Opinión

¿Por qué la oposición política no puede unificarse?

Según Julio Godio este interrogante suscita fuertes preocupaciones en el heterogéneo campo sociopolítico de los partidos y grandes organizaciones empresarias críticas del gobierno.

La pregunta se plantea en diversos segmentos sociopolíticos de lasociedad argentina. Como es lógico, el interrogante suscita fuertespreocupaciones en el heterogéneo campo sociopolítico de los partidos ygrandes organizaciones empresarias críticas del gobierno. Tambiénsuscita entusiasmo en el campo sociopolítico kirchnerista, que confíaen que la división de la oposición facilitaría el triunfo electoraldel FPV-PJ y sus aliados en 2011.

Sin embargo, como diría Gramsci, las preocupaciones o el entusiasmosuelen ser respuestas generadas desde el «sentido común», no desde el»buen sentido». En efecto, el «buen sentido» nos remite a unaexplicación más profunda: la oposición todavía no puede unirse porquees la suma de fuerzas políticas que se derrumbaron producto de lacrisis global (económica, social, política y cultural) generada endiciembre de 2001. En forma directa, esa crisis arrastró al descréditoy a la división de los partidos de la Alianza, y ahondó ladescomposición del menemismo. Entre los damnificados también estuvo elPJ, reorganizado precariamente alrededor del duhaldismo y la Liga deGobernadores.

La rapidez de Duhalde y el ex-presidente Alfonsín para reorganizar unaespecie de gobierno de emergencia compartido dio sustento aldesvencijado PJ y permitió la instalación de un nuevo gobierno,preservando la democracia política. La sociedad argentina, si bien semovilizó, aspiraba a que la crisis se resolviera con nuevaselecciones, y sobre esta base se edificó una especie de gobierno»parlamentario», base de apoyo del duhaldismo.

La convocatoria a elecciones presidenciales en abril de 2002 abrió elcauce para restablecer el funcionamiento de los tres poderes delEstado. Pero pronto se observó que todas las fuerzas comprometidas conel colapso del sistema vagaban en la escena política como sonámbulas,sin capacidad de generar una alternativa que respondiera al reclamopopular: salir del neoliberalismo y pasar a aplicar desde el Estadouna política nacionalista industrialista y redistributiva capaz decolocar en el centro la producción y el trabajo.

La mayoría de las fuerzas políticas no-peronistas aparecían como»retazos del pasado»: radicales, frepasistas, menemistas y el propioduhaldismo, no atinaban a entender qué les había sucedido en diciembrede 2001. Es en este contexto de crisis de los partidos que emerge conímpetu el peronismo kirchnerista: en enero de 2003, Kirchner sóloalcanzaba el 7% de intención de votos.

Las políticas económicas de Duhalde y Lavagna se fueron deslizandohacia el neodesarrollismo. Debe recordarse que este viraje dentro delduhaldismo aparece como afín a procesos similares anti-neoliberales envarios países de la región, entre ellos Brasil y Venezuela, paraentonces.

Las elecciones presidenciales de segunda vuelta, de haberse presentadoMenem, habrían culminado en un triunfo aplastante del kirchnerismo, nomenor al 60% de los votos. El kirchnerismo se había apropiado del»buen sentido», lo que le permitió expresar políticamente el deseoprofundo de la sociedad de cambiar el modelo económico-social. Con elkirchnerismo comienza en 2003 una «revolución desde arriba», es decir,un proceso de transformaciones con una fuerte impronta institucional»decisionista».

El kirchnerismo no declamó el cambio: se puso a la cabeza de lasdemandas populares en materia de derechos humanos, restablecimiento delos acuerdos tripartitos entre sindicatos (CGT), organizacionesempresarias (UIA) y Estado, puso en marcha a las empresas recuperandorápidamente los niveles de empleo, se mejoraron las jubilaciones ypensiones, se extendió el régimen de subsidios al desempleo y mejorósustancialmente el gasto para educación y salud. El empleo fueconsiderado una variable fundamental del nuevo modelo económico, loque se reforzó por la mejora en los precios de explotación de loscommodities.

La «revolución desde arriba» fue encontrando formas de implantación enla sociedad. Entre estas formas se destacan los logros a través delsistema político-electoral (triunfos electorales en 2003, 2005 y 2007)y a través de las movilizaciones de apoyo de los sindicatos (incluidoun sector de la CTA) y los movimientos sociales. Como hemos dicho, en2007 el peronismo-kirchnerismo ganó las elecciones presidenciales conel 45% de los votos, llevando a la presidencia a Cristina Fernández deKirchner.

El papel de la llamada «oposición política» al kirchnerismo fuelamentable en esos años. No podía reaccionar frente a las sucesivasiniciativas progresistas de los gobiernos kirchneristas. Agravaba lasituación de desconcierto de la oposición el hecho de que no operabandesde partidos políticos, sino a través de resistencias de caudillosaislados. Con ese método era muy difícil atenuar las rispidecesinternas en un campo opositor en el que confluían corrientesideológicas derrotadas históricamente: conservador-peronistas,radical-sociales, progresistas liberales al estilo de Carrió, etc.

La Iglesia Católica, desconcertada, sólo atinaba a declamar su pococreíble pesar por la pobreza, pero alentaba a resistir incipientesiniciativas en materia de aborto, matrimonio igualitario, etc., temasque se plantearían en la agenda desde 2008. Pero quien mostraba ya suspreocupaciones era la «derecha económica», que no veía con buenos ojos(desde un sector de la UIA, desde la Asociación de Bancos Argentinos,la Sociedad Rural y la Asociación de Empresas Argentinas) lainstitucionalización del rol de los sindicatos. Al mismo tiempo,alertaba sobre un supuesto peligro de «chavismo» en Argentina.

La derecha económica logró unirse, y se planteó crear una situación de»dualidad de poderes» y «guerra de posiciones» para frenar y desgastaral kirchnerismo. Comenzó en 2008 con la disputa por la Resolución 125,y le siguió la derrota electoral del gobierno en 2009. La resistenciaal kirchnerismo fue asumida como una tarea de largo plazo por losprincipales medios de comunicación concentrados y los escuálidospartidos de la oposición.

La derecha económica, con el apoyo de los grandes medios decomunicación, salió a la superficie en 2008 y alertó a los partidos dela oposición que no tendrían destino dentro de la «guerra deposiciones» sino se plegaban a las operaciones mediáticasantikirchneristas y lograban constituir una oposición política»paralizante» desde el Congreso Nacional. Pero el gobierno mantuvo lainiciativa política y profundizó su rumbo con la estatización delsistema de jubilaciones, la nacionalización de Aerolíneas Argentinas,la sanción de la ley de ingreso universal por hijo, etc.

La derecha política tiende a las divisiones y está retrasada frente ala oposición convergente del gran capital concentrado. Pero especulacon que nuevos cimbronazos políticos puedan llevarla al poder, en uncontexto de inestabilidad institucional y desmoralización de lasociedad civil. Pero no puede escapar a la ley histórica que enseñaque los «retazos» de la historia nunca pueden convertirse en una nuevahegemonía política democrática.

El kirchnerismo, por el contrario, sigue representando políticamente ala línea de fuerza nacionalista-industrialista surgida con la»revolución desde arriba». Sin embargo, para ser flexible tácticamente(agrupando mayorías), necesita construir rápidamente un centro deconvergencia político-social «oficialista» capaz de frenar a laderecha económica y demostrar una vez más el anacronismo histórico dela oposición política.