Sociedad

Rodolfo Livingston: El hombre que creó un nuevo paradigma en la arquitectura

Alegre, divertido y consciente de que su método quedará en la historia. En esta entrevista amena con El Mensajero Diario, Livingston nos cuenta sobre su vida, su método, su legado, el futuro que desea para sus hijos. Habla sobre el plan ProCrear, crítica a la academia de arquitectura por su enfoque en las grandes construcciones.

Livingston en su estudio.

Por Anabel Acevedo

 Livingston es el creador de la especialidad “Arquitectos de Familia”, un sistema de diseño participativo que ha recibido dos premios internacionales. Publicó varios libros, entre los que se encuentra “Cirugía de Casas” que va por su 16º edición.

El arquitecto de familia que se mete en el corazón de los habitantes, destapa un vino y charla sobre las necesidades de cada miembro de una familia. Así, entiende la importancia de la participación del cliente en un proyecto e invita romper con los paradigmas académicos, familiares e inmobiliarios que hay en la profesión. ¿En qué consiste la arquitectura de familia? Los arquitectos hoy están para cosas muy grandes. En las facultades de arquitectura de todo el mundo, cuando empiezan la carrera comienzan con torres y cosas enormes, se saltean por completo las casas de la gente normal que se reforman muchísimo. Incluso acá, cuando hubo la crisis del 2001, los corralones de materiales seguían vendiendo porque la gente sigue haciendo reformas y es una fuente extraordinaria de materiales, de energía pero está ausente el arquitecto en el 95 por ciento de los casos. Porque la gente piensa que basta con un albañil ¿Para qué un arquitecto? y las veces que llaman a un arquitecto, en un alto porcentaje, los arquitectos fracasan; se suele decir “Que el arquitecto que ni hable”. La gente no sabe lo que es un arquitecto porque no los usa, entonces las viviendas no cuentan con un pensamiento entre la necesidad de la vivienda nueva o una reforma y la compra de materiales no hay nadie; es como si entre un enfermo y la farmacia no hubiera nadie. Así, la gente va haciendo una pila de pisos y oscurece cuartos. Entonces ser arquitecto de familia es algo que a mí me pasó al principio: a la gente que recién se recibe los llaman los parientes para esas cosas y generalmente al arquitecto lo ve con desprecio porque está preparado para otra cosa y yo lo vi con interés. Fui a Cuba y me tocó dirigir la construcción de un barrio y de manera intuitiva hablaba y escuchaba a la gente, los escuchaba a la noche con un pizarrón, les explicaba los procedimientos por qué no y porque sí. Fue muy interesante porque yo no sabía nada de construcción y preguntándoles a ellos que no querían los cambios que yo les proponía, lo logré. Finalmente les gustó; ahí nació, sin darme cuenta, lo que yo llamo la participación del cliente en el pensamiento en su casa.  Después vine acá perfeccioné poco a poco eso, y un día me di cuenta en 1990 que tenía una distancia con la revista de arquitectura, los premios, todo lo que tenía la academia de la  arquitectura estaba en otro lado, cambió mi forma de dibujar y escuchar. Me di cuenta que lo principal es escuchar a la gente, decirles qué quiere y la forma de interpretarlo es el método. Escribí varios artículos y en los 1990 salió el primer libro “Cirugías de casas” que va por la edición 16º.   ¿A nivel académico como fue tomado el libro? No existo para el nivel académico. Existo para la dirigencia de Cuba, para muchas agrupaciones estudiantiles del interior del país que me invitan a dar charlas. Para la academia, premios y jurados no existo; soy un niño terrible. Los chicos que se reciben van a atender a una familia con una grúa y lo que necesita es un sacacorchos.   ¿Cómo es la metodología con tu equipo? Ahora trabajan solos, yo voy de vez en cuando a mirar, a controlar, a hacer preguntas. Están muy entrenados en todas las etapas que no es solo dibujar, sino escuchar, registrar el lugar y tenemos otra etapa de la evolución. Nosotros pedimos que critiquen el trabajo. Finalmente, el eje del método es un criterio participativo como debería ser la democracia en un país. El cliente no es un ser pasivo que recibe el dibujo sino un ser activo. No es arquitecto pero tiene deseos, impulsos, tradiciones que yo necesito conocer. No puedo imponerles las formas. En mi trabajo descubro que el ladrillo a la vista para clase alta está bárbaro. Una vez el censista no sabía cómo poner un baño bacán sin revoque, no tiene azulejo: Lo tengo que poner pobre en una casa de medio millón de dólares. Esa rusticidad para la clase alta puede ser deseable pero para la clase baja le faltó la plata para el revoque. Cuando trabajo, hago un plano: primero cómo es la familia, cuántos son. Después un plano dónde pregunto que hay acá o allá, donde está la cama. Usted duerme de este lado porque Emanuel tiene un año y se levanta si llora. Empiezo asombrándolos y después me gusta deslumbrarlos con las soluciones. Las casas no tienen nada que ver con lo que imagina la facultad de arquitectura. Por ejemplo una vivienda muy chiquita de un matrimonio con una hija de 25 años que se fue a vivir con el novio. Pero quiere mantener el cuarto porque produce música, hablo con ella y le pregunto cómo tenía que ser el estudio me dice doble pared y el tamaño. Entonces les explico que el estudio no puede ser donde habían dicho porque daba con el vecino y ella se estaba comprando un conflicto. Y la mujer se quejaba del ruido de su dormitorio que daba a la calle.  Entonces ahí dije que podía ir el estudio de la hija, detecté la queja.   ¿Cómo te surge este tipo de inspiración? Hay un impulso por resolver los problemas, por mirar a la gente. Y antes que hacer arquitectura o medicina si fuera médico es resolver el problema del otro. Me llamó una señora, que vivía en esa casa de filas. Y subo y era una cueva, un vecino le había construido una chapa que molestaba un poco en la ventana. Me costó mucho ordenarla le pregunté qué era lo que le molestaba y vi que una puerta estaba cerrada y me dijo “Yo no la voy a abrir nunca más”  le dije: Si usted abre esa puerta con aquella ventana ahí tiene una corriente de aire. Ella me respondió: Si pero él me puso chapas. No podía centrarme con ella, creía que le iba a resolver el problema de la Municipalidad yo le dije que iba a hacer un informe pero le consulté si tenía hijos y dijo que tenía también nietos pero que venían poco. Sin darme cuenta me convierto en psicólogo. Miro al costado y veo un montón de cosas le pregunto para que las tiene, dice que son para tirar. Entonces le digo tírelas, ponga su casa más linda, vístase más lindo, ponga música, vea televisión. Entonces yo me escapo de la profesión pero no para hacerme el psicólogo sino porque mi mirada está en la persona y mi trabajo es una consecuencia, puede no pasar por la arquitectura. Mucha gente tiene casas grandes, que se casaron los hijos, buscan la forma de alquilarla para hacer plata, cambiar puertas. Y la arquitectura de familia no es solo deshabitada porque no se enseña en la facultad  sino porque no hay ningún estudio de mercado. Vos pedís un estudio de mercado de lo que quieras y está toda la información como eso no produce plata  a nadie ­-en realidad produce a la venta de materiales, a los arquitectos- no hay estudio de mercado, las ideas muchas veces de la gente son paradigmas heredados. Muchas veces vienen la parejita de los jóvenes que dicen Esto no porque si llega la visita se ve la cocina, pregunto quién es la visita, cómo se llama. Roberto con su mujer y consulto cómo sería la escena y si se va la cocina: Bueno no, si ella lo ayuda a preparar la ensalada. Empiezo con las preguntas no solo para saber qué piensan sino para desarmarles lo que piensan. A veces los hago reír: La que dice esto es tu mamá, no? me dicen que sí. Mi gran adversario son las madres. Muchas veces tengo que ayudar a romper paradigmas, nunca les digo que están equivocados, eso es parte de su tema. Y después están los paradigmas de los arquitectos las modas como las columnas redondas o algunas modas increíbles como el frente de vidrio en algunas oficinas que hay que  poner equipos de aire acondicionados monstruosos, en Corrientes ganó un concurso un edificio de vidrio en trópico. Tuvieron que pasarle otro frente de vidrio adelante. También los paradigmas de los inmobiliarios: tiene cocina aparte, baño completo ¡Y la bañadera mide un metro diez!.   ¿Esto de ocuparte de la gente te llevó a unirte a Aluvión Ciudadano? ¿Vas a seguir una carrera política? El primero de la lista es un médico que se llama Carlos Oviedo, director del hospital Gandulfo, es un tipo con sentido social, el me invitó. No sabemos bien. A mí me gustaría intervenir desde lo que yo sé hacer. Como político me habían ofrecido esa candidatura y me prendí. Digo porque la política es una herramienta. Claro, una herramienta de transformación. Sería la casa más grande de todos: el barrio, la ciudad, las casas están en círculos concéntricos. Las casas si no están en un barrio lógico no funcionan, como esos planes que hicieron en los ´80s en barrios lejos y fuera de la ciudad. La gente necesita un terreno, el gran problema es el suelo, que es un mercado como los zapatos, las lapiceras. Ninguna cultura inteligente de la humanidad vendió y compró un pedazo de piso. Que lo maneje el Estado para la gente que lo precisa y tiene que comprar un terreno de 150 mil dólares ¿Quién tiene ese dinero?. El ProCrear está buenísimo dan plata para la casa pero para la compra de los terrenos no, entonces pueden edificar sobre el techo de algún pariente, al fondo; que no implica la compra de piso.   ¿Cómo fue tu actividad en Cuba, en los tres periodos que estuviste? En el primer periodo fui como arquitecto a construir y caí en Baracoba, un mes después de la revolución, de Playa Girón. Me había interesado mucho esa revolución, yo no era un tipo de izquierda pero empecé a entender lo que pasaba ahí con Fidel en 1960 y, al mismo tiempo, tenía muchas ganas de construir porque yo era profesor, trabajaba pero no conocía de la construcción y fui ahí y me enamoré del lugar. Ahí estuve un año, fue una experiencia extraordinaria. Porque la gente eran obrero, los dueños de sus casas entonces había un doble rol ahí, yo como arquitecto quería que los obreros hicieran lo que yo decía pero los tipos eran los dueños entonces eso me colocó en una situación muy interesante, la cual logré tener el rechazo de todos y después la aprobación de todos, me convirtieron en un líder. Estuve un año y medio, después empezaron las dictaduras militares y volví acá. En 1987 volví a mi barrio, lo vi terminado y fue muy emocionante. En los ´90s me invitaron a un congreso de vivienda y arquitectura; todos mostraban dibujos constructivos y yo mostraba casas con gente, ropa colgada y se reían. Cuando terminé se acercó el Ministro y me dijo esto es lo que necesitaban hacer y me preparó el primer grupo, hicimos una experiencia y después fui 32 veces más durante toda la década del ´90s hice 70 seminarios con clientes reales, cosas que no se hace en arquitectura, se mira la casa, y la familia no existe. El último periodo,  a partir del 2000, me habían invitado a un Congreso de periodista y la directora del diario “Juventud Rebelde” me invitó a escribir en una columna semanal del diario. Podía escribir lo que quería, tenía 700 palabras todos los sábados hacia mi columna, pasaron dos años e hicieron un libro: “Anatomía del sapo” que era toda la época neoliberal, el sapo era el liberalismo que se tragó todo el planeta: los rusos creyeron en ese sistema entonces yo trato de ver cómo se tragaron ese sapo, con humor. Después salió otro libro más que es “Ciencia para opinar”. Esos tres periodos fueron, mis tres etapas cubanas.   ¿Acá cómo se puede llegar a aplicar esto? Que alguien me invite a dar cursos. El gobierno me ignora, yo soy simpatizante del gobierno pero hicieron el plan ProCrear, y a nadie se le ocurrió consultarme. Soy la persona que más sabe qué le pasa a la gente con su casa, hice cuatro mil casas. Los cubanos me llamaron para eso y acá no.   ¿Tiene que ver con una cuestión política el hecho de que no te hayan llamado? ¿Con un tipo de estrategia habitacional? Es una cuestión ideológica más que política. La arquitectura es la casa construida, eso para mí no es así: es un vínculo invisible entre la familia y los cambios en la casa. Porque otra cosa que no existe en la facultad de arquitectura son las reformas, que se llevan el 70% del volumen de la construcción de todo el país. Un cuarto para otro nene o compran una casa que no se adaptan. i te paras en un corralón de materiales casi toda la gente está comprando materiales, tienen un albañil o un maestro mayor de obra, en el mejor de los casos. Yo me metí en un lugar deshabitado en el mundo, no hay carrera de arquitecto de familia. Me descubrirán el siglo que viene pero mientras tanto estoy dejando muchas herramientas libros con todos los métodos.   ¿Qué piensa de la infraestructura de la ciudad? La ciudad crece por intereses inmobiliarios, no hay un plan general, además la ciudad no es el CABA es toda esa mancha gigantesca, nunca juntan las dos cosas. Macri ve por ejemplo todo lo que está después de General Paz como una invasión, cómo se vienen a curar a nuestros sanatorios. Creen que CABA es una ciudad cerrada como un country y la ciudad es el AMBA. Comenzamos a juntarnos en la Biblioteca Nacional durante todo el 2013; arquitectos, ingenieros y gente sin profesión y vamos a sacar un libro con ideas nuestras y de la gente. En el Facebook escribí “El pensamiento ahorra material” y tengo dos ejemplos. Uno que me pasó con una pariente política que llegué a su casa en Corrientes y había levantado un cerco alrededor y le dije por qué no me consultó. ¿Para levantar un cerco te voy a consultar?. Le dije: Para ahorrar  plata, eso tiene dos encadenados de hormigón y este obrero puso hormigón para sostener una casa de cinco pisos. Es decir, que con una consulta de 300 pesos se hubiese ahorrado cinco mil. La gente cree que el arquitecto es un añadido, una guinda; pero yo le vendo a la gente el pensamiento, ideas que le ahorra a ellos, yo no quiero hacer una obra grande quiero resolverle el problema. Me pongo en lugar del cliente, que no es solo la arquitectura su problema; sino la plata, hijos que van a crecer y se van a ir. Les presento planos que dicen año 2013, 2019, porque las casas van cambiando. Visito una casa y enseguida se me ocurren tres ideas en una entrevista. Habito en un lugar deshabitado. Hay gente que me vino a estudiar como un arquitecto de Canarias, estuvo una semana nos acompañó a todos lados, chicas que vinieron de Brasil. Gente que quiere aplicar el método pero de forma aislada.  Me invitan estudiantes de Córdoba o de Chaco y hemos hecho cursos con clientes. Después  aparecen imitadores completamente equivocados “vamos a adaptar el método”. Por ejemplo los mexicanos me mandaron un video que la escucha a los clientes era simultánea, en una mesa les entregaban preguntas de las que yo pongo: cómo sería su casa ideal, de qué se queja; pero todos estaban en silencio. El diálogo tiene que ser interactivo sino es un disparate.   ¿Qué deseas para el futuro de tus hijos? Me gustaría que fueran luchadores y que encuentren cosas que les gusten. Que se queden con alguna mujer que los haga felices. Hay dos hijos que ya son grandes que tienen 40 años, Tomás tiene 7 y el tipo es fantástico. Espero que se acuerde de mí en la década de 2040 que casi seguro que no voy a estar. Si no, puedo seguir los pasos de Nelly Omar, que con 92 años estaba muy sana y vivía sola.   Perfil de Rodolfo Música: Tango, he puesto muchas letras de tango en el libro “Casas de barrios”. Son letras de tango que se relacionan con las casas que explican lo que las personas sienten con ellas. La música clásica y la música mexicana (el machismo no lo comparto pero me hace reír). Libros: Empiezo tres al mismo tiempo, ahora releo. En mi casa hay libros por todos lados, y por lo general, tengo los libros subrayados. Me gusta leer poesía.   Películas: Tarzán. Me parece un tipo muy inteligente, muy buen arquitecto, con casas muy frescas. Era amigo de los indios y muy expeditivo nada de reuniones “yo quisiera agregar algo a lo que dijo el compañero…” No, se hacía lo que le decía. Hobbie: Desde los siete años soy un buen fotógrafo. Ahora no soy tan aficionado, como antes. Deporte: Corro, ahora camino rápido.