Bonaparte era integrante histórica de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo. Militante política desde muy joven, se volcó de lleno a la lucha contra la dictadura luego de sufrir el secuestro y desaparición de tres de sus hijos y de su ex marido. Psicóloga de formación, es la madre del periodista Luis Bruchstein y abuela de la periodista Victoria Ginzberg. «Fue una mujer brillante, que dio la batalla por la memoria y la justicia a pesar de haber sufrido tanto por sus siete pérdidas familiares», dijo ayer Taty Almeida, de Madres Línea Fundadora. También el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, lamentó la muerte de la dirigente: «El dolor que nos provoca la partida de la compañera Laura Bonaparte, lo transformaremos en esperanza, para recordarla y continuar su lucha», comunicó el funcionario a través de su cuenta de Twitter. Por su parte, el secretario de Relaciones Parlamentarias de la Nación, Oscar González, calificó a Bonaparte como una «luchadora incansable por los Derechos Humanos en su más vasta acepción”, y desde HIJOS recordaron el amparo que presentó en 1998 y que logró frenar la demolición de la ex ESMA que impulsaba el gobierno de Carlos Menem. Durante la última dictadura cívico-militar, Bonaparte sufrió la persecución y represión de toda su familia: sus hijas Irene y Aidé, y su hijo Víctor fueron secuestrados y permanecen desaparecidos, al igual que sus parejas. Antes del golpe militar, el 24 de diciembre de 1975, fue secuestrada su hija Aidé, de 24 años, conocida como «Noni». Su compañero y padre de su pequeño hijo, Adrián Saidon, fue detenido dos meses después, el 24 de marzo de 1976. Santiago Bruschtein, ex marido y padre de sus hijos, fue detenido en su casa en junio de 1976 y asesinado. Al año siguiente, el 11 de mayo de 1977, fueron secuestrados su hija menor, Irene, de 21 años, y su marido Mario Ginzberg. Una semana después, fue el turno de su hijo Víctor, desaparecido junto a su novia Jacinta Levi el 19 de mayo de 1977. Por la persecución que sufría su familia, se fue de la Argentina exiliada a México. Desde allí, Bonaparte desarrolló una militancia en la defensa de los Derechos Humanos reconocida internacionalmente: fue observadora de Amnistía Internacional en campos de refugiados en El Salvador y en la frontera con Guatemala, durante la guerra en Centroamérica, también en el Líbano y Bosnia durante los conflictos bélicos en esos países. Ayer por la tarde, desde las 18:30, sus restos fueron velados en Tacuarí 470, de la Ciudad de Buenos Aires.