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Grecia: Tragedia y decepción

Augusto Taglioni, Director de Resumen del Sur, analiza la situación económica de Grecia, y el resultado de las negociaciones con la Unión Europea.

Crisis Griega

Lo que pasa en Grecia es una tragedia. El capitalismo más voraz ha logrado imponerse sobre la voluntad popular y la política. ¿Se podría haber evitado? Si la respuesta fuera negativa y la opción fuera tan solo aceptar las condiciones de los poderes económicos deberíamos preguntarnos, ¿Para qué existe la política entonces? ¿De qué sirve la democracia o cuál es el sentido de las elecciones?

El pueblo griego votó en contra del ajuste dos veces en seis meses. La primera vez cuando eligió a Alexis Tsipras como Primer Ministro y líder de una coalición que proponía romper con la pasividad con el que el sistema político asumía el máximo nivel de subordinación y entrega de soberanía.

¿Tsipras podría haber hecho otra cosa? En primer lugar debería haber respetado la voluntad popular, y en segundo plano, haber asumido la audacia necesaria que le demandaba la historia. No fue así, con el 60 por ciento de apoyo de la mayoría de los griegos, Alexis Tsipras terminó aceptando el mismo plan de la Troika al que había calificado de chantaje, basado en ajustes, recortes y privatización para poder obtener un “rescate financiero”, que no es ni más ni menos que más endeudamiento.

Se hace difícil entender el motivo por el que Alexis Tsipras no fue más contundente a la hora de plantarse frente a los organismos financieros y Alemania. El contexto internacional era propicio para salir de la eurozona y volver al dracma, moneda original helena. Este camino era el único capaz de garantizar el desarrollo productivo, crecimiento basado en el consumo y generación de empleo, tres pilares para la recuperación económica de cualquier país en crisis.

¿Quiénes podrían haber colaborado con Grecia en este sentido?

China siempre estuvo interesada en el futuro del país que supo ser la cuna de la democracia. El gigante asiático administra el 50 por ciento del puerto del Pireo en Atenas cuando el gobierno decidió someterlo a privatización. Para China, este puerto significa la tan ansiada entrada a Europa. Además, la República Popular China cuenta con dos estructuras financieras como el Banco de Inversiones en Infraestructura que ya está operativo y el Banco de Desarrollo de los Brics, próximo a estrenarse como fondo para préstamos internacionales. Ambos, podrían haber financiado la recuperación de su moneda local y engrosar sus arcas vacías de reservas sin someterse a la burla y humillación de Alemania y los organismos financieros.

Otro punto de apoyo podría haber sido Rusia, país con el que Grecia y, en especial Alexis Tsipras, tiene excelente relación. La construcción del gasoducto que conecta a Rusia con Europa occidental pasando por Turquía evitando a la conflictiva Ucrania y el cordón militar creado por la OTAN, demostró el interés del gobierno de Vladimir Putin en la relación con Grecia y la importancia estratégica de los helenos en términos geopolíticos.

Geopolítica pura y dura

En la situación internacional actual, no podemos dividir los sectores al estilo de la guerra fría. Hay intereses cruzados y Grecia es un emergente de esa disputa. Estados Unidos necesita mantener a la Unión Europea cohesionada para que la Acuerdo Transpacífico tenga sentido. Esta propuesta económica estadounidense establece la liberalización de los acuerdos comerciales entre Estados Unidos, los países latinoamericanos de la Alianza del Pacífico, el sudeste asiático y la Unión Europea, en síntesis un ALCA maquillado. Un bloque europeo fragmentado sería débil y no funcional a los intereses que busca este acuerdo de libre comercio. Alemania es otro los beneficiados. En la existencia de la Unión Europea depende su hegemonía política, económica y financiera en Europa.

Grecia, es parte de los focos de conflicto que protagonizan este nuevo mundo multipolar, y en ese contexto debió haber analizado la manera de actuar. Audacia, coraje y voluntad política para enfrentar a los poderosos.

El rol de los bancos

Son los grandes ganadores, los que no salen con declaraciones públicas ni se reúnen con ningún emisario diplomático. Se podría decir que lograron todo lo que quisieron en los últimos años.

Para tal fin se remataron los bienes básicos del Estado, sanidad, educación, trabajo, asistencia, pensiones, salarios y todos los servicios sociales se han visto afectados peligrosamente.

El gobierno griego dispuso el 56 por ciento de su presupuesto para pagarle a los bancos que pusieron toda su capacidad de lobby para amedrentar al pueblo días antes del referéndum. Parece que solo lograron intimidar a Tsipras.

Frente interno

En la medida que se avanza en el análisis de la situación griega evitamos asignarle la responsabilidad a Syriza como coalición gobernante. Resulta que en la fuerza de gobierno no todo es lo mismo y muchos funcionarios importantes, algunos ideólogos del programa que depositó a Tsipras en el gobierno, pegaron el portazo. El primero fue Yanis Varoufakis que dimitió como Ministro de Finanzas luego del plebiscito, dijo que se lleva con orgullo el odio de los acreedores y que prefería cortarse el brazo antes de firmar lo que firmó el Primer Ministro de Grecia.

Ahora Varoufakis es parlamentario y se pone al paquete de medidas propuestas por el gobierno. Sin dudas, se trata de un liderazgo fuerte que podría canalizar el descontento de una gran parte de los votantes de Syriza.

Conclusión

Es imposible lograr grandes cambios sin coraje. Existen casos de la historia reciente (el NO al ALCA o las reestructuraciones de deuda de Argentina y Ecuador por citar algunos casos) que demuestran que hay gobiernos con la valentía necesaria para poner límites al capitalismo insaciable y salvaje. Alexis Tsipras tuvo una oportunidad histórica que fue desaprovechada. Esto generó decepción en quienes se ilusionaron con que el caso griego podía ser el faro que alumbre un horizonte más alentador en una Europa gobernada por los bancos y las grandes corporaciones.

La Unión Europea es un corsét en una foca, en cualquier momento se rompe, es tan insostenible como la convertibilidad en tiempos del consenso de Washington. Las variables de ajuste de este austericidio financiero siempre son los más débiles y los gobiernos no han hecho nada para evitarlo. De todas formas, cuando el sistema no aguanta termina estallando, nosotros lo sabemos.

Fuente: Revista Oveja Negra