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Rousseff busca frenar el enojo popular

Luego de que cientos de miles de brasileros coparan las calles de Brasil para protestar por las desigualdades sociales del país. La presidenta prometió cambios pero el alcalde de Sao Paulo no cede con la subida de tasas del transporte.

La mandataria brasileña busca conciliar en el conflicto que tapa las calles.

Unas 250 mil personas se juntaron anoche en las calles de 18 ciudades brasileñas y algunas decenas de manifestantes asaltaron el edifico del ayuntamiento de Sao Paulo. 

 

Estos manifestantes trataron de quitar las vallas que protegían el edificio, y atacaron a los guardias municipales que lo vigilaban. El grupo también asaltó una sede bancaria, destrozó y saqueó algunos comercios contiguos al ayuntamiento y quemó un camión del canal televisivo evangélico Rede Record.

 

Sin embargo, cabe destacar que en su mayoría primó el pacifismo de las 50 mil personas que recorrieron la Avenida Paulista.

 

Si bien ayer por la mañana, la presidenta de Brasil Dilma Rousseff intentó aproximarse a sus ciudadanos y declaró desde el Palacio de Planalto que las voces de los manifestantes habían sido escuchadas y que el mensaje era claro: no a la corrupción y al uso indebido de dinero público.

 

Por la tarde, Rousseff viajó a Sao Paulo para reunirse con su antecesor, Lula da Silva y con el alcalde de la ciudad, Fernando Haddad, para analizar la situación y buscar soluciones. Sin embargo, al finalizar el encuentro, Haddad se mantuvo firme con mantener la subida en las tasas del transporte.