Política

Entrevista a Jorge “Pampa” Álvaro, diputado nacional

Fue amigo y compañero de militancia de Néstor Kirchner. Y el único legislador que votó a favor de todas las leyes que propuso el oficialismo. Dice que el ex presidente lo desafiaba a romper con el corporativismo del peronismo mendocino.

El conflicto con el campo puso en evidencia esa confrontación entre política y corporaciones, pero en la política mendocina no parece ser una cuestión evidente...

Por María Eva GuevaraFue el único legislador por Mendoza que votó a favor de todas las leyes propuestas por el oficialismo desde la Ley de Medios hasta el matrimonio igualitario y se diferenció de la movida provincial de este año en contra del decreto presidencial que prorrogó la promoción industrial. Recientemente fue el único mendocino que firmó una iniciativa para que se discuta en el Congreso el tema de la despenalización del aborto. ¿Otra marca indeleble que lo aleja del famoso conservadurismo mendocino?, preguntó Veintitrés.–Es que en estos temas que rozan las libertades civiles, temas que por ahí importan una discusión con la Iglesia o con algún poder, por lo general, me diferencio de otros mendocinos simplemente porque yo no me manejo con el temor del qué dirán en Mendoza. Yo creo que en Mendoza hay muchos que no piensan como yo y hay muchos que sí piensan como yo.–Lleva tres años como diputado nacional, en ese tiempo se ha diferenciado de una dirigencia política que incluso militando en el kirchnerismo no ha acompañado las principales iniciativas nacionales. ¿Qué reflexión le merece?–Lo que pasa es que sí hay que hacer justicia de estos siete años de gobierno nacional pero yo no sé si podemos decir, con profundidad, que algunos acompañaron y otros no. Creo que el peronismo de Mendoza sí lo acompañó a Kirchner, cosa distinta es que algunos periodistas con cierto grado de veracidad digan que lo hicieron a regañadientes o que lo puteaban en la trastienda. En todo caso tendríamos que mencionar algún nombre o algún conflicto puntual.–Bueno, durante el conflicto con el campo no hubo pronunciamiento de parte del Partido Justicialista de Mendoza, fueron muy pocos peronistas los que salieron a la calle o dijeron públicamente que apoyaban al Gobierno.–Sí, es cierto que no hubo una posición firme, pero sí acompañamos la posición del Gobierno algunos legisladores oficialistas de Mendoza, salvo Enrique Thomas que en ese momento se cambió de bando. Pero creo que hay que poner en la balanza que es típico del mendocino el quietismo, es algo que excede un poco al peronismo y la verdad es que tampoco tiene que ver con Mendoza, es un problema general de la Argentina.–Si frente a un conflicto tan impactante, se deja un vacío político, este después se llena de especulaciones, de ahí que no se puede culpar tan livianamente a la prensa por lo que diga al respecto.–Es que el peronismo mendocino es muy especial. Néstor Kirchner opinaba que era una fuerza corporativista, decía que el de Córdoba es igual, son peronismos muy singulares. En el caso del mendocino hay que ver su historia, que del ’45 a la fecha nunca generó un liderazgo como sí pudo haber sido Mercante en la provincia de Buenos Aires. Hasta que apareció un hombre que por las circunstancias que le tocó vivir trascendió su gestión administrativa, que fue Alberto Martínez Baca. Él sí, siguió vigente mucho tiempo después, desde que se lo destituyó, mientras estuvo preso y hasta que murió. Y salvo ese caso, los gobernadores peronistas mendocinos no son recordados y los de ésta época, desde la recuperación de la democracia –Bordón, Lafalla y Gabrielli–, han quedado dando vueltas por ahí, pero no se han traducido en liderazgos que pervivan a sus gestiones. A mí, por ejemplo, me enoja que no se lo reivindique y recuerde como corresponde a José Néstor Lencinas, ¡un político que impuso la jornada laboral de 8 horas en Mendoza!–De hecho la avenida más elegante de Mendoza se llama Emilio Civit mientras que una calle perdida de Guaymallén se llama Lencinas.–Es muy simbólico eso. Y efectivamente es así, ese es el lugar que le han dado y nunca vino nadie a revertir eso. Y ni se te ocurra hablar de Juan Manuel de Rosas, si lo hacés sos una especie de atávico, feudal y ultramontano. Y no es casual que Mendoza tenga muchas cosas parecidas a Chile y el mendocino admire mucho la quietud social de Chile, digo por mendocino el dirigente político.–¿En qué medida este análisis de que el mendocino es de por sí quieto y conservador no ayuda a perpetuar dirigentes conservadores? ¿No habría que empezar por cambiar de análisis?–Yo creo que hay que mirar cuál es la principal contradicción en la política argentina. Decididamente es la confrontación entre las corporaciones concentradas de la economía y sus componentes, referentes o complementos mediáticos, y la política en general como expresión de la voluntad popular. Nosotros estamos viviendo esta época en la Argentina y lo que hay que preguntarse es cómo se verifica esto en Mendoza. Yo tengo una lectura: a partir de ver qué se produce y quién se apropia de la renta, advierto dónde está el poder económico, me pregunto si es concentrado o no y lo ubico en relación al poder mediático. Así voy enhebrando la constitución del poder en Mendoza, que es la que va generando y consolidando un ser cultural mendocino claramente “conservador”. Acá se da un conglomerado mediático que si uno agarra el texto de la Ley de Medios se aparece como un ejemplo claro de negocio a desconcentrar. No es casual la influencia que tienen en la formación del sentido común del mendocino medio.–El conflicto con el campo puso en evidencia esa confrontación entre política y corporaciones, pero en la política mendocina no parece ser una cuestión evidente…–Acá en Mendoza también se verifica esa confrontación, lo que pasa es que hay que blanquearla y hay que decir en qué consiste porque no está en la agenda política. Esta oscila entre las variables nacionales y un mendocinismo que es muy estimulado por el periodismo local. Los principales analistas políticos de Mendoza son absolutamente localistas y a veces diría que hasta son aldeanos. Así, todas las fuerzas políticas se mueven por la idea de que a Mendoza hay que administrarla, no gobernarla. Nos peleamos por las candidaturas y todos queremos ser gobernadores, pero no vemos a nadie con vocación de producir una traslación de ingresos en Mendoza. Lo que veo es que terminan llorando por temas como la coparticipación federal o por el reparto del dinero federal, pero previo a eso no llevaron adelante un postulado o una ideología desde la cual responder qué hacer frente a centenares o miles de jóvenes que no tienen trabajo.–¿Qué le reconoce a la gestión de Jaque? Como aspecto positivo muchos refieren que comenzó en Mendoza un proceso de debate estratégico en torno al ordenamiento y uso del suelo…–Sí, creo que va a hacer una buena base. Esto ha permitido discutir la minería, cosa que tiene que hacerse con responsabilidad, no con fundamentalismo ni slogans porque estamos hablando del empleo de muchos mendocinos y del nivel salarial de muchos mendocinos. Hay muchos que dicen que es la industria primaria de Mendoza, o sea, la vitivinícola, la que no quiere la minería porque se van a elevar los sueldos –por cotejo con los que existen en el agro– y por eso es que se fogonean campañas antimineras que son de un dogmatismo tal que va cerrando la posibilidad de discutir armónicamente lo que se podría hacer en 700 kilómetros de cordillera.–El secretario de Ambiente Guillermo Carmona ha dicho que el desarrollo de Mendoza, a diferencia de otras provincias, no está atado a la minería porque existen otras posibles actividades a desarrollar. ¿Usted qué opina?–No creo que haya que desarrollar la minería a cualquier costo y salvajemente, eso no. Pero el interrogante para mí surge al revés: ¿de qué otra forma se puede dar trabajo a 130 o 140 mil jóvenes de menos de 45 años? Está bien, uno puede tener razonables y muy buenos argumentos ambientalistas y de hecho tienen su relevancia, no hay que minimizarlos, pero también hay que responder lo otro. Y si no hay minería, ¿qué? ¿Qué otra cosa? Se me ocurre que a lo mejor la presión que ejerce la soja sobre las tierras más productivas de la Argentina a nosotros nos permitiría desarrollar intensivamente algunos cultivos que pueden ser factibles en el desierto. Pienso en la ganadería bajo riego que se podría desarrollar, no en la dimensión de la pampa húmeda pero al menos pensando en abastecer a todo el oeste argentino de carne. Es cierto que todo pasa por la minería y que hay que buscar las tierras aptas, cosa que tiene que ser iniciativa del Estado.Rumbo al 2011. Otra ley clave impulsada por el oficialismo –la Reforma Política– viene siendo relegada en Mendoza por el justicialismo, al parecer porque dada la coyuntura política no es vista con buenos ojos la idea de realizar internas abiertas y simultáneas. Jorge “Pampa” Álvaro protagonizó una de las defraudaciones más recordadas por el electorado mendocino que fue la Concertación Plural con Cobos a la cabeza, a ese antecedente remite el planteo de la Nación sobre un nuevo esquema de partidos políticos en la Argentina.–¿Cómo lo analiza? –Siempre este tipo de leyes se hace al calor de situaciones políticas coyunturales. La reforma política que votamos el año pasado tendía a formar dos grandes espacios donde se diera el juego de primacía adentro de cada uno entre los sectores que pudieran hegemonizarlo. De acuerdo a conglomerados de centroizquierda y centroderecha, ese era el esquema de pensamiento que dio origen a ese dibujo o nueva idea. Creo que si lo miramos con serenidad, la interna del peronismo estaba planteada como la interna del kirchnerismo, porque hay sectores importantes que son kirchneristas y no peronistas. Y encuentro un elemento interesante que es que la interna abierta y obligatoria la paga el Estado. La propaganda también, con lo cual se relativiza el poder económico de las campañas. Pero claro, esto que es igualador es una disquisición técnica, obviamente el tema medular tiene que ver con los embates políticos.–A comienzos de este año hubo una elección de concejales en la capital de Mendoza, allí se presentaron grupos kirchneristas sin el Partido Justicialista. ¿Está pensando en esa alternativa para el 2011?–Al día de hoy estamos parados en ese lugar aunque la política es dinámica y si viene un compañero del PJ y propone que lo acompañemos para empezar a hablar de corporaciones, nos sumaremos alegremente. Hasta que esto no suceda entendemos que en Mendoza hay un voto progresista que este gobierno justicialista no convoca ni le genera expectativa. De ahí surge una obligación, aunque no queremos caer en una cosa conformista ni en una disputa interminable por la elección de candidaturas que nos deje renegando de lo que creemos que hay que hacer con la política y desde la política.–Dijo en una entrevista en Radio Nacional que no le ofrecen ninguna entrevista los medios periodísticos mendocinos, ¿es cierto eso?–Sí, el folklore conmigo es que los periodistas porteños me llaman para hablar de Cobos. Y ya estoy podrido de hablar de Cobos.–¿Lo pone en situación incómoda porque no tiene mala relación con el vicepresidente?–Es que yo he sido una víctima, un damnificado de la dictadura, o sea, pasé una época muy dura, entonces para mí el adversario político por más que esté en las antípodas de lo pienso, yo nunca lo voy a considerar como un enemigo a eliminar. Eso limita mi lenguaje, yo en política no agredo a nadie, en todo caso critico ideas, si Cobos alaba el tono moderado que según La Nación adoptó Cristina, digo que es funcional a las corporaciones. Ahora el problema de fondo es que no tenemos una derecha orgánica y al no tenerla, está en los grandes movimientos populares y no la podés echar. De vez en cuando pasan los años y esta derecha emerge y te gana. Es lo que pasó con Menem siendo que no tenía nada que ver con el factor histórico del peronismo como movimiento redentor o igualitario.–¿Qué sensación le dejó el fallecimiento de Néstor Kirchner?–Él era un amigo y fue mi compañero, me deja un orgullo tremendo habernos iniciado juntos en la política. Y es como una partecita de la historia que me corresponde el haberme dado pequeños y modestos gustos con él. Lo digo sin ninguna modestia, yo era de los tres o cuatro diputados sobre cien justicialistas que podía discutirle cosas a Néstor en el bloque de diputados del Frente para la Victoria. Por ahí la gente que lo conocía menos eso no lo hacía, no se animaba. Yo lo que hacía era discutirle cosas que creía que había que decirle, la historia en común lo posibilitaba. No es una cosa menor tratándose de un amigo que llega a presidente de la Nación. –Generó incertidumbre la súbita desaparición de Néstor Kirchner, de algún modo sobrevoló la idea de que muerto el perro, muerta la rabia…–Eso piensan los que no conocen a Cristina. Ella es un cuadro político tanto como era Néstor. No es la “mujer de”, es más, Néstor siempre decía que tenía más racionalidad ella que él por la cantidad de años que tenía como diputada y senadora nacional. toria en común lo posibilitaba. No es una cosa menor tratándose de un amigo que llega a presidente de la Nación.

Fuente: Revista Veintitrés