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La victoria electoral del FN expresó «la revuelta del pueblo contra las élites»

La líder del euroescéptico y xenófobo Frente Nacional, Marine Le Pen, aseguró que la victoria de su partido en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas constituye "la revuelta del pueblo contra las élites".

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Los ciudadanos, según indicó en la emisora RTL, «no soportan ya el desprecio de una clase política que durante años ha defendido sus intereses» y no los de la población.

El FN asestó ayer un duro golpe a la alianza de centroderecha encabezada por Nicolas Sarkozy y a los socialistas, que pueden perder gran parte de su cuota de poder en las regiones.

Le Pen consideró que ese resultado, obtenido «pese a las injurias» lanzadas contra su agrupación, no es una sorpresa, sino fruto de «una larga progresión», y la constatación de «un movimiento que se implanta».

«Probar el FN, es adoptarlo», indicó la presidenta ultraderechista, que aspiró a ganar en la segunda vuelta del próximo domingo el mayor número posible de regiones para demostrar que el endeudamiento o las subidas de los impuestos no son algo inevitable, «sino una opción política».

El país, señaló, se encuentra en una situación dramática en materia de creación de riqueza, y los franceses «tienen ganas de que cambie».

Le Pen pidió no caricaturizar los argumentos de su partido, y se preguntó qué tiene de extremo «decir que hay que cesar el actual flujo de inmigrantes, cuando Francia no tiene los medios para acogerlos», o de afirmar que «hay que dejar de ayudar a los grandes grupos financieros para apoyar a las pequeñas empresas».

La líder ultraderechista estimó que la derrota del Partido Socialista (PS) del presidente francés, François Hollande, supone una suerte de «suicidio colectivo» para esa formación, pero tachó de desleal y antidemocrática la decisión de retirarse de las regiones en donde no tenga opción de victoria para favorecer al centroderecha en detrimento del FN.

La división en las listas de izquierda -los Verdes y el Frente de Izquierda concurrieron por separado- y la erosión del presidente François Hollande, que no pudo ganar ni una sola elección desde que fue elegido presidente en 2012, constituyó un escollo insalvable para el PS.

La derecha xenófoba y antieuropeísta, encabezada por la propia Le Pen, obtuvo resultados demoledores. Tanto la presidenta del partido como su sobrina y heredera política, Marion Maréchal-Le Pen, superaron el 40 % de los votos en las regiones de Nord-Pas de Calais-Picardie y Provenza-Alpes-Costa Azul, respectivamente.

Ambas regiones, de una u otra manera, sufren o temen las consecuencias del flujo de refugiados que este año sumergió a Europa en una crisis que hasta tiene dimensión identitaria.

En la primera, donde se localizan las villas miseria de quienes intentan cruzar como polizones al Reino Unido por el Eurotunnel, que empieza en Calais, Le Pen llegó a agitar el temor a la posibilidad de que la acumulación de migrantes provocara epidemias.

La segunda, próxima a Italia, tiene a sus puertas mismas, en Ventimiglia, un campamento de refugiados que presionan todo el tiempo por internarse en el país galo.

También consiguió un resultado histórico el número dos de Le Pen, Florian Philipot, que se alzó con cerca del 40 % de los votos en Alsacia-Lorena-Champagne-Ardenas.

En total, el Frente Nacional fue, según las estimaciones, el partido más votado en seis de las trece regiones en que se divide el país tras la simplificación administrativa lanzada por Hollande (hasta ahora eran 22), informó la agencia de noticias EFE.

Los Republicanos de Sarkozy, aliados con los centristas de la UDI, fracasaron en su intento de ser la fuerza más votada, aunque quedan en buena disposición para hacerse con varias regiones en la segunda vuelta, a la que pasan todas las listas que han superado el 10 %.

En ese objetivo contarán con la renuente ayuda del Partido Socialista, que para frenar al FN decidió retirar sus candidaturas de las dos regiones donde las del partido de Le Pen tienen posibilidades de triunfar.

El primer secretario de los socialistas, Jean Christophe Cambadélis, anunció de forma grave la formación de un llamado «dique republicano» para impedir el paso a los ultranacionalistas.

Sin embargo, el gesto no halló reflejo en el centro-derecha.

De un plumazo Sarkozy acabó con las conjeturas, al proponer que su partido «ni se fusione (con la izquierda) ni se retire» en la segunda ronda allá donde pueda beneficiar al Partido Socialista frente a la ultraderecha.

«Tenemos que escuchar y comprender la exasperación de los franceses y también a los que han elegido al FN», porque no hacerlo sería «irresponsable», declaró Sarkozy tras conocerse los primeros resultados.

Sin embargo, el partido encabezado por Le Pen no necesariamente se quedará con la mayoría de los 1.757 cargos de consejeros regionales y 153 de consejeros territoriales que deben ser renovados en las urnas.

Muchos de los cargos posiblemente deban ser dirimidos por los 44,6 millones de franceses habilitados para votar en el balotage, el próximo domingo.En medio de un masivo despliegue militar y policial en todo el país, enmarcado en el nivel máximo de alerta que se vive desde los atentados de París, la jornada electoral se realizó sin ningún inconveniente ni irregularidad.

Estas elecciones se celebraron en un contexto especialmente atípico, en medio de un estado de emergencia y solo tres semanas después de los atentados yihadistas de París y Saint Denis, el pasado 13 de noviembre, en los que murieron 130 personas.