Los primeros en obtener metales preciosos de la montaña fueron los indígenas locales que antecedieron a los Incas. Luego se produjo la invasión del imperio Inca y de allí obtuvieron ellos oro y plata que llevaron al Cuzco. Los españoles en su avance hacia el sur pronto toparon con la montaña mineralizada que para entonces estaba bastante cubierta de glaciares y trabajaron sus vetas. Más tarde llegaron los jesuitas que hicieron un trabajo superbo por el buen manejo que tenían de las artes y técnicas del mundo minero las cuales aplicaban con solvencia en las etapas tanto de exploración como de explotación y beneficio de los metales. Cuando Carlos III los expulsó en 1767 se perdió gran parte de la experiencia adquirida y también información crítica sobre las vetas y sus direcciones en el subsuelo, así como el número y cantidad de socavones, galerías, chiflones y otras labores. Llegarían luego, los aragoneses que traían algo de la información básica de sus antecesores y trabajaron el cerro un tiempo. Llegada la época republicana, Rivadavia consiguió créditos para su explotación. A todo esto uno de los mineros del Famatina fue nada menos que el caudillo riojano Facundo Quiroga, quién mandó acuñar monedas de oro y plata con los metales del cerro. Así, con altibajos, el cerro se explotó a lo largo de los últimos cinco siglos. Una muestra del extraordinario trabajo minero realizado es el “Cable Carril”, con una extensión de decenas de kilómetros desde la base hasta la cumbre de la montaña, que durante años fue considerado el ícono de la minería argentina, tal como aparece en estampillas, postales y numerosas ilustraciones antiguas. Joaquín V. Gonzalez, nacido en esa región, fue uno de los grandes legisladores y hombres de derecho que interpretó el valor de la montaña minera y así lo plasmó en obras que son hoy clásicas. El sabio metalurgista alemán Emilio H•nicken eligió el Famatina y Chilecito como su patria adoptiva y allí está enterrado. Emilio fue el genearca de una distinguida familia entre la cual destaca su nieto Mario H•nicken, de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba, uno de los más grandes paleontólogos argentinos, que estuvo muchos años al frente del Instituto del Conicet en Anillaco. Quiero decir que no es un misterio que el Famatina ha sido un centro minero histórico; ni que miles de familias de La Rioja han estado vinculadas directa o indirectamente con la minería; ni que por más de 500 años el cerro se explotó de distintas formas por los indígenas locales, incas, conquistadores españoles, jesuitas, aragoneses, compañías mineras de todos los tipos (locales, provinciales, nacionales, internacionales, multinacionales), y que hasta participaron caudillos, frailes, mineros de burro, pala y pico, entre tantos otros. Simplemente porque trabajar el cerro daba algo de oro de las vetas o de los aluviones como ocurre en la zona de la mina “El Oro”, o plata nativa como en la mina del “Cerro Negro” y esto contribuía a la riqueza de la zona de Famatina y Chilecito, cuya geografía montañosa semiárida no les permite vivir ni de las vacas, ni del trigo, y menos aún de la soja. El hecho es que a mediados de Enero de 2012 arreció el ataque de las organizaciones ambientalistas, la mayoría foráneas, que a través del miedo y la mentira, movilizaron a la gente con argumentos infantiles y que no resisten el más mínimo análisis científico. Cadenas de mails y mensajes de texto diciendo que se iba a destruir el cerro, que se iba a contaminar el agua y el aire, que los pobladores se iban a morir de cáncer y otras falacias más, lograron crear el suficiente temor para que los vecinos se movilicen en defensa de su medio ambiente. Los forasteros son los mismos que se movilizan a lo largo y ancho del país haciendo terrorismo mediático, ya sea que se trate de papeleras en el Uruguay, de una mina en Esquel, de un gasoducto en Salta, de la venta de un reactor nuclear de origen nacional, de un desmonte para soja, o lo que sea. Están pagados desde afuera para atacar cualquier emprendimiento nacional genuino y productivo de la naturaleza que sea. En el caso del Famatina metieron miedo diciendo que se va a explotar a cielo abierto, que se va a usar cianuro, que se va a afectar la agricultura, el turismo y la ganadería. Como se dijo el Famatina es un cerro con vetas minerales y con una zona más amplia de mineralización diseminada. Los trabajos que hay que hacer son los de exploración, o sea de estudios geológicos, de identificación espacial de la zona mineralizada y sus tenores, valores o leyes de metales en ella. No es lo mismo explorar que explotar. La exploración puede llevar diez o más años, se pueden gastar algunas decenas de millones de dólares, y finalmente se puede llegar a la conclusión que el depósito mineral no tiene ni la cantidad ni la calidad de los metales que se necesitan para que se transforme en un yacimiento. En el caso que sí tuviera valores, hay que ver si conviene su explotación subterránea o a cielo abierto. Tampoco se sabe, hasta que no se hagan complejos ensayos metalúrgicos, si las menas o mineral económico debe ser tratado con cianuro (como se hace en las minas de San Juan) o simplemente transformarlo en un lodo fangoso inerte como se hace en mina La Alumbrera (Catamarca). Precisamente La Rioja se encuentra entre Catamarca y San Juan, dos provincias cordilleranas pobres que han encontrado en la incipiente minería una nueva fuente de riqueza. Pero del otro lado de La Rioja, a la misma latitud, en Chile, existen decenas de minas que trabajan a cielo abierto, que benefician los metales con o sin cianuro, y que conviven pacíficamente con las demás actividades económicas y productivas como puede ser la agricultura, la ganadería y el turismo. ¿Por qué en Chile sí y en Argentina no? En ambos países existen las mismas leyes mineras y de protección del medio ambiente. La Argentina tiene aún una minería incipiente y Chile ha logrado que el 50% de su PBI provenga de la minería. La política del gobernador Beder Herrera, en consonancia con la que lleva adelante el gobierno nacional, está en sintonía con la explotación racional y sustentable de los recursos naturales.
Fuente: Gacetilla del Área de Minas Facultad de Ingeniería Universidad Nacional de Jujuy