y sumamentetenso por la suma de los  actores e intereses que se jugarán la vidaen los resultados. Nuestra hipótesis es que en ese exacto terreno deenfrentamiento, Ollanta camina a vencer  en el flujo y reflujo de lasintenciones de voto, por su ventaja inicial y porque la corriente antiFujimori es  más fuerte y con motivos más sólidos que la que se oponeal candidato nacionalista.13.05.11www.rwiener.blogspot.com