Por Augusto Taglioni
- El Partido Popular ganó la elección en España, otra vez. El segundo intento electoral fue casi una fotocopia de la elección de diciembre. La única diferencia fueron los 13 escaños que sumó el partido de Mariano Rajoy y la pérdida de votos del resto de sus competidores, todo lo contrario a los que pronosticaban las encuestas.
El Partido Socialista Obrero Español, segunda fuerza más votada, realizó la peor elección de su historia logrando solamente 85 escaños, mientras que Podemos, la fuerza liderada por Pablo Iglesias quedó estancada en los 71 escaños y perdió más de un millón de votos en relación a los comicios del 2015. La alianza entre Podemos e Izquierda Unida no dio los resultados electorales esperados y, hacia adentro de la fuerza liderada por Pablo Iglesias, ya vendrán algunos reproches respecto de la beligerancia y la hostilidad a la hora de conformar gobierno con el socialismo para priorizar una acuerdo más cómodo en términos ideológicos. De todas maneras, es importante destacar el crecimiento sostenido de la fuerza de Pablo Iglesias e Iñigo Errejón y la interesante proyección en el tiempo de esta joven fuerza política.
Sin dudas, la fuerza política más golpeada de la elección fue Ciudadanos. El partido de Albert Rivera intentó plantear la idea de la ancha avenida del medio con propuestas similares a las del PP y diferencias que no supieron explicar del todo, y eso, frente a un hipotético crecimiento (en las encuestas) de Podemos y el fantasma del Brexit sumándose a último momento al escenario electoral pueden haber inclinado apoyos para la fuerza de Rajoy.
¿Cuáles son los posibles escenarios?
Se necesitan 176 votos para lograr la mayoría necesaria para conformar gobierno y el dilema esta puesto en gobernabilidad o gobierno de cambio. Las negociaciones anteriores estuvieron atravesadas por la idea de conformar una alianza que excluya al Partido Popular, de hecho el mismo Mariano Rajoy renunció a la investidura. En esa idea naufragaron los diálogos hasta llegar a la segunda chance electoral que generó mayor expectativa en los partidos político que en la ciudadanía que casi en un 30 por ciento decidió no ir a votar.Teniendo en cuenta el desgaste que implicó para los españoles el clima de desgobierno de casi medio año y la vuelta a ser parte de un proceso electoral, difícilmente los partidos políticos mantengan la misma intransigencia a la hora de llegar a acuerdos. Seguir en esa dirección les haría pagar un costó altísimo para una sociedad que eligió otra cosa.Mariano Rajoy fue claro anoche en su discurso al reclamar “el derecho a gobernar por haber sido el partido más votado”. El PP, amparado por el apoyo de muchos españoles, pone la responsabilidad de la finalización de la acefalía política que se vive en España en las alternativas de cambio. En ese contexto el PSOE es central, quien podría jugar a la ambigüedad para firmar con acuerdo tácito con el PP que excluya a los emergentes Podemos y Ciudadanos. Otra opción, tal vez más complicada, es un gran frente progresista entre PSOE, Podemos y Ciudadanos que juntos llegan a la suma de 188 votos. Iglesias dijo haber llamado a Sanchez para “extrecharle la mano” y construir juntos un gobierno progresista. El tema es que juntos no suman los 176 necesarios, necesitan los 32 de ciudadanos que se muestra mas cercano a al Partido Popular. Sería un gesto de audacia que difícilmente se concrete debido a diferencias programáticas, metodológicas y hasta personales. Por eso, no sería raro que el PSOE opte por la gobernabilidad para conservar su rol como segunda fuerza.Por su parte, el Partido Popular y Ciudadanos suman 169 diputados, 7 menos que los necesarios. En un escenario de acuerdo entre el PP y Ciudadanos, tendrán un valor importe los apoyos de grupos mas pequeños en representación como los catalanes de CDC, fuerza que podría sumarse al bloque que se incline por la gobernabilidad.
El dilema entre gobernabilidad y cambio parece haber sido resuelta por los propios españoles que decidieron conservar el mal peor por sobre la posibilidad de experimentar un cambio necesario. Los motivos puede encontrarse en la propia idiosincrasia del español medio, en el miedo a experimentar un Brexit, en tener en el imaginario colectivo la herida abierta de un PSOE responsable de la crisis del 2011 y en la gran incertidumbre que genera un Pablo Iglesias en el gobierno. De todas formas, el contexto es de fractura, si no hay voluntad de acordar los españoles deberán volver a las urnas en una tercera vuelta electoral que significaría un suicidio político para todos aquellos que añoran un gobierno progresista en España.
Ganó la gobernabilidad. Ganó la estrategia de Rajoy de demostrar que los otros son peores que él y que por eso, mejor un malo conocido.El contexto de cambio inclinó la balanza para el conservadurismo, Podemos jugo a doble o nada la posibilidad de transformarse en la segunda opción para los españoles. Eso no sucedió, España seguirá parado en el mismo lugar y el cambio seguirá haciéndose esperar.