Opinión

Prender fuego o construir puentes

La historia ha demostrado que el discurso de un jefe de Estado no es solo retórica; es una herramienta de transformación social que puede unir o dividir, construir o destruir.

Por Roberto Anselmino

La historia ha demostrado que el discurso de un jefe de Estado no es solo retórica; es una herramienta de transformación social que puede unir o dividir, construir o destruir. Mientras algunos líderes han utilizado su oratoria para encender la violencia y la intolerancia, otros han optado por la conciliación y el diálogo, dejando un legado de estabilidad y progreso.

Los Discursos que Encendieron la Violencia

Algunos líderes, elegidos democráticamente, basaron su comunicación en el conflicto, señalando enemigos internos y externos para justificar políticas de exclusión, violencia o represión. Sus estrategias discursivas, muchas de ellas inspiradas en técnicas de propaganda, provocaron crisis sociales, persecuciones y enfrentamientos.

Adolf Hitler (Alemania, 1933-1945) y los 11 Principios de Goebbels

La llegada de Hitler al poder no fue por la fuerza, sino por elecciones y maniobras políticas dentro del sistema democrático. Sin embargo, una vez en el gobierno, utilizó la propaganda como arma principal para construir una narrativa de odio y supremacía. Su ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, estructuró la comunicación nazi en 11 principios clave, que han sido replicados por otros líderes con discursos de polarización y manipulación:

1. Principio de simplificación y del enemigo único: Reducir los problemas a una única causa y personificarla en un enemigo. (Ejemplo: la «casta» en el discurso de Javier Milei).

2. Principio del método de contagio: Reunir a los adversarios en una sola categoría para generar rechazo generalizado.

3. Principio de la transposición: Acusar al adversario de los propios errores o defectos. (Ejemplo: Milei acusando a otros de autoritarios mientras concentra el poder).

4. Principio de la exageración y desfiguración: Convertir cualquier anécdota en una gran amenaza.

5. Principio de la vulgarización: Dirigirse al público con un lenguaje simple y accesible, apelando a las emociones más básicas.

6. Principio de orquestación: Repetir constantemente los mensajes hasta que sean aceptados como verdad. (Ejemplo: la repetición de que el «socialismo» es el enemigo de la Argentina).

7. Principio de renovación: Emitir constantemente información para desviar la atención de temas críticos.

8. Principio de la verosimilitud: Construir argumentos con datos, aunque sean distorsionados o sacados de contexto.

9. Principio de la silenciación: Omitir información que no favorezca la narrativa oficial.

10. Principio de la transfusión: Aprovechar prejuicios preexistentes en la sociedad para fortalecer el mensaje.

11. Principio de la unanimidad: Hacer creer que la mayoría de la población apoya la visión del gobierno.

 

Estos principios, aplicados de manera sistemática, generan un clima de polarización extrema, en el que la violencia verbal y simbólica suele trasladarse a la acción concreta contra sectores opositores.

Benito Mussolini (Italia, 1922-1943)

Mussolini usó la propaganda y la censura para consolidar su poder, exaltando la violencia y eliminando a sus críticos. Impuso un régimen totalitario que glorificaba el nacionalismo y justificaba la represión de opositores.

Hugo Chávez (Venezuela, 1999-2013)

Aprovechó el descontento social para dividir a Venezuela entre «pueblo» y «oligarquía». Persiguió a la prensa, criminalizó a la oposición y generó una polarización profunda que aún afecta al país.

Donald Trump (EE.UU., 2017-2021)

Su retórica agresiva fomentó el desprecio por las instituciones democráticas, atacando a jueces, medios y opositores. Su discurso sobre fraude electoral culminó en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.

Jair Bolsonaro (Brasil, 2019-2023)

Promovió un discurso de odio contra minorías, ambientalistas y científicos. Sus declaraciones minimizando el COVID-19 generaron desinformación y muerte.

Javier Milei (Argentina, 2023-¿?)

Milei ha construido su carrera política con una comunicación basada en el enfrentamiento. Usa la retórica de «la casta» para dividir a la sociedad y deslegitimar a quienes lo critican. Su discurso es similar al de otros líderes populistas autoritarios, aplicando varios de los principios de Goebbels: simplificación extrema, exageración de amenazas y descalificación sistemática del adversario.

Si bien aún está en el poder, su estilo de comunicación y su ataque constante a sectores como la prensa, la educación y la cultura, generan un clima de violencia simbólica que podría escalar a niveles más preocupantes.

Los Líderes que Sanaron y Unieron a sus Pueblos

En contraste, hay líderes que, en contextos de crisis, eligieron el camino del diálogo y la reconciliación.

Nelson Mandela (Sudáfrica, 1994-1999)

Después de pasar 27 años preso por luchar contra el apartheid, Mandela lideró la transición hacia la democracia sin revanchismo, promoviendo la unidad y evitando una guerra civil.

José “Pepe” Mujica (Uruguay, 2010-2015)

Exguerrillero tupamaro, al llegar al poder promovió la paz, la inclusión y la democracia, sin persecuciones ni autoritarismo.

Ángela Merkel (Alemania, 2005-2021)

Evitó la confrontación y lideró con pragmatismo y consenso, fortaleciendo la democracia alemana y la Unión Europea.

Franklin D. Roosevelt (EE.UU., 1933-1945)

Durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, utilizó un discurso de esperanza y unidad nacional, manteniendo la estabilidad del país.

Conclusión

Los discursos de los líderes no son solo palabras, sino herramientas que modelan el destino de una nación. La historia ha demostrado que quienes eligen la confrontación generan caos y violencia, mientras que quienes promueven la paz y la reconciliación dejan un país más fuerte.

Hoy, más que nunca, es fundamental que la sociedad elija entre dos caminos: el de la división y la manipulación, o el del diálogo y la convivencia democrática.