Opinión

Por Pablo Tonelli, economista.

El sorprendente Thomas Piketty

Thomas Piketty es un economista francés que publicó un voluminoso libro, cuya edición en inglés se conoció el pasado 10 de marzo, titulado “Capital in the Twenty-First Century”, no editado aún en castellano. La traducción del libro a nuestro idioma es “El Capital en el siglo XXI”.

Su solución a esta situación es "un impuesto progresivo global al capital", más específicamente un impuesto sobre la riqueza que no posea "utilidad social" como forma de evitar la concentración de la misma.

La publicación se ha transformado en un suceso de ventas y ya en abril ocupaba el primer lugar del sitio de Amazon en la web. Las polémicas desatadas en torno a las ideas del autor son intensas, ya que este sostiene, analizando tres siglos de historia,  que el capitalismo es un sistema que produce una creciente desigualdad en la distribución del ingreso y de la riqueza.  

Voy en primer término a anticipar mi opinión y luego analizar su pensamiento desde bases más conceptuales, con las restricciones que impone una nota de divulgación. El libro de Thomas Piketty constituye una bocanada de aire fresco para el debate económico, al instalar el tema de la desigualdad como una problemática central en nuestra sociedad y particularmente su incremento desde mediados de los años setenta a la actualidad. Piketty ciertamente no es el primer autor contemporáneo en estudiar la desigualdad, pero su libro, documentado y erudito, como afirma el antropólogo y geógrafo inglés David Harvey “Liquida la opinión ampliamente extendida que el capitalismo de libre mercado difunde la riqueza y es el gran baluarte para la defensa de opciones y libertades.”

Paul Krugman se ha referido “al pánico que causa Piketty” teniendo en cuenta el virulento ataque del que es objeto por la derecha anglosajona y sus medios, desde el Wall Street Journal al Financial Times. Insultos y diatribas más que críticas. Se lo llama “marxista”, cosa que evidentemente no es, como veremos. El sólo hecho de sostener que la injusticia distributiva es esencial al funcionamiento del capitalismo y que la misma viene incrementándose ha desatado la ira de “los apologistas de los oligarcas estadounidenses” como afirma Krugman. Hace un par de días El Financial Times refinó un poco la puntería y pasó a cuestionar la base de datos de Piketty, que trabaja sobre datos fiscales del “World Top Income Database” (datos de ingresos de los más ricos) intentando mostrar errores de proyecciones y uso tendencioso de las estadísticas. El mismo Piketty respondió a las mismas en The Economist, que si bien es un medio abiertamente defensor del capital, no por ello deja de lado el debate periodístico de ideas. Allí afirmó que puede que a sus datos haya que hacerle ajustes pero que era “posible que mi estimación de la concentración de la riqueza sea conservadora y que la realidad sea peor de lo que he medido”.

Sin intentar un exhaustivo análisis de todos los puntos contenidos en el libro de Piketty, sus “leyes fundamentales del capitalismo”, como él las denomina,  diré simplificando, que su tesis central  relaciona en el tiempo los rendimientos del capital (que llama “r”) con el crecimiento del ingreso (que llama “c”) para sostener que la ralentización del crecimiento económico operada particularmente desde los años 70 obedece a que el valor de mercado del capital  se expande a una velocidad muy superior a la del ingreso. O sea que “r” es mayor que “c”. Esto es así, según el autor, porque el ingreso de los ricos no proviene de sus ganancias en el sistema productivo sino de la rentabilidad de los activos que poseen, de la riqueza acumulada, “capitalismo patrimonial” lo denomina, riqueza que continúa acumulándose y es heredada por las nuevas generaciones de capitalistas plutócratas en detrimento del crecimiento del ingreso global y del salario, ligada a éste.

Su solución a esta situación es “un impuesto progresivo global al capital”, más específicamente un impuesto sobre la riqueza que no posea “utilidad social” como forma de evitar la concentración de la misma y favorecer el uso del capital en el proceso de crecimiento de la economía. Claro que es comprensible el odio de los muy ricos.

La solución de Piketty a las desigualdades del capitalismo es una fiscalidad fuertemente progresiva, el mismo la llama “utópica”. Lo es, pero para ver esto con más claridad veamos las críticas situadas no a la derecha de Piketty sino las que provienen del entorno post keynesiano y marxiano.

En primer lugar está la noción de capital que Piketty utiliza. David Harvey sostiene que “Piketty define al capital como el stock de todos los activos en manos de particulares, empresas y gobiernos con los que puede comercializarse en el mercado, con independencia de que esos activos se usen o no. En ello se cuenta la tierra, los bienes raíces y los derechos de propiedad intelectual, así como la colección de arte y de joyas”. Claramente el capital son objetos físicos, es decir “cosas”. Es una noción de reminiscencias del pensamiento neoclásico opuesta a la noción de capital en Marx  que lo piensa como “una relación social”, “valor” en proceso de valorización” a través del desarrollo del proceso productivo, que reconoce impasses en las crisis, “las plétoras de capital” en que el mismo se incrementa financieramente, pero sólo puede obtener valor en forma permanente de la fuerza de trabajo.

Si el capital es una magnitud física el problema es su valorización. James K. Galbraith, un economista de los EEUU,  hijo del célebre John K Galbraith, uno de los pilares del New Deal, recuerda la vieja “controversia de Cambridge” en la cual los economistas keynesianos como Joan Robinson, sostuvieron la imposibilidad de encontrar una medida que homogeneizara el valor de todas las cosas físicas que se definían como capital. Cómo valorar el capital inicial de Piketty para obtener “r”, su tasa de incremento?  Como afirma Galbraith “no se pueden agregar los valores de los objetos de capital para obtener una cantidad común sin disponer previamente de una tasa de interés, la cual por ser previa debe provenir del mundo financiero, no del mundo físico” Y las tasas de interés varían en el tiempo, con lo cual los cambios de los activos se modifican porque se modifica su precio de mercado, no su cantidad física. Para Galbraith, un keynesiano de la vieja escuela, la concepción del capital de Piketty es fuente de terribles confusiones. A su vez puede afirmarse desde una óptica marxiana que las nociones de Piketty hacen abstracción de las variables distributivas, como sostiene Astarita, sin contenido social es imposible elaborar una teoría correcta de la distribución. Agudo, Harvey, sostiene que entonces el libro de Piketty “no es en absoluto un libro sobre el capital”.

Piketty es un economista de formación y categorías neoclásicas. O de la síntesis neoclásica-keynesiana, para ser más precisos, agudo e irreverente. Coincido con el economista argentino Jorge Gaggero “ en los últimos diez años ha habido un creciente interés sobre la desigualdad, pero ninguno con un aporte tan abarcativo como el de Piketty”.  Se podrá discutir si la fiscalidad progresiva es una alternativa o no lo es, cuál es la fuente de la desigualdad y cómo solucionarla, pero es sintomático y muy favorable que estos temas vuelvan a la agenda global, se piense o no como el economista francés.

 

Por Pablo Tonelli, economista.